El inesperado accidente dejó a Pedro con una notoria dificultad para caminar. Alejado del mar en Lebu como pescador, la pandemia terminó por alejarlo completamente de su hábitat. Pasaron los meses, los días eran grises y las noches eternas. Un domingo de mañana, despertó inquieto, como queriendo retomar sus sueños. Con tela y pincel salió al muelle a capturar los colores de la vida, el movimiento de las olas y la brisa marina. Cambió las redes por óleos y bastidores. Volvió a escuchar el canto de las gaviotas. Mas no fue suficiente. Pedro no estaba conforme con el típico cuadro de las rocas, playa y espuma del mar. Él buscaba algo diferente, una mirada distinta, un ángulo distante. La tarde de ayer, sin avisarle a nadie, se subió a un bote, con sus óleos, telas y pinceles. En búsqueda de otro horizonte para pintar, se perdió en el océano. Pedro, el ex pescador, nunca más regresó. Hoy es conocido como el pintor del mar.