Bárbara, de 13 años, deja atrás la crisis venezolana y emprende un viaje por Sudamérica en busca de una vida mejor en Chile. Recuerda la noche en que cruzó el Altiplano de los Andes. A 4.000 metros sobre el nivel del mar, luchaba contra el frío cortante y el cansancio, pero al mismo tiempo sentía que la acompañaba una presencia espiritual que vagaba como el viento. Este paisaje entre Bolivia y Chile, con sus montañas nevadas, alpacas salvajes, arroyos de agua cristalina y áridos tramos de desierto, es una de las rutas migratorias más peligrosas de América Latina. Una cosa tiene clara Bárbara: nunca debe rendirse, pase lo que pase.