Hoy 20 de febrero de 2024 ha partido uno de los más grandes cineastas de nuestro cine: Pedro Chaskel.
Su ámbito de influencia es gigantesco: desde la crítica, pasando por la realización, la difusión y la preservación. Nacido en Alemania, llegó a Chile 1939 con su familia, adquiriendo la nacionalidad en 1952. Estudió arquitectura en la Universidad de Chile y en esos años forma parte de la fundación del Cine Club de la Federación de Estudiantes de Chile, que congrega a decenas de jóvenes deseosos de discutir y profundizar en los problemas de la creación cinematográfica. Funda entonces una revista, Séptimo Arte, la cual dirige y en donde plantea la necesidad de levantar un cine chileno que deje de seguir moldes comerciales ajenos y que se adentre en la realidad propia, buscando configurar también una estética propia. Luego, pasa a formar parte del grupo de Cine Experimental que creó Sergio Bravo en 1959 y que será el gran punto de partida de una toma de conciencia respecto a la importancia cultural e identitaria que puede generar el cine. En paralelo, Chaskel comienza a aprender el oficio colaborando en dos películas de Naum Kramarenco como asistente de dirección: Tres miradas a la calle y Deja que los perros ladren.
En 1961 la Universidad crea una Cineteca, y en 1963, tras la salida de Sergio Bravo, reemplaza el Centro por el Departamento de Cine, nombrando sucesivamente a Chaskel director de ambos organismos. Desde entonces, su labor de cineasta se hace intensa, formando además una dupla con el gran director de fotografía, Héctor Ríos. Juntos consolidan a la Universidad de Chile como un foco creativo que influencia a toda una generación de nuevos cineastas. Nacen así filmes como Aborto, Testimonio y Venceremos, entre otros. En 1969, además, colaboran como Departamento de Cine, en el rodaje de El chacal de Nahueltoro, donde Chaskel demuestra su increíble capacidad como montajista. Con la llegada al poder de la Unidad Popular, su compromiso político es claro en el apoyo del proceso del gobierno liderado por Salvador Allende. La Universidad produce y apoya filmes comprometidos con la realidad del momento, así como también potencia la difusión del cine chileno con muestras itinerantes.
El 11 de septiembre se encontraba a pocas calles de La Moneda. Con su cámara filma desde una ventana el paso de los aviones Hawker Hunter que bombardean el Palacio de Gobierno, convirtiéndose en uno de los más valiosos registros audiovisuales de ese momento. Chaskel parte luego al exilio, radicándose por 10 años en Cuba, trabajando como montajista y realizador del ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos). Es por esos años que colabora junto con Patricio Guzmán en el montaje de la trilogía de La batalla de Chile, filme que recorrerá el mundo y que confirma su talento como editor. También produce alabados filmes como Los ojos como mi papá, uno de los mejores documentales hechos en exilio.
En 1985 regresa a Chile y se suma de inmediato al grupo de cineastas que denunciaban la criminal represión de la dictadura. Así, codirige con Pablo Salas el documental Somos + (1985) y en 1987 realiza Por la vida, entre otros. En 1989 se suma al equipo del programa de TV Al sur del mundo, donde dirige varios y edita varios capítulos de un programa que formó a muchos realizadores, como también, alcanzó una calidad poco superada dentro de la televisión chilena, dada su factura, sensibilidad y mirada respecto a la geografía del país y sus habitantes.
Con la llegada de la democracia y la apertura de la desaparecida carrera de Cine de la Universidad Arcis, comienza un rol como profesor universitario, donde continuará su influencia y formación en las nuevas generaciones. El 2008 participa de la reapertura de la Cineteca de la U. de Chile y comienzan una serie de reconocimientos por su trayectoria: Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda en 2005; la medalla Rectoral de la Universidad de Chile en 2006; Premio Altazor el 2009; Premio Pedro Sienna a la Trayectoria Cinematográfica del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes del Gobierno de Chile el 2009; Premio Pudú a la trayectoria en el Festival de Valdivia el 2014, entre otros.
Su última película como director fue De vida y de muerte. Testimonios de la Operación Cóndor (2015), un potente documental sobre toda la trama criminal de este plan regional donde las distintas dictaduras sudamericanas se coordinaron para asesinar a sus opositores. Este filme fue no sólo la demostración de su maestría en la narrativa audiovisual, sino también, su fuerte compromiso con los Derechos Humanos y la verdad respecto a los crímenes de la dictadura en Chile.
Pedro Chaskel fue realmente un maestro, con una gran humanidad, y entendiendo realmente lo que significa ser humilde: pensar en el bien del colectivo más que en sí mismo o en su propia grandeza, sin que esto signifique no luchar por lo que se cree y ser consecuente y firme con ello.
El cine chileno ha perdido a uno de sus grandes nombres, pero la historia lo recordará siempre.
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