Patricio Guzmán: un discreto cambio de switch?
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El 13 de mayo tuvo lugar la primera de las tres proyecciones de la última obra del chileno exiliado en Francia, Patricio Guzmán, que se presenta en Cannes como parte de la Selección oficial, pero fuera de la competencia para la Palma de Oro. Estar fuera de competencia en Cannes no refleja de ninguna manera en la calidad o apreciación de una película. En general es una negociación entre el director y el comité de selección.

A primera vista, la impresión de la acogida para Nostalgia de la Luz no fue muy esperanzadora. En su estreno de prensa al mediodía, la sala Buñuel, de unas 450 butacas, estaba llena en un 25 % (la cifra fue comunicada privadamente al corresponsal por los encargados de sala, que llevan un conteo preciso de cada sesión). Incluso dentro de este escaso publico, varios se fueron durante los 90 minutos que dura la cinta. Al finalizar la función, el aplauso fue menos que escaso. Los folletos de prensa todavía no llegaban a los casilleros. Mal comienzo, piensa uno, pero al día siguiente se entera, por la misma fuente de los encargados de sala, que otra función la misma tarde, en una sala con la misma capacidad, estuvo tan llena que tuvieron que rechazar público. Falta una función final para completar el panorama.

La película misma es bastante diferente de los trabajos anteriores de Guzmán. Es menos espectacular y amplia en su tema. De hecho, hay una diferencia sutil en el tema mismo. Al ver la primera mitad solamente, uno podría haber concluído que dejando al lado asuntos del golpe militar, la dictadura y abusos de derechos humanos, Guzmán había decidido dedicarse al documental turístico. Se pasea por el desierto de Atacama, más bien en la zona de Calama, hablando primero de astronomía, que dice fue una de sus pasiones de juventud, y del mismo desierto. Nos lleva por los varios observatorios construídos por los organismos astronómicos internacionales. La película abre con unas imágenes del viejo telescopio alemán de la Universidad de Chile, cuya maquinaria casi de museo contrasta con las maravillas ópticas y electrónicas que han surgido, gracias al dinero internacional, en las cimas del norte, mientras el gasto nacional en ciencia nunca fue una prioridad. También vemos las bellezas del mismo desierto y los vestigios de sus habitantes originales, diez veces milenarios. Las imágenes, bajo la tutela de Katell Djian, el director francés de fotografía, son esplendidas.

El link con los años de la dictadura ocurre en forma casi accidental. Un joven astrónomo le dice que lo que buscan en los cielos son índices de cosas que han pasado hace mucho tiempo. Guzmán, que hace de narrador, pregunta si no es comparable a la búsqueda de los cuerpos de los detenidos desaparecidos, y esto se vuelve el tema central de la segunda mitad. Se gasta dinero en buscar la historia de las galaxias, pero las madres, esposas y hermanas que buscan los restos de sus seres queridos no tienen apoyo. Incluso sienten que se las ve como una molestia. La búsqueda incesante en medio del desierto, por mujeres muchas veces de 70 años y más de edad, con una pequeña pala, quizás son la parte mas conmovedora de Nostalgia de la Luz. La comparación con la astronomía se repite con frecuencia, hasta el hastío se podría decir, y no es siempre convincente. Quizás armar un puzzle con piezas que no son realmente compatibles es la mayor critica que se podría hacer a una película que es buena, aunque estrictamente para el circuito de festivales y quizás la tele. La primera mitad podría pasar sin problema en Discovery o National Geographic, o incorporarse en un video de SERNATUR. De hecho, Guzmán dice que ha filmando varios cortos en paralelo con la cinta, y que piensa explotar.

¿Que pensaron los demás? En respuesta a una pregunta del corresponsal, Henri Behar, personaje conocido de Cannes, quien anima todas las importantes conferencias de prensa, contesta: “No es una comedia musical, pero me encantaron las escenas de las mujeres buscando sus seres queridos”. Al día siguiente, la prensa especializada no tiene mucha cobertura, salvo del respetado Hollywood Reporter que la califica de "remarcable" y "abstractamente fascinante".

Después de 12 semanas de preparación previa en Paris y en Chile, la grabación fue hecha en poco más de 8 semanas en Chile, con un equipo de solamente 4 personas. El financiamiento provino de varias fuentes, incluyendo España, Francia y Alemania, pero Guzmán declara que tuvo completa libertad creativa. Renate Sachse, esposa de Guzmán, estuvo a cargo de organizar y dirigir todo el proyecto.

La poca acogida que hay en Chile para películas, más aun documentales, tratando del periodo de la dictadura, es bien conocida. Hay que ver si el trato más “Light” del tema podría cambiar las cosas en el caso de Nostalgia de la Luz.