Notas al margen de una película nacional
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Señoras Helena Huneeus de Lindholm, Gabriela Huneeus de Izquierdo, María Petit de Huneeus, Luisa Larrazábal de Sutil y señoritas Hurtado Edwards, Amenábar Prieto, Langlois Délano y Tupper Huneeus, intérpretes de «Luz y Sombra».

No hablemos ni de la mise en scéne ni de los interiores lujosos, que por lo demás no sirven más que de marco a una producción cinematográfica que haría honor a cualquiera firma europea o norteamericana: es un tour de forcé realizado. El argumento pertenece a Francisco Huneeus Salas, y cada escena ha sido estudiada y dibujada por él hasta en los más pequeños detalles. Esta conciencia en el estudio de las escenas es sin duda lo que ha hecho de la película una de las mejores producciones de la cinematografía nacional.

La elección de los paisajes es un triunfo y se ve la sabia elección de nuestro conocido artista dibujante Jorge Délano (Coke). En ellos muestra la majestad de nuestra naturaleza donde las líneas y las musas picturales afirman una vez más la grandiosidad de nuestros panoramas de los cuales un gran decorador sabría sacar mucho partido.

Se ve en “Luz y Sombra” el trabajo de verdaderos artistas y no de industriales que se ponen a hacer algo que creen llamar arte.

Cada protagonista, además de sus dones naturales, muestra que cada papel ha sido estudiado con verdadero amor, y de allí viene esa naturalidad en el juego, sin afectación en las actitudes ni en los gestos.

María Luisa Amenábar es una figura delicada, de líneas moviles. Sus actitudes demuestran su conocimiento en el arte rítmico; y a pesar de haber sido cada escena muy estudiada no traiciona el estudio. Todo en ella nace espontáneo y no hay duda que se trata de una persona que posee la emotividad artística donde su temperamento es secundado por su concienzudo estudio y con ello realiza un juego mímico perfecto. Raquel Délano, con su asombroso parecido con Anna Palowa, en todo momento se muestra la artista de temperamento nervioso, pero que en ciertas escenas posee un sobriedad en la plástica de sus gestos de una artista que sufre al encarnar su papel; ella también se ve que se sugestiona y vive la vida intensa de la mujer de Chuncho Quiroga.

No vamos a insistir sobre Jorge Délano, artista que en la cinematografía nacional está ya consagrado. Para nuestro primer caricaturista le es de fácil manejo encarnar tal o cual personaje. Pero además es él el que ha realizado con su visualidad la elección de los paisajes y de los interiores donde se desarrolla este vibrante drama. Hay aciertos en los juegos de luces de los paisajes y en los interiores, aunque en éstos últimos se hubiese deseado un poco menos de crudeza en la luz para hacer resaltar más el claro-oscuro.

Es un triunfo la difusión de escena con escena la que se realiza como al pasar de una visión a otra gradualmente, lo que revela técnicamente un esfuerzo digno.

En cuanto a Enriqueta Petit, es lástima que esta protagonista aparezca tan poco en escena dado el conocimiento que tiene de las actitudes, y que lo demuestra al presentarse en la reja, esa actitud llena de gracia y abandono, ese brazo que sube con su línea ligeramente ondulada al hombro y va de allí a perderse a esa nuca ornada con rizos y crespos de los peinados de la época. Podían haber insistido en el desarrollo de las escenas en las cuales actúa la señorita Petit.

No hablemos – y ello es casi imposible – de analizar la actuación de la señorita María Guerrero, ¡qué prodigio de ingenio! Cómo interpreta ese lado cómico de la inglesa puritana, llega al pináculo de la comicidad, pero jamás cae en el ridículo.

El señor Helfmann interpreta su papel con mucha sobriedad, y lo encarna con personalidad y soltura.

Larson tiene una posesión enorme, el cinismo que desarrolla da la impresión viva de la felicidad de los enamorados.

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Coke, director artístico, interpreta el papel del Chuncho Quiroga.

Respecto a Francisco Huneeus Salas, he tenido ocasión de ver sus estudios sobre esta película. ¡Cuánto ha cavilado ese indiscutible cerebro de artista, dotado d múltiples cualidades! El dibuja, siente el color de una manera bastante talentosa y si se contrajera podría ir muy lejos en el arte de la pintora. Filósofo a su manera, siempre buscando diferentes sentidos de las ideas psíquicas, y siempre tratando de descubrir algo nuevo. Y el resultado de su genial juego plástico en “Luz y Sombra”, no es sino el resultado del reflejo de su alma de artista que se exprime y es sorprendida y fijada por el objetivo.

No dudo que muchos espíritus despechados en medio de sus fracasos artísticos encontrarán algunos gestos exagerados, y emitirán sus juicios sin profundizar en nada la mímica ni la palabra de las actitudes de Huneeus. ¡Y qué puede la mezquina crítica ante un temperamento sincero deshordado! Una cosa le queda en medio de su incompetencia… Callarse.

En la escena del taller aparece el muchacho tímido, apocado por el deber, ¡y qué contraste de gestos cuando el muchacho, instigado por el Chucho Quiroga es sorprendido en el atentado!

Huneeus no mira el afearse, ni el hacer gestor crispados que alteren su fisonomía. El lo sacrifica todo a su arte que posee con mucha personalidad.

Luz y Sombra” es un triunfo y no sólo un triunfo nacional, sino que esta película daría luz a cualquiera cinematografía extranjera.