“Mis hermanos sueñan despiertos”, de Claudia Huaquimilla
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El segundo largometraje de esta premiada directora de origen mapuche tuvo su estreno nacional en FicValdivia, conmocionando a la audiencia y logrando transformar una experiencia cinematográfica en un llamado a la consciencia. Se estrena en salas comerciales el 21 de octubre y quien escribe cree que toda persona con el corazón bien puesto debería verla. 

El festival internacional de cine de Valdivia es uno de los escenarios favoritos de lxs cineastas nacionales para estrenar sus trabajos, y una de las cosas más emocionantes de estar acá es ser testigo del momento en que las películas están naciendo ante la audiencia y ver a jóvenes realizadorxs mostrando sus primeros filmes, como en su momento también lo hicieron –en este contexto- Sebastián Lelio, Alicia Scherson y Maite Alberdi, por nombrar algunxs. Fue en este festival que, en 2016, Claudia Huaquimilla estrenó su primer largometraje Mala Junta y fue acá que comenzó el premiado recorrido de esa película al llevarse el galardón a Mejor Película Chilena del festival ese año. Desde ese momento la película comenzó a acumular premios a lo largo de festivales nacionales e internacionales, teniendo además un notable desempeño en salas y una potente presencia en actividades escolares, de cineclubs, universidades y distintos escenarios que hicieron de esta película una de las más vistas del cine chileno de los últimos años. Logro que se confirmó en pandemia, al transformarse en una de las cintas más solicitadas de la plataforma de cine chileno en línea, ondamedia.cl

Por todo lo anterior no fue una sorpresa que el estreno de Mis hermanos sueñan despiertos, segundo largometraje de esta directora, fuera una de las películas que causara más expectación en el contexto del festival. Expectación alimentada, además, porque la película viene de recibir los principales premios del Festival de Guadalajara, uno de los más prestigiosos de la región. La exhibición de esta película ha sido una de las que más ha llevado público en este FicValdivia, la sala Lord Cochrane estaba todo lo repleta que permiten los aforos –en esta edición del festival cruzada por las medidas sanitarias- y el ambiente estaba cargado por saber, además, que los ahí presentes éramos lxs primerxs en ver esta película en nuestro país. Luego de una pequeña presentación a cargo de una de las programadoras del festival, Isabel Orellana, y la productora de la película, Mariana Tejos, nos sumergimos en los 85 minutos del metraje y luego de eso, en los créditos, fue evidente que el estado anímico de la audiencia había cambiado radicalmente, ojos mojados, pechos apretados y la certeza de que no sólo acabábamos de ver una notable película, sino que asistimos a la reivindicación de historias no contadas, de que los miles de jóvenes que están representados en el filme por fin podían mostrar su lado de la experiencia y que quienes les escuchamos ya no podríamos volver a pensarles igual.

Mis hermanos sueñan despiertos es una película poderosa, y su poder está en la verdad y el respeto por lo que cuenta. La narración se centra en dos hermanos que están recluidos en un centro de detención vinculado al Sename, por un robo menor. Llevan más de un año ahí y aún no han accedido a juicio, ni condena. Como ellos, hay muchxs mas vulnerados en sus derechos y que habitan este mundo de restricciones, miedo y desesperanza, en donde se les obliga a dejar el tiempo ir a punta de fármacos y medidas de control. Es en este mundo oscuro en donde la película hace el ejercicio de encontrar la luz que existe en los vínculos entre este grupo de jóvenes, en el humor y el amor que nos recuerda que en ellos aún hay esperanza. Más adelante, la película es brutal en recordarnos que es fuera de ellos en donde está el límite y que es la inequidad de nuestra sociedad y, en particular, el estado y el sistema “de justicia” lo que ha producido esta situación de desamparo en que están los personajes. 

Con un elenco brillante y muy bien afinado, Huaquimilla reafirma su gran talento para la selección de actores y para la dirección de ellos. Desde el novel y muy talentoso protagonista, Ivan Cáceres, hasta todo el elenco de jóvenes que mezcla actores experimentados como Andrew Bargsted (nuevamente brillante), Sebastián Ayala y Julia Lübbert con otros que están en sus primeras experiencias actorales. Claramente la presencia de Paulina García -que interpreta a una profesora que confía en poder inspirar a algunxs de estxs jóvenes y guiarlos hacia un destino más allá de la violencia que habitan- es un tremendo aporte para iluminar este espacio de dolor y desesperanza. La dirección de fotografía, la música, el montaje y el tiempo narrativo están brillantemente manejados para hacer lucir un guión que importa. Como en Mala Junta, Huaquimilla genera un puente entre lxs espetadorxs y los personajes a través de mostrarnos su vulnerabilidad, hacernos reír con ellos y emocionarnos con sus dolores. Mis hermanos sueñan despiertos es una película hermosa, dolorosa y necesaria. Está dedicada a los más de mil setecientos jóvenes que han muerto bajo custodia del Estado en centros vinculados al Sename, dato que aparece al final de la película para recordarnos que lo que acabamos de ver es una ficción que está inspirada en miles de casos que la realizadora y su co guionista y productor Pablo Greene levantaron en una investigación en terreno escuchando y observando a jóvenes reales que inspiraron estos personajes. Mis hermanos sueñan despiertos logra la difícil misión de transformarnos con su visionado, de hacernos responsables de lo que acabamos de ver y de motivarnos a hacer lo que sea que desde nuestro lugar podamos hacer para construir una sociedad más justa para ellos y ellas. Se los debemos.