María Paz González: “Hay una diversidad que está en la calle y que no siempre está en los personajes de las películas”
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En Lina de Lima, su última película, abordó el tema de la migración de mujeres latinoamericanas a Chile con humor y en formato musical. La inusual apuesta, protagonizada por la destacada actriz Magaly Solier, no pudo estrenarse comercialmente en Chile debido a la revuelta social de 2019 y luego por la pandemia. “Fue desastroso en términos de lo que uno pensaba, de lo que queríamos hacer, porque nada de eso se pudo realizar, pero no importa porque han pasado cosas mucho más interesantes”, dice la directora. Actualmente online en Ondamedia.


Eres una directora que viene del documental y Lina de Lima es tu primera película de ficción, que además es un musical. ¿Siempre la pensaste en estos géneros?

La verdad es que nunca me propuse ni tuve como meta hacer una ficción, nunca lo vi desde ese lugar. Siento que cuando investigo para las películas entro con una intención y las cosas se van dando de determinadas formas. En el caso específico de Lina de Lima, partí introduciéndome en el mundo de la migración, encontrando personajes super potentes. En ese proceso me pregunté también cómo se cuenta la historia de alguien que vive una realidad súper distinta a la tuya, pero que también tiene muchas cosas en común, no necesariamente conmigo, pero si con cualquier mujer de cierta edad, de determinadas características, creo que me interesó centrarme en eso.

¿Cuánto en común tienen Hija, tu primera película, y Lina de Lima?

Harto. Por ejemplo, que en ambas la figura de los hombres está ausente en relación con los hijos, son mujeres solas que tienen que proveer, organizar y ese es un lugar que me interesa. También en ambas hay una exploración en los géneros porque Hija es un documental road movie, no es una película de entrevistas clásica, sino que también desplaza un poco ciertos lugares del documental en primera persona. Y Lina de Lima es una película en la que lo musical funciona de una forma distinta al género tradicional. Y, por último, quizás las dos tienen algo que me parece interesante y que es un tono que habla de la vida cotidiana sin la gravedad de una tragedia, con toques de humor para explorar temas que pueden ser complejos, profundos, difíciles de abordar.

¿Lo musical apareció más intuitivamente a medida que avanzaba la investigación?

Sí, apareció de las ganas de querer hacer una película que tenga una veta musical importante y que me permita entrar al mundo interior de los personajes desde ahí. También cuando decido que mi personaje es peruano y que queremos hablar de su identidad y de las cosas que dejó en su lugar de origen, me parece que la música es una manera súper potente, íntima y cotidiana para conectarnos con el pasado de Lina. Además, la música peruana es muy rica y tenía un potencial enorme para ese universo. La música es algo que me importa mucho en las películas y fue siguiendo esa intuición que tomó forma en distintos momentos. Y claro, no es un musical estricto porque de alguna forma en ese género las canciones hacen avanzar la trama, si uno las saca, la historia no debería funcionar bien, pero en Lina de Lima lo musical te lleva más hacía el interior, hacía la profundidad que hacia adelante. 

Una de las cosas particulares de la película es que los temas de migración no se suelen tratar con humor, alegría o con música, sino que mayoritariamente desde el drama ¿Cómo llegaste a ese tono?

Yo vengo del documental entonces no se me ocurre pensar en un personaje de ficción y construir una historia desde lo que hay en mi cabeza, porque sé que es mucho más limitada de lo que podría encontrar en la realidad, entonces parto un poco al revés, parto con una idea, busco esa realidad de alguna manera y es la misma realidad que mi toma forma en el guión. Por ello, la investigación para esta película se hizo en karaokes, se hizo tomando cerveza, se hizo conversando de las penas…así. En ese proceso uno se da cuenta que esas mujeres no son únicamente eso que a veces el cine quiere que sean. Pasa mucho en la representación migrante a veces, como decías, que las películas son mucho más dramáticas, más solemnes porque se piensa que no se puede jugar con cosas que son demasiado serias. Y yo creo que uno puede hablar de las cosas más serias desde un lugar que tenga humor y eso no hace que las cosas dejen de ser importantes o trascendentes, sino que las hace cotidianas. Decir que es una película de migrantes te lleva a una cosa muy de nicho y me parece que hay muchos directores que lo hacen increíble, pero no es el lugar que a mi más me interese para pensar las películas que quiero hacer. 

Además, para los migrantes que llegan a Chile desde otros países de América Latina lo festivo, el carnaval, la música es muy importante, haber quitado eso habría sido desconocer algo fundamental de su cultura…

Absolutamente. Creo que hay una diversidad que está en la calle y que está en las personas que no siempre está en los personajes de las películas. Eso es lo que me interesa a mí ir a buscar, cierta cotidianeidad, cosas que veo ahí. Me parecía interesante buscar otras cosas, esa idea de la peruana que mira pa abajo y dice sí, señora, no señora, yo no la vi tanto en la calle, me encontré mucho más con mujeres que hablaban fuerte, que son buenas para bailar, que son exuberantes, que son divertidas, que quieren a sus hijos pero también quieren agarrarse a alguien, que también quieren que las quieran, que también quieren sentirse felices lejos de su casa. No son unidimensionales las personas, tienen tantas capas y a veces las películas se quedan con una sola, entonces a veces siento que la vida pierde riqueza en esa pasada. 

En Lina de Lima pusiste el acento en la situación de las mujeres migrantes que vienen a Chile a trabajar, que son madres, que dejan a sus hijos e intentan que a pesar de la distancia ese lazo no se quiebre. También son proveedoras, pero que están en Chile solas…

Para mí fue un descubrimiento darme cuenta de que cuando te vas lejos de tu casa para trabajar, en ese nuevo contexto aparece una libertad que ellas nunca antes habían tenido. Muchas veces en su hogar nunca tuvieron un espacio para preguntarte quiénes eran, qué querían o qué era importante para ellas, siempre estuvieron subsidiando, criando. Son mujeres que fueron madres jóvenes, que no tuvieron tantas oportunidades, que han vivido en la periferia, y de repete están lejos, siguen mandando cosas, pero se pueden mirar a ellas mismas lejos y solas. Ese es un espacio que a mí me pareció muy bonito como para abrir una historia, ¿qué pasa si estoy lejos de mi casa y todo lo que tiene que ver con el deber desaparece un poco, pero en el lugar donde estoy nada me pertenece? Es algo muy contradictorio porque los conflictos propios de la migración siguen ahí, pero aparecen elementos que te permiten mirarte de otra manera.

¿Por qué te decidiste por Magaly Solier para protagonizar la película? 

Cuando yo comentaba que la película era sobre una peruana, todo el mundo me decía que tenía que ser Magaly Solier y yo admiraba mucho su trabajo, pero tenía mucho susto porque ella es demasiado espectacular, demasiado folclórica, icónica… ¡es demasiado! (ríe) Busqué muchas actrices y ninguna me convencía, así que le mandamos el guión, nos juntamos y cuando la conocí vi a Lina sentada en la mesa, no tuve ninguna duda que era ella. 

Me di cuenta de que es una gran actriz, aunque no tiene formación universitaria, es una actriz que se ha construido desde la vida y yo me sentía muy cómoda con esa figura porque yo vengo del periodismo, entonces también vengo un poco más de la vida en mi relación con el cine y desde ahí fue un encuentro muy bonito.

La película se iba a estrenar a fines de 2019 y se reprogramó a causa de la revuelta social de octubre de ese año. Luego la pandemia del Covid- 19 obligó a estrenarla digitalmente ¿Cómo ha sido la experiencia del estreno on line?

Fue desastroso en términos de lo que uno pensaba, de lo que queríamos hacer, porque nada de eso se pudo realizar, pero no importa porque han pasado cosas mucho más interesantes.

Siento que la película habla de una desigualdad que está latente y por eso cuando viene el estallido social Lina de Lima sigue teniendo sentido, sigue hablando de Chile, de quienes somos, de este país neoliberal donde se cree que los sueños se van a cumplir y no se cumplen. A nivel de lecturas y de lo que les provocó a los espectadores estuvo super bonito porque aparecieron esas capas que quizás estaban más invisibles o que hubieran pasado más desapercibidas, pero post octubre tuvieron un poco más de fuerza. 

Igual no me achaqué tanto porque tuve la suerte de verla con público varias veces en festivales. Habría sido muy triste nunca verla con público, así que agradezco profundamente haber alcanzado esa mini presencialidad, Luego me puso contenta eso que dices que no está la sala, que es el espacio para el que uno hizo la película, pero ¡qué importa!, las películas no son lo que uno quiere que sean, son lo que percibe el que las ve, y quizás si la experiencia la tienen más personas es más interesante. Además, también se pudo ver a nivel internacional porque estuvo en Estados Unidos donde se emitió a través HBO que la compró.  

Son tiempos inciertos, sobre todo para actividades presenciales como el rodaje de películas, pero ¿estás ya trabajando en un nuevo proyecto?

Sí, estoy trabajando en otro largometraje de ficción, en la etapa de co-escritura con Alejandra Moffat. Se llama Morir de pie y también juega con géneros porque es un thriller que no es tal y que se adentra en el mundo de los pacientes simulados, esos actores de teatro que trabajan haciendo de falsos enfermos. También es una forma de entrar a la muerte y al dolor, pero desde otro lugar.