Además de la fragmentada y precaria existencia de nuestro patrimonio fílmico clásico (películas chilenas de primera mitad del siglo XX), la ausencia de textos que relaten la experiencia personal de los que estuvieron involucrados en el quehacer cinematográfico local es toda una área de desarrollo.
Sobre este género, el memorialista, algo tenemos. Alberto Santana con sus Grandezas y miserias del cine chileno dio un paso decisivo; José Bohr publicó en 1976 sus aventuras; Jorge “Coke” Délano hizo lo suyo con dos libros claves; la actriz Malú Gatica compartió su Memorias para olvidar; Fernando Balmaceda también, con sus De zorros, amores y palomas; Aldo Francia, felizmente, con Nuevo cine latinoamericano en Viña del Mar; Raúl Ruiz y su Poética del cine (que si bien no son confesiones tan personales sí encierra sus teorías y disquisiciones). Pero tampoco hay muchos más.
Qué significativo hubiese sido que otros pioneros o veteranos hayan plasmado –antes de fenecer o envejecer demasiado– sus confesiones, aclaraciones, descargos, vivencias personales o profesionales desde su propio puño y letra. Pienso en Armando Rojas Castro, Edmundo Urrutia, Hernán Correa, Andrés Martorell, Patricio Kaulen; o también: escenógrafos, sonidistas, proyeccionistas, y tantos que podrían haber dejado relatos personales y con ello haber construido un espectro, un Codex, un imaginario más robusto, de proporciones bíblicas.
Pero en fin, afortunadamente gracias a que existe más conciencia sobre la importancia de transmitir aprendizajes propios y peripecias inéditas, las generaciones más recientes (nacidas o formadas a partir de la segunda mitad de siglo XX) han ido no solo haciendo cine sino también problematizando el oficio, pensándolo, evaluando, relatando y transmitiendo eso que la imagen y el sonido en sí solo constituyen una parte. Hoy los blogs, y los espacios digitales en general, algo de esto posibilitan. No obstante, el papel y su materialidad (pero sobre todo la edición) aún es algo más o menos estable, sólido, y con otro tipo de alcances y proyecciones, que en la abrumadora vastedad de lo digital.
A fines de abril el cineasta, pintor y director de TV Rodrigo Gonçalves lanzó su libro Imágenes de un retrato de cinematográfico (J. C. Sáez Editor, 2013), que si bien puede caber en esta categoría literaria también es más: una bitácora, un mural, un manifiesto, una consciencia lúcida y activa en función de casi cuatro décadas atiborradas de viajes, encuentros, desencuentros, choques culturales, adaptaciones, acomodos, y conclusiones respecto los vaivenes de la política y los poderes.
Si bien el libro narra –a modo de memorias– vivencias íntimas éstas siempre se vinculan estrechamente a las actividades que más importaron en la vida del autor: la pintura, el cine y el pensamiento crítico en su más amplio sentido. El relato parte en 1973, a pocos meses del golpe, cuando Gonçalves estudiaba arte y comenzaba a vincularse al cine a través de ChileFilms. Continúa, luego, con la catástrofe ya conocida y los años posteriores, donde la pauta estará marcada por la necesidad urgente de adaptarse y salir adelante en un clima hostil. Así llega a Suecia donde continúa sus estudios, luego filma en Chile un documental sobre la compleja situación durante 1983; posteriormente reside en un Mozambique con una revolución aun fresca, un país que vivió durante toda la década del 80 una constante presión desde Sudáfrica con su tristemente conocido sistema de segregación racial y boicot económico. Y, luego, la vuelta a Chile… a la Democracia.
El texto está narrado de forma fluida y directa, y a pesar de recorrer tragedias (el Golpe, situación en África, enredos, malas prácticas y contradicciones que observó en respetados próceres del cine internacional), posee innumerables escenas donde no solo se reflexiona con mordacidad sobre la necesidad de pensar el pasado reciente de Chile, sino en cómo se va luego configurando la realidad nacional con la Concertación y sus nauseabundas prácticas. Prácticas donde la cultura –siente Gonçalves– quedó en manos de criterios mercantiles que hoy, con fondos y un cierto cambio de mentalidad nacional, aun persisten, e incluso se acentúan, marginándose planteamientos que pareciera ser que “no venden”. Pero el cineasta también propone. El libro tiene, de hecho, un apartado con atendibles consideraciones sobre cómo mejorar aspectos de las políticas culturales.
Dialogamos con Gonçalves sobre sus periplos, sobre el Chile post-golpe, el (auto)exilio, Europa y el tercer mundo, la ética vinculada al registro de la miseria, el cine documental, sobre un proyecto inspirado en Sergio Larraín, y sobre otro de los temas que más le importa: el tratamiento del material de archivo y los derechos de autor, tópico que se aborda constantemente en el libro.
1. Chile – 1975
Cuentas en el libro que luego del Golpe asististe a algunas cátedras de Kerry Oñate [crítico, docente e investigador de cine y música] ¿Como se vislumbraba la actividad cinematográfica en Santiago, cómo era el ambiente? Pues si bien muchos profesionales de Chile Films fueron exonerados o perseguidos, otros tuvieron que seguir trabajando o desarrollando sus actividades.
Participé en los seminarios de Apreciación Cinematográfica, y de Cinematografía, que impartía Kerry Oñate, en la Universidad de Chile, Dirección de Perfeccionamiento del Personal. Esto fue durante todo el año 1975.
Eran mis inicios en el cine, mis vínculos con cineastas habían desaparecido con la expulsión de la gran mayoría de quienes trabajábamos en Chile Films. Muchos cineastas desaparecieron o ante el llamado de las autoridades, no se presentaron. Esto provocó un gran distanciamiento entre nosotros. Yo pude trabajar con cineastas, lo que se acercó a la publicidad. Me dediqué un tiempo a trabajar como dibujante de animación. La producción cinematográfica estaba casi completamente desaparecida. Logré trabajar como asistente de cámara en un documental titulado -creo- “Chile es Así”. Nunca logré verlo. Lo dirigía Sebastian Domínguez, y era un encargo de la dictadura para mostrar al mundo la belleza del paisaje chileno. Esto a modo de contrarrestar la campaña del Marxismo Internacional, como decían por esos tiempos.
2. Exilio
La denominación «exilio» para las nuevas generaciones carece de sentido pleno, pues no ha sido experimentada y solo la conocemos de oídas. Además, está circunscrita a una época y generación particular. Por ello, me parece importante profundizar en este transe y dilucidar: ¿te exilias o te exilian? Y a la vez, retrotraernos a esa época y saber cómo y cuando, específicamente, se materializa esa decisión o imposición en tu caso, pues, para muchos chilenos opositores activos o no al régimen militar aquella experiencia no se concretó (pienso en Cristián Sánchez, Carlos Flores, Silvio Caiozzi, y un largo etc).
En mi caso, no me exilié. Yo estaba casado con una diplomática sueca que trabajaba en un organismo internacional en Chile. En diciembre de 1977 decidimos irnos del país, nos sentíamos asfixiados. Era muy complejo trabajar, relacionarse durante ese tiempo, y menos crear vínculos de trabajo. Uno desconfiaba de todos y todos desconfiaban de uno. Yo no era parte de alguna red de amigos en el cine. Recién me iniciaba.
La realidad era compleja, no ofrecía posibilidades, todo se tenia que realizar a oscuras. Fue así en forma clandestina que tuve que trabajar más adelante, cuando vine en 1982 y 1983, a realizar dos documentales.
3. Prohibido filmar
Luego de realizar el documental Rebelión Ahora (1983) surge una orden de arresto en tu contra, ¿cuáles eran los cargos y por qué persistían hasta el Chile de 1990? Hoy en día parece impensable que alguien pueda ser perseguido por estar involucrado en la realización de una película, por disidente o crítica que ésta sea.
El film, Rebelión Ahora, inicialmente pretendía mostrar la implementación de la privatización de la educación en Chile. Pero cuando vine en agosto a Chile ya habían surgido una serie de diversas manifestaciones en contra de la dictadura.
Los jóvenes estudiantes realizaban manifestaciones enfrentándose a las fuerzas de carabineros y a los agentes ocultos del régimen. Los mineros, las tomas de terreno, las brigadas rodriguistas, eran parte de ese abanico de gente que comenzaba a atreverse a manifestar. Habían perdido el miedo. Ante esa nueva realidad decidí que el film debía empaparse de ese espíritu, fue así que buscamos filmar escenas de este conflicto. Logramos coordinar con unos integrantes de las brigadas rodriguistas para filmarlos cuando planificaban las futuras acciones.
Una de las filmaciones fue en un subterráneo, en la comuna San Miguel. Allí captábamos la fabricación de los explosivos que posteriormente serian instalados en forma tal que las torres eléctricas fueran cayendo en cadena.
La filmación de esa noche fue descubierta por algún soplón, quien dio cuenta a la policía. Muy temprano, al día siguiente, fueron arrestados tres participantes de esa filmación. Las torturas a la que fueron sometidos les hizo dar mi nombre y la información de la realización de este film. Yo logré salir del país con ayuda del Consulado sueco. Desde ese instante quedé con orden de arresto.
Fotograma de Rebelión Ahora (1983)
4. Sensibilizar
Me llama la atención que das bastante énfasis a los premios que recibieron tus documentales en festivales internacionales, espacios que a la vez clarificas servían para concientizar a los europeos sobre la tenaz situación que vivía el denominado tercer mundo. ¿Sentiste o sientes que haber filmado la compleja o incluso miserable situación social que padecía Mozambique tuvo consecuencias positivas en aquella sensibilización buscada? ¿Cómo evalúas esas películas que para bien o para mal exponían crudamente el África que los europeos necesitaban ver?
Mozambique venía recién de lograr su independencia de Portugal en 1975. Frelimo, el movimiento de liberación que asume el control del país en la independencia, era parte de los países de la orbe socialista en el mundo. Aún existía la Unión Soviética y el muro de Berlín. Se intentaba implementar el “Socialismo Científico”, en un país con más del 90% de analfabetos, pero así eran esos tiempos. Todo era blanco o negro, eras de aquí o de allá. El Ministerio de Información era quien decidía qué film reflejaba el sentir oficial y postulaba los filmes a los festivales. Yo, un descendiente de portugués en una ex colonia: no era fácil ser aceptado. Fue tanto el cariño y el impacto que me produjo conocer el pasado colonial y la lucha presente por lograr mejorías sustanciales para la gente, que no me cabía otra posibilidad que sentirme uno más de ellos y aportar, con mis filmes, para hacer ver al mundo las injusticias. Desenmascarar el apoyo solapado que daban países europeos y Estados Unidos al régimen de apartheid, principal agresor de Mozambique y toda la región austral de África.
En algunos casos lográbamos prensa en los festivales, la gente concurría en gran cantidad, luego de cada muestra de los filmes se producía una conversación con el público, todo esto servía. Pero también existía el complejo panorama de sufrir la censura de algún país “amigo”, el cual no concordaba con el acuerdo de paz que había suscrito Mozambique con su enemigo principal, Sudáfrica. En ese mismo tiempo EEUU firmaba pactos con la Unión Soviética. La prepotencia del primer mundo contra el tercer mundo no ha cesado.
Fotograma de Mozambique, imágenes de un retrato (1987)
5. Fuego amigo
Cuando tu residiste en Mozambique (1983-1990) aquel país estaba bajo un sistema político de izquierda. Sin embargo también experimentaste el tufillo del estado policial al intentar montar un emprendimiento independiente en un sistema donde aquello era considerado poco menos que una perversión “capitalista”. Por lo tanto, cualquiera que intentara aquello era sometido a sospecha y vigilancia. Ahora, de alguna u otra manera, Allende y su proyecto iba a convertirse tarde o temprano en eso, ¿no? O era al menos lo que temían muchos: el famoso “totalitarismo marxista”, que en estricto rigor sí se dio en muchos países.
En Mozambique en esa altura solo existía el partido Frelimo, ex movimiento de liberación. El mundo estaba dividido, como lo expliqué antes. Mozambique, una vez que cayó el muro de Berlín, se encontró desamparado y debió abrirse al mundo globalizado y economías más abiertas. Pero esto debía ser un proceso lento, no era fácil cambiar la mentalidad, no solo del ciudadano común, sino de los militantes. Yo me adelanté un poco a los tiempos y así me lo hicieron saber las autoridades. Hoy, la realidad es absolutamente diferente, el emprendimiento privado es una realidad. La producción del cine casi no existe: el Estado dejó de sentirse responsable de su existencia. La cultura en general sufre hoy la falta de interés de los privados. Algo semejante en nuestro país.
En cuanto al período de Allende -que fue muy breve, solamente tres años- no había ninguna posibilidad que se instalara el “totalitarismo marxista”, por que no era objetivo del gobierno de Allende. Allende fue elegido democráticamente, el gobierno era absolutamente constitucionalista. Chile no iba a ser una nueva Cuba. Chile, como lo decía Allende, era una revolución con empanada y vino tinto.
La izquierda chilena –incluyendo al partido comunista– no han tenido nunca como objetivo implementar un estado totalitario. Esa idea ha sido permanente campaña del terror de la derecha que intenta crear el miedo. Hoy, si el gobierno actual implementa todo lo prometido, pienso estaríamos viviendo una verdadera revolución, para los tiempos actuales.
6. Volver
Un tópico emparejado al asunto del exilio es la idea del “volver”. Puede ser una pregunta obvia, pero, considerando que en Mozambique había trabajo o también podías vivir en Suecia: ¿por qué volver a Chile? Digo, muchos se quedaron en los países donde llegaron, rehicieron su vida y -según como narras en el libro- tu vida afuera parecía próspera. En cambio en Chile había incertidumbre y más tensión por todo lo que significaba el retorno a la democracia y la repartija de poder y cargos.
Yo me siento parte de esos tres países, hablo sus idiomas, tengo la doble nacionalidad. Sé que me bajo del avión, arriendo un coche y me dirijo donde desee en esos países. Ese sentimiento no lo perderé nunca. Estoy permanentemente ligado con amigos vía Skype, Facebook, o los visito. Son parte de mi vida y personalidad.
Volver era un desafío. En ninguno de los tres países tenía redes que me pudieran facilitar mi futura vida. En Chile viví siempre en barrios populares, con gente maravillosa, que aún convivimos, pero nadie tiene apellido vinoso o importante. No estudié en colegios con nombre en inglés. A suecia llegué a los 27 años, sin pasado local, sin amigos ni barrio. Una vez que estudié cine, partimos a Mozambique. Dejé o perdí la conexión con mis compañeros de estudio. En Mozambique logré realizar 23 documentales, participé activamente en la vida cultural del país. Me sentí parte de ellos –lo sigo sintiendo–. Ahora en agosto viajo a filmar un nuevo documental, ya estuve hace un par de años cuando realizaron una retrospectiva de mis documentales en el Festival de cine Dockanema.
Chile representa un desafío –me encantan–. Chile no es más que Mozambique y mucho menos que Suecia, pero aquí falta mucho por hacer, aquí es donde siento que puedo trabajar, crear, y finalmente aportar. «Off the Record» (N. del E: programa cultural de TV) es un aporte que hacemos con Fernando Villagrán. Hace 18 años que fabricamos una ventana indiscreta en estas casas de televisión. Ha sido un permanente desafío poder mantener el programa al aire, tenemos cuero de chancho, sabemos que vivimos de la limosna del sistema privado que nos domina, pero por la Cultura, por el Arte, no nos da plancha o vergüenza estirar la mano.
7. Derechos de autor
Uno de los temas que siento más desarrollas es el trabajo con material ajeno (la resignificación y el procesamiento experimental de la imagen y el sonido) aun cuando esté adquirido por los conductores regulares o no. Das bastantes ejemplos interesantes y teorizas al respecto. Ahora, cuando te refieres a este tema: ¿planteas que uno debería poder utilizar libremente material audiovisual ajeno sin mediar autorización, aun cuando a partir de esta práctica se obtengan beneficios económicos? Es decir, ¿no te aproblemaría que alguien utilizara tu trabajo sin mencionarte ni consultarte, y que pudiera además exhibirlo, difundirlo y redituar con aquello?
Aquí te respondo con mi Manifiesto. Fue el texto que leí en el lanzamiento del libro y que varias personas dijeron que era un verdadero manifiesto. Me pidieron copia y me creí el cuento y aquí esta.
MANIFIESTO
Imágenes de un Retrato Cinematográfico
“Soy un ladrón, un tránsfuga de los testimonios y experiencias de otros, para el enriquecimiento de mis trabajos artísticos, tanto en el cine, la televisión, y la pintura. Hoy los recojo en este proyecto de libro, con el cual pretendo devolver todo lo robado, lo usurpado, y junto a mis propias experiencias, que puedan transformarse de alguna manera en un GPS, que permita acortar el largo camino a todos quienes deseen tomar atajos, en este difícil camino de la vida, intentando hacer cultura”.
Este libro es la sumatoria de mis vivencias y experiencias cinematográficas, unidas a cientos de apuntes recogidos en más de 43 cuadernos de notas, acumulados desde 1977, año en que partí de Chile, hasta el presente.
Hacer cine con retazos, eso es “ZAPPING BIRTHDAY TO YOU”.
Este film que han visto, es un pequeño ejemplo de lo que planteo en el libro “Imágenes de un Retrato Cinematográfico”.
Mi planteamiento, mi poética a través de la imagen proyectada es un cine de colaboración -un cine colectivo-, un cine realizado entre amigos, sin censuras, un cine sin límites.
Este film se realizó con imágenes que pertenecían al proyecto de mi largometraje, “HORCÓN, AL SUR DE NINGUNA PARTE”. A esas imágenes, se sumaron escenas de algunos documentales que realicé en Mozambique y otras del siempre bien dispuesto co-productor asociado, “YOUTUBE.COM”.
Al igual que en mi film, “PRE-APOCALIPSIS”, que contó con la importante participación del Premio Nacional de Literatura, Armando Uribe.
“ZAPPING BIRTHDAY TO YOU”, fue realizado con el aporte creativo de amigos artistas, que no sólo trabajan cuando hay un Fondart de por medio, sino que cuando hay una idea, un tema político-social-cultural que nos motiva.
La fórmula usada es muy simple: respetar la creación individual puesta al servicio de un trabajo colectivo.
Una vez que Pablo Pinto, artista editor de video, había concluido un primer montaje de Zapping, contacte al poeta Elikura Chihuailaf, para involucrarlo en el film.
Me interesaba mucho que Elikura, con su personal lenguaje poético ancestral, se expresara respecto al tema del deterioro ecológico y la consecuente degradación humana, que afecta nuestra convivencia, en Chile y en distintos lugares del planeta.
La música, compuesta por los maestros Cristián López y Graciela Muñoz, es también reflejo de la libre creación. Creadores de sugerentes paisajes sonoros, que van dando forma y sentido a esta creación colectiva. Y la guinda de la torta la puso Julio Jung, con su voz plena de matices y sonoridades, quien, con entrañable amistad y visión, aceptó grabar el poema de Elikura en el living de su departamento, en un simple Iphone.
Como dije anteriormente, en relación al libre uso de imágenes de diversa procedencia, lo que no quiere decir de dudosa procedencia.
Yo planteo en este libro que los cineastas del tercer mundo, que nos sentimos parte comprometida y activa de este mundo, tenemos el derecho de apropiarnos, de recuperar nuestras imágenes, aquellas que las transnacionales de la información han ido capturando por el mundo; registrando así nuestra diversa, dramática y rica realidad, sin pagar derechos a los propietarios de esos rostros muchas veces llenos de dolor.
Todos sufrimos cuando vimos la imagen de esa niña vietnamita corriendo desnuda, mientras su cuerpo ardía por causa de las bombas de napalm norteamericanas. ¿Ustedes creen que esa niña recibió algún pago por los derechos de su imagen? ¿Ustedes creen que las grandes cadenas de televisión pagaron a los miles de iraquíes heridos durante la invasión de los EE.UU. y Europa a Irak? ¿Creen que en el terremoto del 2010, esos corresponsales pagaron a nuestras víctimas?
Si ellos no pagan cuando cubren una noticia en el tercer mundo, ¿por qué deberíamos pagar a las transnacionales por el uso de nuestros propios rostros, de nuestras dramáticas imágenes?
¿Ustedes creen que Patricio Guzmán pagó a cada persona que aparece en las escenas captadas antes y después del Golpe de Estado? Esas imágenes deberían ser patrimonio de todos.
Fotograma de La Batalla de Chile, Parte I (1975)
Yo planteo el derecho que tenemos los cineastas -del llamado tercer mundo- a usar las imágenes de documentales, de reportajes y también aquellas que la gente sube a Internet; hacerlo nos permite expresarnos, y de esta manera poder decir que estamos presentes en este mundo. Utilizar esas imágenes nos facilita romper el monopolio de la “verdad”, que nos venden, que nos imponen “las mass media del primer mundo” y que nuestra televisión tan gentilmente compra.
Hoy más que nunca, cuando nuestra televisión está sumida en la farándula, cuando nuestros noticieros son simple crónica roja y largas notas de propaganda comercial, necesitamos crearnos una alternativa que nos permita conocer otras realidades, ampliar nuestros horizontes mentales, culturales; esa posibilidad la estamos creando por esta vía.
El derecho de autor que nos impone el primer mundo no nos permite tener opinión. Simplemente nos silencia.
Para completar nuestro circuito de diálogo, de comunicación, y poder llegar con nuestra opinión a la gente, se impone la tarea de incorporar espacios donde podamos debatir, comentar, confrontar nuestros puntos de vista.
El Estado se ha preocupado de repartir dinero para calmar el ímpetu de los artistas, pero falta resolver cómo hacer para que esos trabajos artísticos lleguen a buen destino, es decir, que permitan que la gran mayoría de nuestros compatriotas, independiente de la región donde vivan, tengan la oportunidad de apreciar, disfrutar, enriquecer su mirada, y ampliar su horizonte. Solo así el Arte, y la Cultura estarán colaborando en construir una sociedad más participativa y consciente, más igualitaria, más justa, más respetuosa de la diversidad y de lo nuevo.
Existe, a lo largo del país un sinnúmero de Centros Culturales y Bibliotecas… Usar esos espacios, transformarlos en verdaderas plazas de la cultura, nos permitirá lograr nuestro objetivo, y esto “antes que sea demasiado tarde, ya que no hay nada peor que demasiado tarde”…
8. Horcón
Pienso en Horcón, al sur de ninguna parte y ese pasaje donde mencionas que la empresa Microfilms no se movió lo suficiente para la promoción y la difusión. Pero también me pregunto, durante o antes de llevar a cabo este proceso nuevo para ti (realizar ficción), ¿consideraste el cómo se iba a conectar con una determinada audiencia? o ¿Cómo abordaste el asunto del marketing?, pues, independiente del legítimo contenido de una película y sus profundos alcances poéticos o vivenciales, toda pieza puede o debe “venderse” (y aquella palabra no alude necesariamente a algo demoniaco sino simplemente a conocer el terreno en el que uno se mueve para no perder dinero, ya sea propio o ajeno).
Horcón, al sur de ninguna parte, era una apuesta experimental, hacer un film diferente, con un tema complejo. Abordar el golpe de estado, desde la perspectiva de una caleta de pescadores donde militares enanos realizan el golpe de estado, era un riesgo. El golpe de estado es quizás el momento más importante de nuestra reciente historia. Aun no se han curado las heridas, aun no se han castigado los culpables, es muy sensible el tema.
Yo sabia que este film seria apreciado u odiado, acogido o ignorado. No pretendía portadas de prensa. Rechazé hacer la premier en el Hoyts de la Reina, preferí hacerlo en Matucana100, ese espacio era más acorde con mis criterios.
Cuando fui a las oficinas de Andes Films –quienes me ofrecían distribuir el film en Chile y Perú–, al salir del ascensor rumbo a la oficina, me encontré con un enorme Peter Pan, Blancas Nieves, y creo que Pluto andaba cerca. Me pregunté qué mierda hago allí entre esos personajes tan ajenos a mí. Salí rápido del edificio y me inscribí para participar en las reuniones con los productores que estrenaban ese año. Cuando oí a Rodrigo Orellana decir que estrenaría el documental Allende, El Baño, de Gregory [Cohen], Actores Secundarios, no dudé, y de inmediato lo contacté y le dije que quería que vieran mi film, por que deseaba que ellos lo distribuyeran.
Fueron muchos los filmes que esa pequeña, pero valiente distribuidora asumió. Horcón, viaja por Internet, yo regalo copias frecuentemente, la librería Karma, me hace entrega de un chequecito de vez en cuando que me alcanza para cambiárselo por un bello libro de cine.
Fotograma de Horcón, al sur de ninguna parte (2005)
9. Sergio Larraín
Actualmente hay toda una revisión en torno al trabajo y la misteriosa vida del fotógrafo Sergio Larraín, específicamente a raíz de su reciente muerte. Han aparecido publicaciones y toda clase de propuestas eventualmente inspiradas en él. Y de hecho tú estás cavilando ahora una película inspirada en su figura. ¿Qué sientes que podría aportar a lo ya publicado o especulado una película como la que pretendes realizar? ¿Es importante que un proyecto de esta envergadura, con todos los costos asociados, tenga algo significativo que decir o basta el profundo y circunstancial deseo de un autor?
Como lo expreso en el libro, creo que hoy existen las condiciones reales para el surgimiento del verdadero cineasta autor. Tal como el escritor, el poeta, el pintor que van por la vida con su obra bajo el brazo. El costo de los equipos digitales de captación y edición de imagen son bajísimos. También existe el circuito de exhibición mundial a nuestra disposición: Internet. Hoy es posible que una persona o un mínimo de éstas, puedan producir una obra cinematográfica. Será solo el talento, lo que haga la diferencia entre una “película” y un “Cine de autor”. Película, cualquiera la puede hacer.
Mi intención es hacer un film inspirado en Larrain, en el que se refleje que estar en el mundo significa estar con la problemática que lo afecta. Creo tener vivencias muy diversas, en diferentes países y situaciones que me han marcado en la vida. Me interesa mucho que el protagonista exprese esa sabiduría que da la vida, pero una vida en el respeto, en la convivencia con lo diferente, esa experiencia que otorga el conocimiento de otras culturas. Yo he tenido la suerte de experimentar vivencias muy enriquecedoras, pero que no otorgan el derecho a tener la verdad, simplemente a poder exponer un punto de vista. Larrain me inspira todo aquello y mas. Su fotografía expresa ese mundo, ese sentimiento, esa emoción. Yo pretendo con mi film recrear un personaje que viene de vuelta, que no es conflictivo, que razona, que busca el dialogo, el compartir con el otro. En resumen, un film que convoque a la reflexión. Un cine por amor al Arte.
Fotograma de La Casa del fotógrafo (Gregoria Larraín, 2013)
10. Chile hoy
“Esa sensación que experimenté en aquellos años [dictadura] es muy similar a lo que siento en el Chile de hoy”. (Pág. 20)
Esta cita corresponde a una pasaje de tu libro. Ahora, pienso, en el Chile de hoy no hostigan a la gente en la calle, no hay policías encañonándote indiscriminadamente, no hay tortura, la censura previa se acabó, uno puede expresarse con más o menos libertad; marchar, criticar, parodiar, hay recursos –precarios, de acuerdo– para desarrollar proyectos culturales, etc. ¿En qué sentido planteas esa similitud?
Naturalmente que en el Chile de hoy no existe la tortura, el miedo, el exilio. Cuando vivíamos en dictadura, pensábamos, soñábamos que en un futuro cercano podríamos construir una sociedad más justa. Hoy veo que no hemos logrado esa justicia, que nos han transformado en objetos del consumo, madre todo poderosa de este sistema desregulado de mercado. La tristeza es que hoy en democracia no hemos conseguido discutir qué país queremos construir, hacia dónde deseamos avanzar. En dictadura no lo podíamos pensar, debíamos luchar, sobrevivir. Hoy es diferente, pero no lo hacemos. El problema es que el futuro no es lo que era.
Fotograma de Pre-Apocalipsis (2010)