La batalla de «Caliche Sangriento»
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LA AGITADA y larga pugna surgida alrededor del film chileno «Caliche Sangriento» despertó el interés del público durante varias semanas. La historia de esa polémica ya es ampliamente conocida: el film fue rechazado por el Consejo de Censura Cinematográfica, pero posteriormente esa decisión fue revocada por el Tribunal de Apelaciones, integrado por el Ministro de Educación. Máximo Pacheco, el presidente de la Corte Suprema. Ramiro Méndez, y el presidente del Colegio de Abogados, Alejandro Silva Bascuñán. El fallo de este Tribunal estableció que el film podía exhibirse, dentro de la clasificación de tercera categoría, es decir, para mayores de 18 años. Aquí se produjo otra situación conflictiva: el productor del film, Alejandro Villaseca, había propuesto al Tribunal eliminar dos carteles ubicados al comienzo y al final de la película, uno en que se agradece la colaboración del Ejército y otro donde si pone que la guerra costó 25 mil muertos a Chile, Perú y Bolivia, para que el salitre quedara en manos del capitalista Inglés North. A ello se agregó la posición del distribuidor de la misma producción, Eduardo Trabucco, quien manifestó en carta, al Tribunal que «no se han hecho cortes a la película, sino solamente se suprimieron dos secuencias, una sin importancia al comienzo del film, que se refiere a los agradecimientos al Ejército, y la otra que es el cartel que figuraba después del fin de la película».

Esto condujo al director Helvio Soto a elevar su protesta: «Hoy se corta un cartón; mañana una película», declaró. En este sentido. Soto ha tenido una amplia acogida en los diversos medios informativos. Ahora, buscando otra faz expositiva del problema, hemos entrevistado al productor, al hombre de los pesos de esta aventura fílmica, tal vez una de las más debatidas en la historia del cine chileno.

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HABLA EL PRODUCTOR

Alejandro Villaseca, un industrial joven y reposado, nos recibe en sus oficinas del sector de Providencia, junto a su abogado Waldo Violic. En una de las paredes hay un afiche de «Caliche Sangriento«. Helvio Soto pretende aparecer como víctima-héroe de la burguesía -nos dice—. No quiere que piensen que todo lo que ha pasado con «Caliche Sangriento» es un recurso publicitario. Después de todo, ha estado actuando en beneficio de él mismo, sin importarle la situación en que quedan sus compañeros, actores y técnicos, ni la mía, que soy el productor.

Villaseca y Soto firmaron la creación de una sociedad llamada «Industrias Cinematográficas Latinoamericanas», el día 31 de enero de 1969. Hacia tiempo que deseaba hacer una película -cuenta el productor— dedicada a los niños, por razones muy especiales. Pero cuando conocí a Soto, él me convenció de que había que hacer películas comerciales y que la idea mía no dejaría ganancias. Poco después me presentó un proyecto por 242 mil escudos para hacer «Caliche Sangriento«. A primera vista parecía demasiado barata, pero él dijo que por ser Helvio Soto conseguiría muchas cosas prácticamente gratis. Recuerdo que yo mismo le ofrecí trabajar como socios. El contrato de la sociedad —ahora en vías de disolución— decía que el fin die ella era producir películas cinematográficas.  Helvio

Soto se comprometía a poner la mitad del capital  Pero llegó el mes de agosto y un día apareció en mi oficina, sintiéndose muy comprometido. Por una parte no podía aportar el dinero acordado, y segundo, venía urgido por cobrar, por adelantado, los intereses de la película. Eso me pareció mal, puesto que toda empresa tiene que capitalizar. Entonces acordamos que Soto vendía su parte en la sociedad, librándose así de pagar el aporte. Conservo en cambio un sueldo como director.»

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LA ETAPA DE FILMACIÓN

«Con lo anterior —continúa el productor- pareció resolverse el problema de Soto. Pero volvió a mostrarse raro, cuando yo empecé a exigir que se cumplieran los contratos con el personal. Yo pedía nada más que trabajara y eso lo calificó como actitud incomprensible. Para mi era lo normal, ya que yo estaba pagando los honorarios estipulados en la fecha que correspondía, lo cual, tengo entendido, ocurre por primera vez en Chile en el ambiente cinematográfico. También recuerdo aquel primer día de filmación en el Norte. Había tal desorganización que los tres jeeps con que contábamos partieron con rumbos diferentes, es decir, los actores para un lado y los cámaras para otro.”

Según expresa Villaseca, el director había previsto que podría ocurrir algo en el Consejo de Censura Cinematográfica por culpa de los carteles, uno colocado al comienzo de la cinta, y el otro al final. «El propio Helvio Soto estaba de acuerdo en sacarlos si era necesario, ya que no aportaban nada, por ser solo un resumen. Después vino el problema con el Tribunal de Apelaciones. Alguien de ese organismo me llamo por teléfono para pedirme que retirara los carteles porque de lo contrario la rechazarían. Yo acepté teniendo en cuenta la posición de Soto respecto a esos afiches. Pero enseguida tuvo otra de sus extrañas reacciones y anunció que disolvía la sociedad nuestra. Es absurdo todo esto. Su gente, actores y técnicos, va a perder la oportunidad de ganar tal vez la mayor cantidad ganada hasta el momento por alguien que trabaja en una película chilena. Por eso pienso que Helvio Soto está sólo defendiendo una posición que no conduce nada más que a un beneficio personal. Creo que ésta es la primera y última vez que formo sociedad con artista”.

Villaseca continuará haciendo películas, pero sin volver a asociarse. Por el momento enfrenta una delicada situación económica. El costo total de la película, pagado hasta ahora, es de 484 mil escudos, mas del doble del presupuesto inicial. Por pagar hay 200 mil escudos, mucho material virgen e implementos ópticos importados.

Alejandro Villaseca está tranquilo y hace estas acusaciones sin alterarse. En el momento de escribir estas líneas manifiesta que el distribuidor, Eduardo Trabucco, no tiene problemas y que el estreno de «Caliche Sangriento» se hará en Santiago, en diez salas simultáneamente. «Nada podrá alterar esto —termina Villaseca-, porque hay un contrato firmado. Por lo demás, la disolución de la sociedad no afecta en nada a la película.”

En el momento de editar la presente información (y cuando ya se anunciaba el estreno del film), Villaseca señala que la película será perfectamente comprendida por los espectadores, sin necesidad de recurrir a los ya tan discutidos carteles.