“La amarga verdad”
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En “La amarga verdad”, la película que acaba de presentar Chile Films, se hace visible la experiencia de Carlos Borcosque. Hace más de veinte años, cuando Nicanor de la Sotta se empeñaba en representar unos dramas desgarardores, Borcosque empezó sus animosas correrías cinematográficas. Su actividad era impresionante. Hizo varias películas. Su “Martín Rivas”, fue la obra grande, ambiciosa, que todo los principiantes pretenden ejecutar. Fue más proyecto que realización, pero ya dejaba ver sus condiciones de director. Después se fue a Hollywood, colaboró en los grandes estudios y adquirió los estimables conocimientos que hoy posee. Luego ha trabajado en forma brillante en la República Argentina y ha dirigido varias películas que nuestro público ya conoce.

Borcosque sabe lograr efectos dramáticos, efectos fotográficos, efectos psicológicos. Hace un cine de contrastes violentos y de rápido desarrollo. En “La amarga verdad” se ha valido de un argumento bastante melodramático para presentar situaciones teatrales que con toda seguridad agradaran a los espectadores. Ha sabido explotar las condiciones artísticas de cada uno de los elementos de su elenco, y así vemos actuar muy acertadamente a Carlos Cores, Plácido Martín, María Teresa Squella, Ricardo Moller, y sobre todo, a Rodolfo Onetto, que está muy sobrio y tranquilo.

El argumento es excesivamente complicado y descansa en una circunstancia inverosímil. En una gran mansión, al mismo tiempo que nace el hijo de la señora, nace el hijo de una empleada. Aceptamos la coincidencia. Pero consideramos inverosímil que la empleada encuentre ocasión para cambiar los niños, y darle el suyo a la señora y quedarse ella con el otro. Y en esa casa, que es casi un palacio, no había nadie, ni el médico que atendió a las dos, ni ningún  pariente que reparara en el cambio. Y si reparó en él, guardó silencio durante veinte años.

Pero si el argumento es falso, hay muchas escenas interesantes y de fuerza dramática, y, en general, la fotografía y el sonido están bien.