Impresiones cinematográficas: «La respuesta»
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El documental de largo metraje producido y dirigido por Leopoldo Castedo sobre los pavorosos efectos de los terremotos de mayo del año pasado en la ciudad de Valdivia, y sobre la llamada “Operación Riñihue”, no sólo constituye un documento histórico de inapreciable valor, sino también una muy notable realización cinematográfica, si se consideran la economía de elementos con que se afrontó la filmación, y las circunstancia dificilísimas que predominaron en el curso de ella.

Un pulcro libreto, debido a la pluma del propio señor Castedo, rompe en cierto modo, con su castizo buen decir y su clara concisión, los moldes habituales de los textos que acompañan a este tipo de films. Y una patética partitura, especialmente compuesta por Gustavo Becerra, a base de instrumentos de viento y persecusión, contribuye a hacer más emocionante el dantesco desfile de imágenes que la cámara va desplegando ante los ojos atónitos del espectador.

La labor cumplida por Leopoldo Castedo y Sergio Bravo como fotógrafos es extraordinaria, técnica, artítica y periodísticamente considerada. No sólo han obtenido la indispensable nitidez cuando la naturaleza del tema exigía definición en todos los planos, y la nota esfumada u otros efectos especiales, cuando éstos podían aportar al cuadro poesía o sugerencia. También bajo las condiciones lumínicas más adversa, y muchas veces en medio de lluvias torrenciales, tuvieron tiempo para buscar ángulos, mover la cámara con cierto refinamiento, atisbar y recoger, en una vasta gama, los aspectos humanos más decidores de la tragedia y de la ayuda; y captar, de paso, la nota fugaz o personal, pero elocuente. Y todo ello a través de tomas que, en lineas generales, acusan una exposición normal, si bien es notorio-y sensible- en algunas secuencias, que no se haya recurrido al uso de filtros como recurso para acentuar los contrastes.

La película de Leopoldo Castedo nos muestra en forma gráfica la tragedia de Valdivia en todas sus dimensiones, físicas y humanas. Ningún detalles ni ninguna circunstancia han escapado al ojo pentrantes de los camarógrafos. Y paralelamente, en un desarrollo sincronizado, va surgiendo ante el espectador esa epopeya gigantesca del Riñihue, que permitió salvar a la ciudad de su total destrucción. La gráfica elocuencia de las imágenes, manejadas con singular sentido cinematográfico, trasa un cuadro perfecto y completo de la magnitud de la catástrofe valdiviana y de las proporciones de la obra realizada en el Riñihue, a la par que constituye un vívido homenaje a la gesta heroica de los hombres que la llevaron a cabo.

En resumen, como dice el epígrafo del film tomando pie en los versos de Alonso de Ercilla, “ es relación sin corromper sacada de la verdad y cortada a su medida”, pero dicha a través de una clara auténtica y emocionante expresión cinematográfica.