Ignacio Juricic, director de «Enigma»
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Conversamos con el realizador Ignacio Juricic sobre su película Enigma, cinta que está disponible para ver en las plataformas de la Red de Salas de Cine y en Cineteca Nacional.

Después de la buena recepción de la película en su estreno en el festival de San Sebastián, en España, y luego en el Festival de Cine de Valdivia 2018 y en Femcine 2019 ¿Cómo te sientes con este estreno virtual de la película?

Dentro de todo, bien. La película inicialmente se iba a estrenar en Noviembre del año pasado, pero debido al estallido se suspendió y después íbamos a estrenar en Abril, pero entonces se corrió por la pandemia. Entonces -a pesar de que es una situación bien terrible para los trabajadores de la cultura y las artes- creo que puede ser positivo, porque –en este contextp- ha habido una buena conexión de las personas con las películas chilenas, por ejemplo, lo que ha pasado en Onda Media. A pesar de que no es lo ideal, porque la película está filmada para ser vista en un cine y es importante la experiencia de ver la película con las luces apagadas en una sala con más gente, esta otra alternativa ayuda a que más gente vea la película, lo que también es bueno. 

También Enigma es una película que puede funcionar muy bien en la intimidad, porque es una película que habla acerca de eso, acerca de los silencios, de los entornos familiares, de los secretos, de lo que no se quiere hablar, de lo que no se dice. Enigma está inspirada en un caso real de asesinato de una mujer lesbiana en el Chile de los 80 y esto está contado desde la mamá de esta mujer que, después de muchos años sin que haya un culpable de este delito, decide ir a la televisión a contar su caso. Lo que vemos es ese momento preparatorio, en que ella decide ir a la televisión a hablar de algo que no ha sido capaz de hablar con su esposo, con sus hijas, con sus hermanas ¿Por qué quisiste hablar de este tema, desde este lugar?

– Varias cosas. Primero, me llamaba mucho la atención de la historia real – la historia de Mónica Briones- me parecía que era una historia fundamental para la historia de Chile, pero también para la historia LGBT. Pensaba que es el tipo de cosas que te deberían enseñar en el colegio, porque es ejemplificador de cómo actúa la policía, de cómo se tratan los crímenes y de lo qué hay que hacer para tener justicia. Nunca se supo qué es lo que pasó con la muerte de Mónica Briones, y después se hizo un programa de televisión de misterios policiacos sin resolver que se llamaba Enigma donde, por ejemplo, Erika Montesinos -que es una periodista y activista que tiene un trabajo serio en defensa de las mujeres lesbianas- va a ese programa porque es la única forma de que estas cosas salgan a la luz. Lo terrible es que esto pasó el año 84, nosotros empezamos la película el 2015, el 2016 fue el asesinato de Nicole Saavedra -que se parece mucho al caso de la película- y después, el 2017, fue el asesinato de Ana Cook que también tienen muchas cosas en común. Y ¿qué es lo que pasa con estos casos? son los familiares de las víctimas – en el caso de Nicole Saavedra es la prima, María Bahamodes, y en el caso de Ana Cook es su madre- las que han tenido que llevar la causa y sostener un proceso judicial intenso para poder tener justicia. Por ejemplo, el caso de Nicole Saavedra es tremendo porque se demoraron 3 años en encontrar al culpable, siendo que la última señal que tenían de ella era cuando estaba tomando la micro y, finalmente, el hombre que la secuestró y la asesinó, era el chofer de esa micro que tomó. Se demoraron 3 años en descubrirlo, María Bahamondes se tuvo que encadenar en la fiscalía de Quillota para que recién el fiscal – una persona que hizo muy mal su trabajo, que condescendiente y las trató muy mal- finalmente, hiciera lo que debía. Muchas veces se piensa que la gente es ingenua al ir a la televisión y yo creo que no, por el contrario, uno sabe que es la única forma que hay para hacer justicia en ciertos casos.

Recuerdo una escena de la película en donde finalmente la madre y el padre de esta mujer asesinada se sientan a conversar y no hablan, es una escena muy larga de silencio, y uno piensa: “esta mujer está disponible para ir a la televisión a contarle su caso a todo Chile, pero no puede hablar con su marido respecto a lo que pasó en su casa” y me parece que esa es una de las claves que tiene la película: el espacio de lo no dicho, de la idiosincrasia chilena del ocultamiento y del silencio frente a algunas cosas que no sabemos cómo manejar.

– Eso es fundamental. Trabajamos mucho con las actrices y actores para llegar a entender bien ese elemento en la película, hablamos mucho de nuestras familias y obviamente había muchas cosas distintas, pero notamos que, en general, en las familias había esta idea del secreto, como eso que todos saben pero que nadie habla y está ahí presente, entonces trabajamos desde ese lugar. Y también lo que pasa cuando hay un asesinato, porque muchas veces se busca perpetuar primero a una víctima perfecta y después los familiares que también tienen que estar en un alto estandar moral, pero la vida no es así realmente. Uno puede tener malas relaciones familiares y si a una persona la asesinan, eso no significa que va a dar lo mismo. Eso es lo que pasa en la película, ellos tenían problemas en su relación y después muere la hija y eso los lleva a un caos, como un terremoto, por así decirlo, como que hay algo dentro de ellos que está ahí sin saber por dónde salir.

Otro de los méritos de la película, es la representación de la intimidad femenina: hay muchos momentos de la película entre las hermanas, entre las hermanas hijas y entre las hermanas tías -las hermanas de la madre y protagonista- que me parecieron de una delicadeza muy bien lograda.  ¿Cómo lograste ese acercamiento?

La película está hecha desde un lugar muy cercano y personal. Yo crecí en una familia con tres hermanas y mi madre, y ella también tiene dos hermanas. Ese es el universo que yo conozco, además que desde chico tenía puras amigas mujeres, después crecí y tenía puros amigos colas nomás, entonces yo habito en ese mundo y me parecía honesto hacer una película desde ese lugar. Y me parece que por eso también se logra esa intimidad, porque había algo que yo entendía y que pudimos trabajar en conjunto con el equipo. Por ejemplo, con la Roxana y el Rodrigo yo había trabajado antes en “Locas perdidas” y ahí nos conocimos desde otro lugar y, ahora, cuando trabajamos en esta película, nos conocimos desde un lugar más familiar, hablamos mucho de nuestras familias y vimos cosas de nosotros que no sabíamos antes. Yo creo que la película funciona, porque esa intimidad familiar es algo que todos tenemos más o menos claro. 

Otra cosa interesante de Enigma es que está hablando del tema de la diversidad sexual, pero desde quienes tienen problemas para entenderlo y aceptarlo. Me parece que es muy poderoso instalarse ahí y decir “estos padres, estas hermanas, estas tías, no saben cómo acercarse a aquello que les resulta tan desconocido y tan fuera de norma”. Y la película permite empatizar con esa “buena intención ignorante”, por así decirlo, y mostrar los caminos que hay que recorrer para poder soltar este sentido común perverso y patriarcal que nos tiene atados.

Creo que también esa era una de las búsquedas que había en la película, porque está esta sexualidad que viene de afuera y ellos no saben muy bien cómo entenderla, y ahí también se va moviendo por sus lugares, y los va removiendo, y tratamos de entender cómo se enfrentan ellos a eso.