El ejercicio es el siguiente: En una sala llena de personas, suena una canción que todos conocen, sin ninguna excepción, gustando de ella o no.
¿Cuántas canciones de ese tipo se nos pueden venir a la mente?
Algo ocurre al respecto con “El pueblo unido/ jamás será vencido”. Muchos de nosotros nos criamos bajo esa consigna durante los años que duró la dictadura cívico – militar. Quienes cruzamos nuestra infancia en ese lugar y tiempo, nunca nos preguntamos de donde habían salido esas letras. Simplemente estaban ahí, como si hubiesen venido inscritas en el ADN de cada uno de nosotros.
Tal vez por eso, el trabajo que llevan a cabo Martín Farías y Eileen Karmy, director y productora de Himno, resulta, de alguna forma, esclarecedor. Sin embargo, el documental está lejos de ser una simple mirada historiográfica acerca de la canción. Podemos señalar que El pueblo unido fue escrita por Sergio Ortega en 1973 y grabada por el grupo Quilapayún, quienes luego llevarían esa canción por todo el mundo durante su exilio. Himno de muchos, el documental explora todas las posibilidades de esta canción, sus alteridades, y las maneras en que ha sido reinterpretada para defender distintas causas: La negativa a las centrales nucleares, el respeto de los derechos de las mujeres, la lucha permanente frente al capitalismo. No es solo una canción; es más bien una declaración de principios.
Considerando el tamaño de la leyenda que constituye El pueblo unido, hablar sobre ella siempre puede ser un riesgo. ¿Cómo enfrentamos su historia afectiva, la de quienes la interpretaron, de quienes la recuerdan? Farías opta por varias estrategias, pero una de las que más sorprende – y en mi caso, alegra – es la decisión de dotar de materialidad algo que solo vive en nuestros subconscientes. La exposición de objetos como fotografías cada época, carátulas de discos, casetes y archivos audiovisuales, conviven con entrevistas y tomas actuales en distintos lugares del mundo. De esta forma, los objetos que vemos y escuchamos exhiben una cualidad orgánica que, de alguna manera, nos permite también poner nuestros pies sobre la tierra, porque esto que vemos, esto que escuchamos, existe y podemos reconocer su cualidad tangible. Desde ahí, el documental también se hace cargo de mostrar la gran revuelta del 2019 – esa que últimamente han tratado de esconder bajo la alfombra – en donde tuvimos la oportunidad de conocernos cara a cara y saber que no estábamos solos. Los músicos en la calle bien lo supieron. Tocar “fuerte y feo”, a su decir, también se convirtió en una consigna, una que sigue resonando. El pueblo unido permite cantar, aunque no sepamos hacerlo. Aunque sólo podamos hacerlo “fuerte y feo”.
Al inicio del documental, Farías nos da la clave a la que debemos estar atentos. “Estas imágenes son un poco confusas porque están expuestas dos veces: Se usaron para filmar una manifestación y también un concierto del conjunto Quilapayún”. Podemos ver cada imagen como si fuese un fantasma de la otra, pero también una señal. Tal como señala después, una no puede existir sin la otra. No sabemos cuál fue filmada primero y cual lo fue después, pero sabemos que una sobre otra coexiste en nuestra memoria para siempre.
El recuerdo de niña, ese que me está atacando en este momento, y que ha hecho que mis visionados de esta película sean más que las que es aceptable realizar, también tiene que ver con eso. Una de las músicas de la Banda Dignidad, la que estuvo presente durante las protestas de 2019, señala en el documental que El pueblo unido fue una de las canciones que permitían a los presentes sentirse en un lugar seguro. Mi apuesta es que esa sensación no está relacionada con la urgencia de la revolución, sino por el contrario, como una petición permanente de unidad. No es una imposición; Es un llamado desde la ternura.
La gran razón por la que Himno es capaz de conmovernos es porque se encarga, con mucha claridad, de recordarnos las cosas que como nación hemos llevado a cabo, y las razones por las que hemos llegado hasta este punto. Como bien dice su director, la música no solo acompaña o conforma la banda sonora de los grandes procesos sociales, sino que es en sí misma, un proceso que puede cambiar la idea que tenemos del mundo. Una canción como El pueblo unido fue capaz de mover las fronteras del país para convertirse en algo universal, al igual que su petición de unión y su certeza de que siempre es posible acceder a un tiempo mejor. Y eso, ese convencimiento, es algo que no nos pueden quitar. Celebro la presencia de Himno como un antídoto contra la desmemoria, tan necesario y tan presente como hace 50 años.