Helvio Soto. Encontró su domingo siete
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DE NIÑO la pregunta era inevitable: “¿Qué vas a ser cuando grande?” La respuesta se repetía: “Escritor”. Helvio Soto (38, ex director de Canal 9, casado con la actriz Patricia Guzmán) publicó dos novelas, pero su mayor notoriedad la obtuvo en cine y TV: esta noche se estrena su comedia musical “Lunes primero, domingo siete”, una producción de Protab.

Sus películas anteriores (“Erase un niño, un guerrillero y un caballo”, “El ABC del amor”) no lo dejaron satisfecho. Hizo suyo el lema de Godard: “Bastan una idea en la cabeza y una cámara en la mano”. Buscó un cine de expresión, comprometido con la punzante realidad latinoamericana.

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Pero el éxito fue esquivo y fracasó en su finalidad básica: el público raleó y pronto sus películas abandonaron la cartelera. Helvio Soto hizo un examen de conciencia y el diagnóstico fue certero: “Preocupado del fondo, descuidé la forma”. Olvidó el consejo de los cineastas brasileños:

-Nuestra obligación es mostrar las cosas de América latina, pero no mostrarlas feamente.

Opiniones.- -¿En qué medida aprovecha en cine su experiencia televisiva?

-Centro, profundidad de foco, diafragma, son conceptos semejantes en cine y TV. El dominio técnico de un género es plenamente aplicable al otro. También el manejo de actores en TV es útil para el cine. Yo siempre quise hacer cine y me quedé en la TV esperando la oportunidad precisa.

-¿Cuál es su opinión sobre el resurgimiento del cine chileno?

-No creo que la causa sea la ley que nos favorece. Se trata de un fenómeno mundial: el cine permite un ámbito masivo y desplaza a la novela. Chile está participando de ese fenómeno. Naturalmente, ése va ayudado por otros factores, incluyendo el incentivo económico.

Lunes primero, domingo siete” (con Patricia Guzmán y Jorge Guerra) es una comedia musical liviana y ágil. “Playback”, nueva película de Helvio Soto en filmación (con Leonardo Perucci y Amelia Requena) tiene como astro al cantante uruguayo Gervasio. ¿No se contradice esto con su posición comprometida?

-Se trata de una etapa intermedia. Estas películas las hago con el corazón ligero, sin sentirme importante ni medido. Mi finalidad es proyectar esa soltura en el cine de expresión. Ahora filmo dos, tres veces cada escena. Los camarógrafos se sorprenden, pero yo les digo: aunque una toma esté bien, si se repite puede salir algo mejor.

-¿Cuál es el camino para el cine chileno?

-Es necesario crear una industria cinematográfica, tener un público que respalde a directores y actores. Todo arte es una relación dialéctica: un libro no nace hasta que un lector lo abre y lo lee. Lo mismo con el cine.