Festival en Panamá
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quintarueda54_1_01041973.jpgDe partida nos desconcierta este proceso revolucionario panameño, dentro del marco de una sociedad capitalista de consumo, de un país sin proletariado obrero ni industria propia: y a tres pasos de USA. Mientras una Asamblea Popular nombró «Líder de la Revolución» al General Torrijos, predomina en todos los panameños un fuerte sentimiento antiimperialista, transformable en acción en cualquier momento.

Se preparaba con gran interés (a mediados de febrero) la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde se planteará la soberanía panameña sobre el canal y la denuncia del imperialismo.

La Universidad se proyecta dinámicamente en una línea de avanzada: por esos días el público copaba las salas de conferencias para escuchar charlas sobre la crisis de las estructuras en América Latina. Las dictaba César de León, profesor marxista, largamente perseguido y muchas veces encarcelado, y los estudiantes panameños, de larga trayectoria combativa, son elementos decisivos en tos acontecimientos políticos y culturales de su país.

La prensa es más ambigua en cuanto a posiciones políticas definidas, pero cuando se inició la muestra de cine chileno organizada por la Universidad de Panamá, el diario «La Estrella de Panamá» tituló: «Festival de Cine Revolucionario Chileno». Las funciones tuvieron lugar en una sala con capacidad para 350 espectadores dentro del recinto de la Universidad. Contó con afiches y folletos explicativos de muy buena calidad, pero al mismo tiempo tuvo que competir en aquellos días con la celebración de los Juegos Bolivarianos y con la actuación de conjuntos cubanos como la Orquesta Aragón y la delegación «Voces de Cuba».

La muestra se inició con «El Chacal de Nahueltoro» y «Venceremos«. Su impacto fue extraordinario. Se me había advertido que a los foros que seguían a las exhibiciones se quedaba una tercera parte del publico y que no me sorprendiera ni molestara por este hecho.

Los sorprendidos fueron los organizadores: no sólo se quedó la casi totalidad del público, sino se produjo una participación extraordinaria. Las películas sirvieron de punto de partida para un bombardeo de preguntas sobre el movimiento cinematográfico chileno, como asimismo sobre nuestro proceso político.

El «Chacal» dio lugar a una larga discusión sobre la justicia clasista y me sorprendió el grado de información de los panameños sobre la situación chilena. Un espectador, por ejemplo, contrastó el caso del Chacal con la rebaja de pena a Viaux.

El segundo día se dieron cinco documentales y el interés que despertaron fue tal que la función nocturna no podía empezar porque el público de la vespertina no abandonaba la sala.

En los días siguientes se dio «Valparaíso mi amor«, de Aldo Francia, «Compañero Presidente«, de Littin, «Caliche Sangriento«, de Helvio Soto, y algunos cortos. «Primer año«, de Patricio Guzmán, estaba programado, pero no se recibió la copia. A todo esto habría que añadir que el Festival fue posible gracias a la generosidad de la Cinemateca Cubana que prestó las copias de los largometrajes chilenos. Aquí no se contaba con copias en buenas condiciones para enviar a Panamá.

El interés de los panameños por el cine latinoamericano, fuera de superar la invasión del cine comercial, se manifiesta de un tiempo a esta parte en acciones concretas: una exitosa muestra de cine cubano, una Cinemateca de ingreso reciente a la Unión de Cinematecas de América Latina, pero que se proyecta dinámicamente, y una producción cinematográfica que apenas comienza, pero tiene buenas perspectivas.

El Grupo Experimental de Cine Universitario (GECU) inició la realización de documentales al alero de la Cinemateca y de la Dirección de Asuntos Estudiantiles. Si bien el grupo está integrado a la universidad, sólo dos de sus integrantes pertenecen a ella. Los otros se dedican al cine fuera de su trabajo habitual. Ya tienen dos cortos a su haber: «Canto de la patria que ahora nace» (6 minutos) plasma un hermoso poema de Pedro Rivera en la imágenes de un Panamá combativo y antiimperialista. El otro documental (20 minutos) ofrece el testimonio de la Asamblea Popular (constituida por 5O5 delegados que se desplazan desde los más lejanos rincones del país hasta la capital), que plantea una línea revolucionaria. Se llama «505».

El Festival de Cine Chileno continuaba cuando debí seguir viaje a México. En el aeropuerto me recibieron amigos que inmediatamente me llevaron al Parque Chapultepec en plena Ciudad de México. Allí, en el gran anfiteatro de la Casa del Lago, alrededor de dos mil personas participaban en un Acto de Solidaridad con Chile: música, canciones y libretos sobre nuestro país, mientras el sol cala a plomo sobre las cabezas de la multitud.

De los actos de solidaridad de este tipo —que son todo menos aislados— los chilenos poco o nada sabemos.

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