Martín Farías: “La postdictadura es el momento más prolífico para el documental musical chileno”
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Buscando conocer de qué hablaba el documental musical chileno y de qué forma lo hacía, el musicólogo Martín Farías revisó 130 producciones realizadas entre 1994 y 2019, trabajo que quedó plasmado en el libro Ruidos-imágenes-voces. El documental musical en el Chile postdictadura, editado por Palimpsesto. Una mirada al período más prolífico para el género, que pasó de “una decena de películas en los noventa a más de cien en la década de 2010”, dice el autor.


¿Cómo surge esta investigación y qué objetivos te planteaste al iniciarla? 

-En un comienzo las inquietudes eran bastante generales. Me interesaba saber cómo era el documental musical en Chile, cuáles eran las tendencias y sobre todo qué historias contaban y cómo lo hacían. Yo vengo de la investigación musical entonces una de las ideas que tenía era que el documental musical podía ser entendido como un discurso sobre música, de forma similar a cuando leemos un libro o un artículo, pero en un lenguaje audiovisual que obviamente responde a otros códigos. La decisión sobre el marco temporal vino siguiendo la línea de los estudios sobre cine en Chile que generalmente establecen la división entre dictadura y postdictadura. También la postdictadura es el momento más prolífico para el documental musical, aunque hay antecedentes en los años previos. Mi intención era primero establecer qué es lo que se había hecho, cuántos documentales, qué temáticas y otras características y luego poder visionar todo el material que estuviera disponible para apuntar a un análisis en profundidad. Como el número de películas era muchísimo más de lo que esperaba inicialmente era necesario elegir casos de estudios y trabajarlos en profundidad. Ahí empecé a agrupar películas y establecer ciertas tendencias que se iban repitiendo. Cuando empiezas a ver todo el material te das cuenta de que hay muchas cosas que se repiten de una película a otra porque hay ya ciertas maneras en las que se cuentan estas historias, modos en que la música se filma y estéticas super definidas.

Una de las conclusiones de la investigación es que el documental musical ha desarrollado un camino independiente al del cine (ficción u otros documentales). Hasta antes del Festival In Edit Chile pocas producciones se estrenaban en salas ¿Qué ventajas y desventajas crees que tiene para el género ese camino paralelo al del resto de las producciones audiovisuales?

-Una de las desventajas más grande del camino alternativo es la invisibilización. Se sabe poco de estas películas justamente porque no hacen parte de los circuitos habituales del documental que ya son bastante cerrados. Cuando comencé la investigación partí revisando el catálogo de documentales de CineChile que es muy completo y el del Festival In-Edit que es mucho más específico sobre música. Aun así, hubo varias películas que no aparecían en ninguno de los dos catálogos. También creo que influye el hecho de que muchas de estas cintas no son hechas por gente que viene necesariamente del mundo del cine. Algunas sí, evidentemente, pero en muchos casos son realizaciones que tienen que ver más con inquietudes específicas en torno a una banda o a un solista. Hay gente que dice: pucha, que ganas de que haya un documental sobre esta banda. Porque le gusta, porque le interesa lo que hacen, porque son quizás amigos de algunos de los músicos. Lo curioso es que, en lugar de quedarse en la idea, llevan a cabo el proyecto. Hay un atrevimiento que me parece super valioso y una actitud de decir: hago la película con los medios que tengo, que pueden ser muy sencillos pero que bastan para contar eso que me interesa contar. Desde el mundo del documental de autor esas películas no son muy bien miradas porque no responden a las expectativas de lo que ese círculo entiende como un buen documental, pero esa me parece justamente la ventaja. La posibilidad de apelar a otros circuitos y no verse obligado a responder a esos requerimientos.

¿Que los documentales estén mayoritariamente en Internet tiene, a tu juicio, ventajas en términos de audiencia, sobre todo pensando en la realidad del cine chileno en este ámbito?

-Lo interesante es que en este caso internet funciona no como el punto de llegada después de una circulación en festivales como ocurre con muchos documentales sino como el punto de partida. Se estrenan documentales en Youtube y se entiende ese espacio como el lanzamiento y la plataforma de distribución. Ahora, hay casos y casos. Algunas de las películas que analizo en el libro tuvieron estreno en salas de cine, circularon por distintos espacios, ganaron premios mientras que otras se hicieron directamente para Youtube. Lo que me parece relevante es que más del 65% de los documentales musicales chilenos desde los últimos 30 años están disponibles en plataformas gratuitas de internet entonces es evidente que hay una intención de difundir, de liberar los materiales y eso no pasa tan claramente en otras áreas del documental.

En el documental musical predomina el estilo biográfico. ¿A qué crees que obedece eso?

-La cuestión de las biografías tiene varias caras porque por un lado pienso que es la opción más común. Cuando pensamos en documentales musicales lo primero que se nos viene a la mente es un relato biográfico sobre solistas o bandas. Pero también tiene que ver con los modelos del documental más televisivo o del reportaje que suelen ser bastante convencionales y recurren al formato biográfico, de la vida y obra que es tan característico. Ahora, en el cine de ficción también existe todo un mundo del llamado biopic, o película biográfica que tiene patrones super marcados y que reproduce ideas muy claras sobre figuras heroicas o atormentadas que se convierten en vidas ejemplares que como público vemos con admiración. Creo que todo eso suma para que la biografía sea dominante. Aunque hay que decir que en el documental musical chileno aparecen también otros enfoques. Hay películas que se concentran en géneros musicales o escenas específicas: el punk, el hardcore, la electrónica y otros. O también en festivales, o lugares donde lo importante ya no es tanto la historia de las bandas sino los espacios como puntos de encuentro.

¿Qué rol cumple el festival In- Edit para este tipo de producciones audiovisuales dedicadas a la música?

-El rol de In-Edit es bastante complejo porque por un lado visibiliza, da una plataforma para este tipo de realizaciones que de otra forma difícilmente tendrían un lugar en la pantalla grande. Pero es también un espacio de legitimación de determinadas formas. Todos los festivales moldean una idea de lo que es bueno y lo que no, seleccionan ciertas cosas, crean un canon, y en este caso en que también hay una selección de películas internacionales, de charlas y otros eventos asociados es super claro que se intenta promover algunas estéticas en desmedro de otras.

¿Qué proyección puedes hacer para el género en el contexto actual (en términos de difusión, búsqueda de nuevos lenguajes y estéticas, etc), sobre todo pensando en programas como Miradoc, que permiten que los documentales musicales se estrenen en salas y en todo el país o con la existencia de la Red de Salas de Cine que abre nuevos espacios?

-De lo que pude ver en la investigación queda claro que el crecimiento en la producción es enorme. De una decena de películas en los noventa a más de cien en la década de 2010 y cada año aparecen más y por lo mismo se diversifica. Aparecen con eso búsquedas en términos de lenguaje y como ya es posible distinguir estéticas dominantes, hay gente que está cuestionando esos modelos y planteando otras posibilidades.

Sobre la distribución hay varias iniciativas que ayudan a que las películas puedan circular más. La Cineteca Nacional ha venido mostrando algunas de estas realizaciones, el mismo In-Edit ha estado circulando en distintas regiones y a través de Miradoc y otras iniciativas se han visibilizado más estas cintas. Además, el tema de internet es también super amplio y ahora con las plataformas de pago como Netflix, Amazon y otras se modifica mucho esa experiencia y se apunta cada vez más a la personalización de los contenidos. En ese sentido es super sintomático que Ondamedia por ejemplo tenga una categoría específica de música, en la que hay principalmente documentales musicales.

 

El libro Ruidos-imágenes-voces. El documental musical en el Chile postdictadura está disponible en la Tienda Nacional.