Entrevista Nino Aguilera, director de «Gepe y Margot Loyola. Folclor Imaginario»
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El documental “Gepe y Margot Loyola. Folclor Imaginario” – ganador del premio a Mejor Documental Nacional en la edición 2019 de In Edit- ya está disponible a través de la plataforma Miradoc y conversamos al respecto con su director Nino Aguilera.

Llama la atención que escoges no iniciar el documental con una biografía de Gepe, ni de Margot Loyola, sino con su encuentro.  Cuéntanos respecto a esas opciones narrativas.

Fueron varias las decisiones en ese sentido, porque en rigor los temas que convoca el documental se podían enfrentar desde distintos puntos. Teníamos la figura de Margot Loyola y por otra parte a Gepe a quien, hasta ahora, lo habíamos conocido en su registro más pop. Una de las decisiones fue entrar rápido a una canción ya que la columna vertebral del documental es la sesión de todas las canciones del disco. Jugamos justamente con presentar de a poco la figura de Margot Loyola, desde el inicio se siente su presencia, en su voz y, por ejemplo, con la imagen de este volcán gigante –que está al inicio del documental- y que alude a “El Volcán” que es una canción significativa en el disco. La idea era llegar rápidamente a Gepe y cómo está inspirado en Margot Loyola. Más adelante, en la película, mostramos más de los inicios de Gepe, pero eso es bien avanzado, mi idea era no distraer la atención de la influencia de Margot Loyola en él y entrar rápidamente en la estética del disco.

A lo largo del documental vamos escuchando todo el disco y da la impresión de que esas sesiones se hicieron igual que el disco, o sea, una escena filmada de principio a fin, sin edición.

Así, tal cual fue. La sesión es el punto de partida del documental, fue lo primero que hicimos. Había escuchado el disco, pero yo no conocía a los músicos, excepto a Gepe, con quien habíamos trabajado anteriormente. Fui a un ensayo previo a conocerlos, a ver la dinámica y puesta en escena de la banda. A partir de la sesión en que interpretan los temas del disco, empezamos a investigar y revisar material de Margot Loyola. El disco tiene un discurso, un relato y entonces ese relato daba justamente para un trabajo de este tipo, en donde cada canción va abriendo temas de reflexión, a propósito de la herencia de la música que le inspira, a propósito de la migración, a propósito de qué es el folclor. Yo creo que el disco va invitando a esa conversación. Entonces nosotros quisimos replicar eso en el documental y después de cada canción vamos abriendo distintas escenas, distintas entrevistas que van dando cuenta del imaginario que contextualiza el disco y el trabajo de investigación.

Como tú dices este disco tiene un relato, pero también tiene valores que sostienen ese relato, que están subrayados a lo largo del documental y que nos permiten entender el disco, por ejemplo la idea de que el folclor es un ejercicio que se hace de manera comunitaria. Gepe lo dice en algún momento en el documental y hace la diferencia del pop donde es muy importante quién escribió la canción y quién la interpreta y cómo, versus en el folclor se va alimentando con los aportes que incluso cantores y cantoras anónimos van agregando a esa canción. Da la impresión de que tu tomaste ese espíritu que tiene este concepto de folclor que están discutiendo y lo replicaste en la estructura del documental al hacerlo un relato coral. Inicialmente, uno podría pensar que se trata de Gepe o de Margot Loyola, pero la verdad es que aparecen muchísimas voces a lo largo del documental.

Es grato escuchar que esa es la lectura, porque realmente es así. Yo siento que en el valor del trabajo del Gepe, que está basado en la recopilación de Margot Loyola, que esta basada en las canciones y cantos populares, es que es una posta, es algo que se trabaja de forma colectiva. Como director y también como montajista del documental, sentía que tenía que plantearse como un documental coral. También queríamos generar – con la puesta en escena del documental- la sensación de que estamos en una gran casa, es decir, en un momento estamos en la casa de Osvaldo Cádiz, estamos viendo sus objetos, pero después cambiamos y reconocemos los mismos objetos que tiene en su casa Gepe, y que tiene María Ester en la Casa de la cueca … hay como una sensación de familia, y no lo digo en términos tradicionales, sino en términos de colectivo de una gran familia. Hay referentes, hay elementos, hay estéticas que se repiten. Yo creo que el folclor efectivamente es así. Gepe dice que éste es su disco más democrático, es un disco abierto a todos los músicos, a la colaboración. El interés nuestro era que la banda apareciera no como una banda de apoyo de Gepe, sino que se sintiera que es un trabajo musical de todos, donde obviamente Gepe es quien, en términos generales, definió para dónde va el disco. Pero se siente ese espíritu  colectivo y no solamente colectivo en términos de este grupo, sino de esta posta musical. En el documental se dejan ver imágenes de Álvaro Henriquez, del Gato Alquinta, se nombra a la Violeta Parra, a Inti Illimani, se exponen esas referencias. No estamos trabajando sobre una biografía, estamos trabajando sobre este gran colectivo que va formando el folclor y la música popular a lo largo del tiempo.

El documental no es sobre Gepe ni sobre Margot Loyola, sino más bien sobre la herencia de Margot Loyola, se trata de este diálogo que además es intergeneracional, porque los músicos son muy jóvenes y honestos seguidores y cultores de la tradición del folclor chileno, pero al mismo tiempo, súper disponibles para jugar con esa tradición y ponerla al día y llevarlas a nuevas audiencias.

Pienso que es algo que tiene que ver con una moral como interprete, como músico, como creador del Gepe, que ha estado interesado en la fusión del folclor con la música pop, con elementos andinos, incluso -en momentos- con el reguetón, desde hace tiempo. Ahora se trataba de ir a otro lugar donde músicos como Claudia Mena, Miguel Murina, Claudio Constanzo a pesar de ser muy jóvenes, ya tienen un reconocimiento en el folclor, y que se encuentran con Gonzalo que viene del jazz o con Maco que es un investigador que ha trabajado más bien en el pop. Entonces yo siento que ese cruce fue muy interesante y tiene un resultado inmediato, que es el disco de Gepe, pero creo que también va teniendo otro tipo de consecuencia porque ese diálogo, de mezcla de pop y folclor va influenciando la forma de interpretar, en la forma de componer, va a ir afectando positivamente sus carreras. Como dice en el documental Osvaldo Cádiz, es interesante pensar en el folclor no como algo que se investiga solamente o como algo que ya pasó, sino como algo en constante renovación. 

Y que está muy vivo, como lo vemos en las escenas de La Casa de la cueca. Algo que dice Gepe, remitiendo a dichos de Violeta y de la misma Margot Loyol“lo importante es la gente” y en el documental se insiste en la idea de que el folclor es popular, es de la gente.

Si, completamente. Además, que el folclor ha ido mutando siempre, es decir, no es algo de ahora. Alguien, en algún momento metió, un acordeón, un piano, un arpa, un pandero, una batería, metió un instrumento que tal vez no tenía que ver tradicionalmente y que, de pronto, empezó a funcionar y se hizo tan folclórico como lo anterior. Entonces es algo que ha ido pasando y esta pasando constantemente. Una de las decisiones del documental fue justamente instalar el discurso del disco en un contexto actual, no desde la nostalgia, no dentro de un cuadro muy costumbrista, de un cuadro muy lejano. Pusimos la sesión como algo que está sucediendo ahora en el palacio Álamos, en Santiago Centro. Siento que ir ubicando el folclor en estos contextos lo va revitalizando, y eso lo que también busca el disco. El disco en si tiene varias capas también aparte de sonidos folclóricos, se escuchan también elementos que son ideas del Gepe y de los productores que trabajaron, se siente algo distinto, no es un trabajo solamente folclórico.

Es muy inspirador como esa sonoridad instintiva que tenía Gepe desde sus inicios en “Taller Dejao” va madurando en la investigación y los encuentros con Margot. El documental hace énfasis en esa relación y en las complicidades que luego derivan en este disco.

– Si y es también lo que decía antes, a propósito de la música, es una música que nos hace sentido, una música popular que está bien arraigada en nosotros, aunque a veces de manera inconsciente. Es un pulso que de alguna forma ha musicalizado el territorio en el que vivimos y yo pienso que volver ahí también es un valor interesante. Me quedé con la reflexión que decías recién, esto de devolver – por decirlo de alguna forma-  la música folclórica a la gente, porque tengo la impresión que, muchas veces, las figuras que representan al territorio, las figuras “patrias” son impuestas. Se nos dice: “éstos son los himnos, estos son los colores, esto es lo que resumen a nuestra chilenidad”. La cueca en la dictadura también estuvo tomada por elementos del oficialismo y se impuso de una manera bien específica y eso no funciona. No obstante, después alguien habla de la cueca brava, la cueca chora, otro tipo de cueca que abre esta otras posibilidades hacia la gente y la gente también va apropiándose de ella y -como dicen Osvaldo Cádiz y Margot Loyola en el documental- se va adoptando y adaptando los ritmos. Pienso que hay veces que la poesía, el canto popular, algunos ritmos nos van haciendo mucho más sentido y dándonos identidad rápidamente y eso genera algo que es espontaneo, algo que el pueblo toma y hace propio.