Entrevista a Luis A. Pérez, director de “Piola”
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 Piola es una película que, antes de su estreno online, obtuvo varios premios en Chile y el extranjero, sobre las razones de esos reconocimientos y más, conversamos con su director Luis Alejandro Pérez

Piola me recordó a algunas películas de retratos adolescentes urbanos de ese tipo, pero no tenemos mucho de eso en nuestro cine. Mala Junta puede ser, pero eso se va al sur. Estoy pensando en películas donde los protagonistas sean todos adolescentes y además el relato esté armados en una narrativa coral. Entonces, me interesa saber tus influencias e interés de contar esta historia, de esta manera.

– Efectivamente, no hay muchas películas de este estilo, aunque cada vez hay más. Claro la de Claudia Huaiquimilla es una gran película sobre adolescente, más en el sur de Chile. Pero hay películas latinoamericanas como, por ejemplo, 25 watts de Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella es una buena referencia que tomamos. Pero para mí éste era un mundo que no había visto reflejado en el cine latinoamericano, el mundo del hip hop latinoamericano. Siempre vemos películas sobre raperos o del mundo del hip hop estadounidense, pero eso tiene muchas diferencias con lo que pasa en Latinoamérica. En general ese cine gringo trata más sobre el camino al éxito, a la fama, a la venta de discos, pasando por el narcotráfico, la prostitución, drogadicción, y la violencia. Y también un tema mucho más fuerte en lo racial. No es que esté en contra de estas películas. Estas películas a mi me gustan, pero no reflejan la realidad latinoamericana. Yo crecí en el mundo que muestro en Piola, es un mundo que conozco súper bien y que me parece súper atractivo por sus contrastes. Porque, si bien, en Estados Unidos puede ser que exista una opción de éxito y de fama, en Latinoamérica eso es súper difícil. Los que lo logran tampoco es que logren un éxito y vivir muy bien, en general son artistas que rapean durante la noche o los fines de semana, pero durante el día son cocineros, choferes, tienen trabajos normales.  También creo que ese mundo es muy rico en el sentido que tiene mucha vida. Los jóvenes son muy creativos en lugares como Quilicura, la periferia urbana de Santiago, que son espacios mucho más industriales, donde la gente vive ahí para asistir a estas fábricas a trabajar, y los jóvenes también están un poco destinados a eso. ¿Cómo hacen este quiebre, cómo se resiste a eso? Esa es la historia que me parecía atractiva de contar.

Como espectadora, que se me produjo una situación de amor y odio con estos tres jóvenes millenials. Porque son bien torpes y son muy inconscientes del otro, muy enfocados en su propio drama y al mismo tiempo muy frágiles, y probablemente por eso lo otro se los perdonamos un poquito, porque entendemos que vienen de una situación de precariedad emocional. La adolescencia como esta búsqueda siempre un poco terrible ¿Que querías mostrar ahí? 

– Yo quería contar sobre personajes reales, y claro son personajes que tienen carencias, que cometen errores. Siempre como que la primera base del discurso es culpar al sistema, el sistema los aplasta o el sistema no los deja…  Y esa es una parte. Una parte de lo que está mal. Por ejemplo, en el colegio, les reprimen su creatividad de cierta forma, se les exigen ciertas cosas. Los hechas de sus casas, casi los echan de los trabajos, están todo el tiempo como a punto de ser expulsados de esos lugares.

Pero también porque son descuidados, no es que el mundo complote contra ellos… Llegan tarde, no hacen las cosas que se les piden.

– Exacto, para mí era importante mostrar que no siempre son víctimas, nosotros también tenemos culpa de nuestros problemas, pero somos dueños de nuestros problemas, y la película muestra eso. No son heroicos, no me interesaban personajes que la tuvieran clara y les va a ir bien, porque la vida no es así, en general. Me interesaba mostrarlos humanos, erráticos, pensando, analizado lo que les esta pasando un poco y no enteramente conscientes de estos cambios. Yo creo que el espectador es el que puede reflexionar en torno a lo que les ocurre en ese fin de semana, pero ellos no son conscientes de lo que les pasa, que es básicamente es dejar ser adolescente y enfrentarse a este mundo adulto, ese es el momento el que yo quería retratar. No son personajes bacanes, están lejos de ser eso, no son líderes. Por ejemplo, Martín, es más observador, pero cuando el rapea o tiene un micrófono al frente, aparece la poesía, la protesta y me gustaba ese contraste igual. No me habría gustado que este personaje aparte de que rapeara bacán, la vida le funcionara bien y que la tuviera bien clara, no me funcionaba eso. No me atraen los personajes ganadores, me atraen los personajes que están creciendo, que son erráticos, que se están encontrando. 

Igual a mi me parece muy interesante en el contexto actual, ya que fue esta generación la que comenzó las movilizaciones, este nuevo despertar que ha tenido Chile y esta nueva posibilidad de escribir una nueva constitución. Fueron adolescentes como estos los que dijeron en un momento “ya no doy más y me rebelo”. Entonces está esto de resistirse a cumplir las reglas, que es lo que les a los tres personajes de Piola, lo que -en algunos casos- puede tener una salida poderosa, como es saltarse los pasos del metro y empezar básicamente esta revolución que ha transformado el país. Es interesante que al mismo tiempo que son desordenados, que son poco esforzados, poco disciplinados, que le tiene poco apego al rigor, cuando los agarra la poesía y la inspiración, pueden hacer cosas formidables. Y hay un momento al final de la película en donde ellos tienen una situación en donde ponen sus límites y dicen: “no, esto sí que no” …

– Exacto, ellos tienen la fuerza, aunque no es una película donde los discursos estén súper explícitos. Esto existe y es una realidad y creo que aparecen los síntomas de lo que provocó después el estallido: decir “Basta”. Son jóvenes que no tienen un lugar, a mi me interesaba eso igual. Me interesaba mostrar como en ese momento de tu vida -y no solo de los que estén ligado al mundo del hip hop-, sino de todo el que fue adolescente, llega ese momento en que dejas de ser estudiante y tienes que decidir trabajar o estudiar en la universidad. Pero hay gente que no tiene esa opción, tienes que entrar a trabajar obligatoriamente, tienes que hacer algo, en tu familia está la presión, en el colegio está la presión, en las calles está la presión, con la policía incluso, cuando quieren hacer un video clip, los echan de la calle, entonces tú dices, ¿dónde estamos, dónde está nuestro lugar, dónde está nuestro espacio?. Me interesaba mostrar eso y después, cuando ves la película, está súper emparentado a lo que pasó en el estallido. En el primer guión de Piola tenía 150 páginas y había una escena de una protesta donde daban vuelta un auto y lo rompían y lo quemaban y claro eso no salió por costos. Porque esta es una película que se hizo sin el fondo audiovisual, sin corfo, sin fondos. Es una película que esta levantada de forma independiente, tocando puertas, haciendo alianzas, con más aguante que recursos y bueno esa escena voló, pero claramente en la juventud está ligada esa fuerza, esa rabia y, como tu dices es una película, ese enfrentamiento al final de la película habla de estos pequeños detalles. Es una película donde no hay grandes tragedias ni grandes dramas, sino que es la vida transcurriendo, es una pequeña victoria, ahí se paran de frente. Los animales también se vuelven un tema, también representan lo que se pierde y lo que también encuentran ellos.

Volviendo al lugar desde donde se cuenta, me parece súper valioso el que tu vengas de ese lugar, porque probablemente, una de las deudas que ha tenido el cine Chileno es representar la marginalidad o la pobreza desde un lugar ajeno. Por mucho tiempo hacer cine fue un lugar de privilegio, porque hacer cine es muy caro y muy difícil, y en los últimos años – también con las escuelas de cine y las tecnologías digitales- ha llegado otra gente a hacer cine y por lo tanto podemos ver otras historias contadas desde otros lugares. Quería preguntarte lo importante que es para ti eso.

– Si totalmente, para nosotros era súper importante hablar desde lo que yo conocía. Lo que busco en el cine, el arte, la literatura, la música es siempre la autenticidad, que los artistas me hablen desde lo que conocen, lo que los mueve. En el cine nacional, me parecía que había esa distancia, aunque cada vez menos, porque aparecieron películas como Volantín cortao o Mala junta. Cada vez hay más películas que tienen ese sentido de pertenencia o de autenticidad, pero me parecía que durante, no sé, los últimos 20 o 30 años el cine nacional era un turismo de la pobreza cuando se bajaba a la marginalidad, era porno miseria, películas de 100 o 200 millones bajando a la población y con actores reconocidos de la televisión haciendo de pobres lo que generaba una estética muy extraña. Me parecían películas que era falsas, la verdad. Y por otro lado sentí que era necesario retratar este sujeto de clase media, cómo habla la clase media, y los distintos tipos de clase media, qué es muy diversa también. Para nosotros era importante que se hablara desde ahí. También tuvimos cuidado de no pasarnos hacia lo más marginal, hacia el mundo “Flaite” por decirlo de alguna forma, que también me parece un mundo súper rico, pero que no nos pertenece. Creo que se trata de pararnos y decir: “esto es lo que conocemos, esto es lo que queremos hacer y creemos que lo que se estaba haciendo antes no representan la realidad”. O sea, siempre que se mostraba la clase media hacia abajo, era un mundo totalmente deprimente, todos se quieren suicidar, el mundo esta muy mal. Y sí, el mundo está mal, el mundo es deprimente pero también aparecen cosas como el humor, aparecen cosas como mecanismos de defensa.

Como el humor y el amor. Me encantó que en la película no hay amor romántico, pero si hay vínculos.

– Si, eso me parecía importante también. Queríamos retratar este momento del crecimiento. En las películas de adolescentes, que es un género en si mismo, siempre hay tópicos que son los que mandan en estas películas: la cámara en mano, la suciedad, la violencia, el sexo, como que tiene que estar en estas películas, pero para mí era importante fijarnos más en otros detalles. No es que lo otro no exista, pero quería retratarlo de otra forma, si bien es una película independiente queríamos que se viera bien. Y para nosotros es un orgullo, por ejemplo, pararnos en festivales como el de Málaga, Mar del Plata, Guadalajara frente a películas que están producidas por Netflix y competir de igual a igual con una estética súper cuidada y con una narrativa súper cuidada. Era importante facturar una película que se viera bien, no por ser Quilicura la vamos a mostrar como con esta suciedad. Ahora se muestra una ciudad accidentada, pero hay una belleza en esas ciudades industriales, en estos descampados, en estos cerros, en estas líneas de tren.