Entrevista a Jorge Ruffinelli

La excusa para esta entrevista es el lanzamiento de su más reciente libro: “América Latina en 130 películas”. Se trata de una hermosa edición de la Colección de Cine de Uqbar y que produce una profunda hambre cinéfila,  porque en Chile hemos visto pocas de estas 130 películas. Cuéntanos cómo fue este acercamiento y cómo tuviste acceso a estas películas.

-Bueno, cuando yo vi el libro por primera vez, aquí en Santiago en una librería, me entusiasmó porque es una selección de películas no habituales muchas de ellas, muy difíciles de conseguir y que yo he conseguido por muchas casualidades. Además está hermosamente editado – y no quiero hacer publicidad de mi libro- , porque yo lo que hice fue entregar un texto a la editorial Uqbar y ellos transformaron ese texto en un libro, con diseño y una selección de fotografías. Por eso para mí era otro libro, no era el texto puro que yo entregué. Yo no puedo juzgar la calidad del texto, pero sí del libro y es magnífico, creo que todo aficionado al cine debe tenerlo.

Son 130 películas, un viaje por todo el continente, en distintas épocas. La palabra canon es odiosa, pero cabe preguntarte, Jorge, ¿bajo qué criterio elegiste estas 130 obras? ¿De qué forma llegaste a esta lista final?

 -Comparto contigo el tema del canon. En cuanto a la selección te podría decir que hay un criterio negativo de mi parte que fue no repetir directores, considerar una película por director. Porque, por ejemplo,  del período mexicano de (Luis) Buñuel hay películas que me encantan, pero no las pude poner todas porque había un criterio. Respecto al número, 130, no es mágico, podrían haber sido 140, 150 ó 200. Hay una serie de libros que se llaman mil películas para ver antes de morir y yo no propongo que muramos, creo que hay que disfrutarlas y no pensar en la muerte. Hay ahí una línea en la presentación del libro de Ascanio Cavallo donde dice que el cine latinoamericano ha sido subvalorado. Eso yo lo comparto y lo entendí ahora más cuando leo esa declaración respecto al libro, porque muchas de estas películas probablemente no serían seleccionadas en el Festival de Cannes o en festivales europeos. Somos subvalorados en general en América Latina, entonces  este libro enriquece a los lectores -y a quienes se puedan conseguir estas películas en cinetecas o filmotecas-, cultural y espiritualmente, tal como me enriquecí yo viéndolas. Ese aspecto, de que somos subvalorados, el libro lo combate: tenemos que ser valorados, este libro es una valoración. El otro criterio, es el principio de toda antología y es el gusto personal de quien la hace. Yo no puedo firmar un libro donde elijo películas si no son las que a mí me han conmovido, si es un thriller, que me haya tenido al borde del asiento en el cine, o si es un melodrama que me haya hecho llorar.  Eso sí, una cosa es que te hagan llorar legítimamente y otra es que te manipulen los sentimientos, de eso me doy cuenta. Al decir llorar me refiero a emocionar, a veces el llanto no viene con lágrimas sino con un apretón de garganta. Son todas películas que me han afectado, ninguna de las 130 me ha dejado indiferente.

Hay que decir que esto no es un ranking, sino que las películas están ordenadas cronológicamente. El libro abre y cierra con cintas chilenas. Se inicia con El Húsar de la muerte de Pedro Sienna de 1925 y finaliza con La Nana de Sebastián Silva. Cuando uno ve el libro uno se puede encontrar con cómo los diversos cines locales van apareciendo y desapareciendo según su producción. Por ejemplo, el cine chileno desaparece largo tiempo en el libro hasta los ’70 donde vuelve a aparecer con El zapato chino y ahí uno ve como países como Brasil, México y Argentina están muy presentes. ¿Qué te pareció cuando viste el resultado, tu lista?

-Bueno, la verdad es que yo no sopesé las películas por países, aunque también traté de no exagerar, que no hubiera más argentinas que brasileñas o mexicanas. Estos tres países son los que han tenido industria de cine y su producción ha sido bastante equilibrada. También traté de no poner demasiadas películas uruguayas, porque yo soy uruguayo, pero el cine de ese país, desde los ’90, ha dado muy buenas películas. Por eso yo me sentía de alguna manera justificado, incluso en incluir Gigante, que es de un director argentino, Adrián Biniez, pero que vive en Uruguay. Por otra parte, (Adrián) Caetano es uruguayo, pero vive en Argentina. Hacemos préstamos. En todo caso, no pensé que La Nana era la última. El Húsar sí era la primera porque yo ya había trabajado sobre esta cinta largamente y de las películas del período mudo era la que más me había afectado. Si fuera por la cronología, podría haber sido La Nana como El secreto de sus ojos u otra, pero quedó así y me complace, porque simbólicamente es un libro que sale en Chile. Ahora, tú dices que hay períodos en que desaparece Chile de esta cronología, pero también desaparece Uruguay y Bolivia, etc. Habría que ver en su momento punto por punto por qué no hubo producción o por qué no destaca en esa época. Esa no es responsabilidad mía.

Por eso digo que tiene que ver con el acceso, con la posibilidad de ver la película en cierto momento y eso tiene que ver con producción, distribución y un montón de otras cosas…

-Este libro de alguna manera es una quintaesencia de más de 20 años de ver películas latinoamericanas, una por día y escribir un artículo por día, además de otras cintas pues si no no podría valorar. Veo películas alemanas, inglesas, norteamericanas…  En esos años vi 2.500 películas y escribí sobre todas ellas. Tengo inéditas unas 7.500 páginas y algunas de ellas serán publicadas en un diccionario que saldrá en España, donde me pidieron cerca de cien artículos sobre cine brasileño. Lo que quiero decir es que gracias a la experiencia, el tesón y la constancia de ver una película por día, llega el momento de acordar con Uqbar-con Ascanio Cavallo- el año pasado, de sacar este libro. Ahí yo me encierro conmigo mismo, en las primeras páginas agradezco a algunos amigos pero a ellos nunca les dije qué películas estaba incluyendo. Se trata de amigos de distintos países a quienes les pedí su opinión sobre películas que ellos consideraran las mejores, pero yo ya tenía mi selección. Era sólo para ver dónde difería con uno o coincidía con otro o no olvidar algo muy grave. Por ejemplo un amigo argentino me decía que películas debería incluir del cine mudo, pero yo determiné que no. Lo que quiero decir es que me responsabilizo a mí mismo de la selección final.

Jorge, llevas 20 años investigando sobre cine latinoamericano, pero cuando te preguntamos por tu forma de selección de películas te referiste más a la emoción que a la técnica. De las 130 películas, ¿cuáles son las que más te marcaron?

-Es una pregunta que me han hecho. Yo diría, en este momento, 130 películas.  No podría distinguir mucho. Hay algunas que me marcaron más que otras por diferentes circunstancias, por lo que las vi hace más tiempo, etc. Debo aclarar también que para este libro yo volví a escribir todos los artículos, he vuelto a ver las 130 películas y muchas más, que han tenido que quedar afuera con gran dolor de mi alma  y que me hubiese gustado que estuvieran dentro. En cuanto a la emoción, sí, es importante lo subjetivo, pero lo subjetivo no existe sin una técnica. Hablábamos antes de la manipulación, pero hay otras técnicas que he ido valorando. Por ejemplo,  para venir a Chile-y previendo que voy a dar algunas charlas a estudiantes de cine, etc.- yo traje una especie de compilación de dos o tres minutos de seis películas, para hacer cine comparado. Uno de los fragmentos es el final de El silencio de los inocentes, donde Hannibal Lecter llama por teléfono a la chica del FBI y le dice ‘estoy en un lugar ignoto pero esta noche voy a cenar con un amigo’ y allí aparece, bajando de un avión, el jefe de la cárcel que tanto lo persiguió y Lecter caminando detrás de él, entonces sabemos que se lo va a comer. Ese fragmento lo enfrento al final de Tony Manero, donde el personaje principal fracasa porque no lo eligen a él, espera el autobús y aparece el triunfador con su novia, quienes suben a este autobús y Tony Manero sube detrás de ellos. No hay ningún signo de lo que va a suceder en el futuro. Todos los espectadores cuando termina una película quieren saber qué va a ocurrir después, pero acá no hay ningún signo. Técnicamente me gusta más este final que en El silencio de los inocentes, donde el final es obvio. Me gusta esa ambigüedad.

“América Latina en 130 películas” ya está en librerías y su presentación oficial será el miércoles 23 de junio a las 19:45 hrs. en la librería Qué Leo del Patio Bellavista. Estará presente el ministro de Cultura, Luciano Cruz Coke;  Ascanio Cavallo, director de la Colección de Cine y Bruno Bettati, productor ejecutivo del Festival Internacional de Cine de Valdivia  y presidente de la Asociación de Productores de Cine y Televisión Chilena.