Entrevista a Germán Liñero
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En el contexto de la historia del audiovisual chileno, el video tiene particular relevancia ya que durante la dictadura se convierte en un espacio de resistencia ¿Cómo fue ese proceso?

Eso ocurrió dentro de la historia de desarrollo de esta tecnología, que llega a Chile en plena dictadura. Se había instalado el año 1973, el video portátil llega el año 1975 de la mano de un canal de televisión y luego en 1978 llega a sectores independientes concretamente al ICTUS.
Antes de eso si una persona común y corriente quería filmar algo tenía que hacerlo en 8mm si era un aficionado o 16mm si era un profesional, para lo cual tenía que tener mucho presupuesto. El resto de la tecnología la manejaban los canales y ellos sí que tenía equipos de videos, pero estos eran pesadísimos, era un mueble que sacaban en un camión y con eso salían a grabar, entonces esta tecnología portátil, chiquitita, baratita, en fin, para los cánones de lo que son los costos de todo, por primera vez aparecen en las fechas que mencioné en Chile. Los primeros que se apropian de esta tecnología son gente como la del ICTUS que habían sido marginados de la televisión con su programa La manivela por sus contenidos políticos, por la irreverencia, por un tipo de humor que no le gustaba ya al sistema oficial en ese minuto y así desarrollan un proyecto de televisión alternativa; el ICTUS TV. Son los primeros que empiezan una producción sistemática de video independiente en Chile, con una autoconciencia muy fuerte del rol que estaban jugando a nivel cultural. Y de hecho ellos crean al muy poco tiempo una red de distribución de sus videos y de videos de otros que empiezan a producirse también; una red que logró abarcar casi todo Chile, y era una red semi clandestina que trabajaba con parroquias con toda la organización civil que podía existir en una condición como esa digamos.

Un producto audiovisual relevante de ese momento es Teleanálisis ¿Cuando surge  y en qué consiste?

Hubo un momento en el año 1984 donde el gobierno prohibía la circulación del todo de las revistas de oposición y en que además se decreta estado de sitio.
Fue un retroceso muy grande en ese minuto en todo sentido en la libertad pública y ciudadana entonces la revista análisis decide hacer un experimento y salir con un producto audiovisual que fue un noticiero que lo grababan y lo hacían circular en cassettes de VHS.
Entonces crean un equipo de trabajo donde está Fernando Paulsen, Pamela Pequeño, y claro Juan Pablo Cardenas, director de la revista Análisis. Esto empezó a prender y se transformó en una iniciativa muy interesante. Ellos desarrollaron un sistema de distribución en el cual había gente que se abonaba en unas listas – bastante secretas porque igual eran listas que comprometían a la gente-  y les iban a dejar los videos en moto, dirección por dirección,  y allí les pasaba una cinta y el que recibía esta le pasaba una que se le había entregado el mes anterior

¿Entonces no iban armando su colección?

Ellos iban copiando en la misma cinta el teleanálisis siguiente y así cuando se llenaba una abrían otra cinta. Cada teleanálisis duraba más o menos como 20 minutos y siempre al principio decía: prohibido su reproducción en Chile o prohibida su difusión en Chile. Con lo cual ellos se protegían y decían bueno si algo se difunde nosotros cumplimos con decirle que está prohibido entonces era un juego también un poco irónico.
Lo fantástico de esto era que todas las producciones eran con nombre y apellido, en las producciones de ICTUS eran con créditos al final, en las producciones de teleanálisis eran con el periodista en pantalla con su nombre abajo entonces esto demuestra que los tipos eran super jugados porque estaban haciendo contra cultura, contra periodismo, resistencia pero no se ocultaban lo que es muy meritorio.

¿De los contenidos de esta historia del video cuáles de las enseñanzas del pasado deberíamos aprender?

Bueno hoy está planteado un escenario que es un poco diferente en términos de que hoy en día te puedes distribuir a ti mismo. Hoy tu puedes producir de manera muy barata, con un teléfono celular  y existen espacios para que eso que tu produces circule, entonces yo no sé si haya consejos o enseñanzas, sino que en principio hay que tratar de comprender el momento en el que estamos. En el libro cierro con una reflexión que no tiene nada que ver con el video en primera instancia, me refiero por ejemplo a estos mundos virtuales como Habbo o como Second life, creo que el video siempre fue analizado -y el cine también- como un sistema de representación que produce de alguna manera una enajenación, o una cierta de posibilidad de meterte a experimentar en un espacio virtual; en una virtualidad que en esa época no tenía los alcances que tiene hoy en día la palabrita. Entonces estamos en un escenario tecnológico en el cual hay que intentar comprender qué es lo que está pasando porque la oferta visual es muy grande. La oferta de interactividad es enorme y la oferta de que tú mismo seas tu propio emisor de contenido también es muy grande sin embargo por algún motivo todavía las grandes masas siguen viendo Pelotón, Yingo, entonces algo hay que descubrir que falta en la cadena que nos tiene aún trabados.
Yo creo que el libro es una invitación a  seguir pensando qué pasa con la relación entre la sociedad y la tecnología, entre la tecnología y el arte, entre el arte y la democracia, en fin son elementos que de repente hay que cruzar para tratar de entender donde estamos parados