Entrevista a Ernesto Díaz, director de «Tráiganme la cabeza…»
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¿De dónde viene la idea de Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta?

– Hace mucho tiempo tenía la idea de hacer una versión latina del cine Exploitation. De la época en que estuve en Los Ángeles [California, EEUU], en que Marko era doble de acción…

O sea ¿… Antes que Kiltro?

– Sí, claro, antes de todo. Y estaba muy de moda el Blaxploitation por la película de [Quentin] Tarantino, Jackie Brown [1997]….

Con Pam Grier, que es la diva del Blaxploitation

– Exacto. Y eso generó un re descubrimiento de todo ese cine, no solo del Blaxploitation, sino de todo el Explotation en general. Y ahí descubrimos un subgénero que era el Mexploitation, que eran películas directo a video, mexicanas, de acción y crimen narco…

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¿Qué entendemos por cine Exploitation?

– El cine de explotación es un cine que se hace con muy bajo presupuesto, dirigido 100% al público y para entretener, explotaba algún tema específico, en general: violencia, sexo, crimen, pero, también, se aprovechaba de temas polémicos del momento.

Específicamente el Blaxplotaition, era cine que era hecho por afroamericanos y, en muchos casos, “para”… es decir, era un cine de nicho que también ponía al mundo blanco como la contraparte…¿no?

– Exacto. El Blaxploitation es uno de los subgéneros del Exploitation que tienen más que ver con el Latinxploitation que estamos intentando hacer, porque justamente es un grupo de gente específico que hizo su versión de esas películas que en Hollywood ellos nunca protagonizaban como, por ejemplo, James Bond, y así empezaron  salir las versiones Blaxploitation de James Bond, como Shaft [Gordon Parks Sr.; 1971] o Super Fly [Gordon Parks Jr.; 1972] y varios otros nombres muy extraños que tuvieron su taquilla [risas].

¿De dónde sale ésta Mujer Metralleta?

– Es una mezcla de varias cosas, en verdad. Primero, la idea era hacer una película sobre un cabrón duro tipo Charles Bronson, tipo Shaft, con las referencias de Blaxploitation. Pero de pronto nos dimos cuenta que había que cambiar un poco, pues ya se había hecho con Marko en Mandrill… y dijimos hagamos algo con una protagonista, que el ícono de acción sea mujer. Y de ahí daba vueltas el nombre de La Mujer Metralleta como nombre genérico de una mujer potente y que sonaba mucho; y mezclando eso con una de mis películas favoritas que es Tráiganme la cabeza de Alfredo García [1974] de Sam Peckinpah, de repente juntando esas ideas se da ese título. Y del título se hace la historia. Sonaba muy Latinxploitation, muy Chilexploitation el título. Y de ahí salió.

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¿Por qué Fernanda Urrejola para este papel?… Además de porque es guapísima ¿Qué había en ella que te llamaba la atención para tu tipo de cine?

– Había algo, una mirada especial, tiene algo en los ojos que sentía que podía ser atractivo para la pantalla grande y que no había sido explotado antes. Y sentía que este personaje en particular necesitaba.  Y me empecé a imaginar a Fernanda cuando comencé a escribir el guión y sentía que ella le podía dar algo más que no estaba en el papel, una profundidad súper abstracta, algo podía haber, una locura dentro de ese personaje…

En todas tus películas hay una chica fuerte que se las trae. La chica coreana de Kiltro; la Mane Swett, en Mirageman; y, después, está Celine Raymond, en Mandrill. Todos personajes femeninos fuertes ¿Qué hay ahí que te interesa?¿Cómo manejaron un personaje hiper sexuado, sin caer en lo sexista?

– Yo creo que desarrollando el personaje e intentando que no fuera solo eso…. Pero también es un proceso no tan profundo ni consciente. Es una cuestión de instinto que se va dando escena a escena, porque no teníamos un guión tan detallado tampoco, era más una escaleta. Entonces por una cuestión de sensaciones en cada escena íbamos viendo hasta qué punto podíamos llegar. Éramos autoconsciente del juego que estábamos jugando y buscamos ponerle el sentido del humor e ironía que pueda sostener toda esta propuesta tan extrema.

Al igual que todo el trabajo de la película, la música tiene referentes claros, ¿Qué es lo que está funcionado ahí?

– Bueno, la música empezó con la idea de hacer funk y una versión latina de la música del Blaxploitation, con  referentes como: Isaac Hayes, Curtis Mayfield, el mismo James Brown, y queríamos hacer un funk latino, pero cuando empezamos a trabajar con las imágenes nos dimos cuenta que no pegaba ese estilo con la estética que la película agarró naturalmente. Porque no teníamos los recursos para hacer un diseño de arte súper planeado, sino que se fue creando la estética de la película con lo que teníamos, adaptándonos a lo que había y con las cosas que podíamos poner nosotros a la realidad que había frente a la cámara. Entonces, la película agarró una estética mucho más ochentera y, de ahí, empezamos a jugar con el sonido electrónico ochentero, que también tiene que ver con los recursos. Porque no teníamos el presupuesto para grabar instrumentos reales, entonces a puro sintetizador y tratando de ser los más taquilleros con ese sintetizador; agarrando una época en que eso se hacía porque era un estilo.

A propósito de presupuestos ¿Cómo se hace una película cuando la filosofía es “voy con lo que hay”?

– Bueno, siento que ese es el espíritu con el que llegué a dedicarme al cine. Cuando hacíamos películas caseras se hacían con lo que había no más. Y es una manera de sobrevivir al medio local donde o te sacas el fondo o convences a alguien que invierta en tu película, un privado, o vas de esta manera. Entonces, para no quedarse pegado y para poder vivir del cine a veces, creo yo, hay que tomar este camino. Ahora, es un camino que es súper intenso, sacrificado, de trabajar siete días a la semana, mucho trasnoche, pero también salen cosas interesantes de eso. Mirageman fue hecho de esta misma manera. Te obliga a estar con un alto nivel creativo para solucionar problemas: en vez de pagar para solucionarlos, hay que inventar las soluciones; te obligan a crear una estética distinta y un movimiento de cámara distinto, y empiezan a salir cosas nuevas. Siento que eso le da mucha frescura a la película y esa una manera que me gusta mucho trabajar. Lo ideal sería combinar ambas, pero cuando está en la otra posición, de tener el presupuesto, en verdad no te empuja a llegar a ese tipo de ideas. Entonces, hay que saber disfrutar ambas.

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En Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta, uno puede darse cuenta, perfectamente, que esta película fue hecha súper rápido, con pocos recursos, pero hay un ejercicio por no esconder eso sino más bien abrazarlo. ¿Cómo se logra llegar ahí? O, en ese sentido ¿Cuáles sientes que son las herramientas que a ti te han formado como cineasta, tus referentes; el ejercicio que te permite tener esa creatividad funcionando?

– Yo creo que es tener muy claro como funciona el lenguaje audiovisual –que se lo debo a mi maestro y amigo [David] Vera Meiggs–, que tiene que ver con el punto narrativo de tu historia y de dónde pones la cámara para contar tu película. Siento que tanto Mirageman como Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta se sostienen porque siguen al personaje,  la narrativa es súper fiel al personaje principal y lo vemos todo a través de ellos; todo lo que sucede lo vemos desde su punto de vista, desde sus ojos; la cámara nunca se despega de su metro cuadrado para ver la historia. Entonces, no es necesario saber lo que está pasando en la base de los mafiosos mientras estamos con este personaje sino que nosotros vemos lo que ve él, no más. Siento la fuerza de la película viene de ahí y no necesariamente de todo lo demás, de todo el decorado, el presupuesto…..Empiezas a seguir la historia con un compromiso y una identificación con el personaje por eso. Porque puede ser todo precario. Puede ser la esquina de tu casa con una cámara en mano pero vamos sintiendo lo que él siente. Creo ahí está la clave de ambas películas. Cuando la he visto en sala, he sentido que el público tiene esa sensación que no la ha tenido con las otras películas.

Claro, hay una cosa muy espontánea que está funcionando ahí. Ahora, lo interesante es que aunque esta película no entra dentro de la clásica estética festivalera, sí estuvo en el Festival de Cine de Valdivia y luego hubo una retrospectiva de tu trabajo en Bafici [2013]. Cuéntanos, cómo viviste esa experiencia.

– Fue, para empezar, muy bonito y sentí mucho orgullo cuando me llegó la invitación. Nunca me habían hecho algo así…

Además Bafici no es un festival de género. Tu tienes tu espacio en festivales de género, pero esto es otra cosa…

– Exacto. Entonces, de repente digo ¡Guau! claro, he hecho varias películas, y uno no se da cuenta. Uno nunca mira mucho hacia atrás sino que mira más para delante. Entonces, de repente me veo ya sentado –en  una primera función, que fue Kiltro– y empieza a llegar poquita gente, todavía entrando en confianza; en la segunda función llegó mucho más gente; y, después, en la tercera terminó quedando gente afuera. Empiezo a sentir que sí funciona, no solo en Chile y no solo en festivales de género, sino que hay una conexión con el público más allá de lo local y del nicho. Algo pasa con las películas que me gusta mucho y que es, justamente, eso que te digo de la identificación con el personaje. Porque lo sentía allá que Mirageman y Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta fueron las películas que más pegaron y las que terminaron llenando las últimas funciones…

Y uno podría pensar que son películas tremendamente locales. Con lenguaje muy local, con Santiago muy expuesto, con mucho güiño interno a nuestra idiosincrasia y de todas maneras, más allá de eso, funcionan.

– Y, bueno, eso tiene que ver con la propuesta de Latinxploitation o Chilexplotaition que siento que esa es la clave para sobrevivir en el medio… O sea, en cine en general, en el mundo. Porque obviamente el tipo cine que hago yo –el cine de acción, de género– no puede competir con Hollywood, y con explosiones gigantescas y persecuciones de auto. Entonces, la única manera es siendo fiel a tu tierra y tratando de que tu cine tenga una sabor que no puede tener en ninguna otra parte del mundo. Que tenga detalles que solo sucedan acá. Puede ser una historia que se ha contado mil veces pero va a tener un sabor diferente, que es lo pasa con el vino. El vino tinto es vino tinto en todo el mundo, pero por qué gusta el vino chileno afuera, porque tiene un sabor que solo está en esta tierra. No hay otra manera.

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Hay mucha gente que está muy atenta a lo que está pasando con Santiago Violenta que sabemos filmaste antes de Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta ¿En qué está Santiago Violenta?

Santiago Violenta está por fin en la recta final. Estamos en post-producción, se está haciendo la música en este momento, la post-producción de imagen y sonido. El montaje se terminó hace unas 3 semanas, y ahora está en el horno, y yo me estoy juntado con [Claudio] Rocco, el compositor. Cuando salgamos de esto –del estreno de Tráiganme la cabeza…– vamos a concretar y la película va a estar lista a mediados de julio para pensar en un estreno de ahí en adelante, ojalá este año. Eso es lo que queremos.

¿Y estás pensando ir a Austin?, que es un festival de género donde siempre te reciben, donde has sido muy premiado…

– Eso es en septiembre; lo más probable es que estemos en Austin. Porque ya había sido seleccionada la película –lo que había–, pero no alcancé a terminarla para llegar, pero deberían seleccionarla de nuevo, supongo. Pero, ahí tenemos que ver el camino festivalero. La idea es ir a hartos festivales.

Para la gente que está pensando en ir a ver Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta o no sabe, ¿cual sería el estado de ánimo o tu recomendación previa?

– Yo creo que los que les gusta el cine… Bueno, hay grandes referentes como Tarantino y Rodríguez que se ha visto mucho en los comentarios de Internet.

Pero tu referente es previo. Para nuestra generación Tarantino y Rodríguez nos es más familiar, pero tu estas alimentándote de las películas que también influenciaron a éstos…

– Claro, exactamente, la gente lo relaciona mucho con Death Proof [2007] y Planet Terror [2007] porque son películas que también agarraron la estética del Exploitation. Pero, los que quieran ir a pasarlo muy bien e ir a ver sangre y erotismo, y sobre todo tener un gran momento en el cine. Es una película que no para, que tiene mucho sentido del humor –hay gente que se mata de la risa–, y hay gente que se envuelve totalmente con el suspenso de este personaje metido en un mundo en el que no tiene idea cómo sobrevivir. Porque es un DJ, un personaje común y corriente, metido en el mundo de la mafia santiaguina. Entonces, hay varios ángulos por donde disfrutar la película y así que pueden ir en la onda que quieran, igual lo van a pasar bien.