Entrevista a Carlos Lértora, director de «Variaciones Espectrales»
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Con el siglo XX, y específicamente partir de desarrollos científicos como la electricidad y la cinta magnetofónica, se abren campos de investigación y experimentación en todas las disciplinas. Y particularmente respecto la música, sobretodo entre las guerras mundiales y con posterioridad, comienza a interpelarse cada vez más la definición de ésta, sus límites y sus convenciones. Esto, a partir de los proceso de síntesis, montaje e incluso inventiva sonora, mediante dispositivos tecnológicos de avanzada. No serán, por lo tanto, ya exclusivamente la interpretación humana o los instrumentos tradicionales (de viento, cuerda, percusión) las únicas vías a la hora de ejecutar una composición y con ello lograr una conexión emocional con el auditor. En todo el mundo comienzan a surgir denominaciones y teorías sobre esta tendencia rupturista, surgen técnicas y conceptos como música concreta (hecha a partir de sonidos grabados e intervenidos) y música electroacústica (generada por dispositivos que transforman la electricidad en sonido).

Y aunque usualmente se sindica que el foco de estas propuestas tuvo lugar con las vanguardias en Europa –Francia y Alemania– con autores como Schaeffer o Stockhausen, en Chile también proliferan gestores de estas experiencias de forma paralela e incluso adelantada, tanto en aspectos teóricos como prácticos. A partir de algunos datos y materiales que trajeron desde el viejo mundo investigadores como Fernando García y Leni Alexander, toda una nueva generación de compositores (varios eran además ingenieros) comenzaron por su cuenta a estudiar, realizar y estrenar obras de música concreta y electroacústica en la década del 50. El 2006 el sello Pueblo Nuevo conmemoró medio siglo de música electroacústica en Chile con una edición de lujo de tres discos que incluía a autores como Leon Schidlowsky, Juan Amenabar, Gustavo Becerra, Gabriel Brnčić, Ivan Pequeño, Samuel Claro, y muchos más. Y dentro de aquel acervo figura una pieza de 12 minutos, Variaciones Espectrales (1959), de José Vicente Asuar (Santiago de Chile, 1933), que, además, ahora le da el título al documental que recoge parte de este movimiento; que, en todo caso, siempre estuvo ahí, pero solo apto para quien se aventurara a conocerlo, a darse la oportunidad de ponerle atención y de abrirse a sonoridades que desafiaron –desafían–  las convenciones, los sentidos y las paciencias.

El año 2008 el realizador sanfelipeño Carlos Lértora se encontró en Youtube con el fragmento de un programa de TVN –de 1984, conducido por Mercedes Ducci– dónde Asuar explica de forma sucinta el funcionamiento de su particular invento, el COMDASUAR: un computador fabricado exclusivamente para interpretar música. Asuar ya había editado 3 LPs con un marcado enfoque pedagógico, además de las decenas de piezas ya hechas alrededor del mundo mediante otros artilugios ingenieriles. A partir de este curioso hallazgo, Lértora comienza a indagar en archivos, estudios y autores, y da con el libro del investigador y compositor nacional Federico Schumacher (Santiago de Chile, 1963), La Música Electroacústica en Chile: 50 años (2005). Paso a paso, a Lértora se le revela un caudal de compositores pioneros, laboratorios musicales, proyectos multimediales y no pocos enigmas, entre ellos, el paradero actual de José Vicente Asuar y su singular obra, imaginario y derrotero.

El documental de casi una hora de duración tuvo su estreno en ARTV en mayo de 2013; obtuvo la mención especial del jurado en el XVII Festival de Cine Recobrado; participó en la 11º Bienal de Artes Mediales; y fue premiado como mejor documental nacional en la décima versión del festival In-Edit Nescafé a fines del año pasado. Por lo pronto no hay exhibiciones programadas en otras ciudades del país no obstante la película se puede ver en Vimeo On Demand.

Conversamos con su director luego de la exhibición que se realizó el pasado sábado 22 de febrero en el microcine del Centro de Artes y Oficios Almendral (San Felipe, región de Valparaíso); un ex convento, que ha resistido 200 años de terremotos, nutrido de salas de exposiciones, de historia viva, y un despliegue de espacios de por sí sorprendentes y notoriamente cuidados; es lo que llamaríamos una típica, robusta y leberíntica casona colonial con un exuberante amplio patio central.

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Fotograma de Variaciones Espectrales (2013)

1. PROTAGONISTA

Luego de leer las investigaciones de Schumacher, tuviste un abanico de posibilidades –compositores–, ¿cuándo y cómo te decidiste por Asuar, como personaje para el documental?

– Siempre supe que quería hacer algo con Asuar. Y sin restarle méritos al resto de los compositores. Porque, por ejemplo, conozco a Gabriel Brnčić y es una persona increíble; en España es una eminencia en la música, sigue componiendo, sigue tocando. Pero Asuar tenía esa cuota de cinematografía que me interesó mucho, que era ser “el personaje misterioso”; que había hecho mucho y que había sido muy poco reconocido. Yo creo que ese misterio es muy atractivo para un realizador, y sobretodo al yo estar tan compenetrado con ese gusto por la música experimental. Entonces, apenas lo descubro comienzo a bajar sus discos y a escuchar esta música y quedo fascinado. Creo que desde que descubrí el tema quise hacer algo con él. Y la idea también era vislumbrar a otros personajes de su generación que igualmente habían hecho muchas cosas. De hecho a Asuar le gustó mucho la película porque en ésta se hace referencia a otras experiencias realizadas en Chile. Porque a él lo que le interesa es dar a conocer esta música a un nivel más masivo, a todo el mundo, a todo al que le interese.

Y en tú elección, jugó un rol importante el computador que Asuar desarrolló, el COMDASUAR (1978)… 

– Claro. En la medida en que lo descubrí… Porque primero estaba todo este misterio. De hecho, antes de conocerlo en persona, él era una especie de personaje místico. Entonces conocerlo fue una ruptura porque se redujo el misticismo y se nos entregó el ser humano; que era un tipo súper afable, súper empático, súper cariñoso; tiró harta talla durante el proceso. Entonces, que él nos llevara a conocer este computador es la génesis o el alma de este documental. Y bueno, de hecho, el marco de esta película está en esa parcela donde hay una compenetración entre lo digital, lo tecnológico y lo orgánico. A mí me interesó mucho encausar la película a partir de este cruce, donde lo orgánico se apodera de lo tecnológico y viceversa.

¿Y en qué momento se lo propusiste? –más allá de que este entusiasmo y querer hacer el documental–, es decir, ¿te costó proponérselo?

– No, no, no… Cuando nos juntamos (2009) yo le dije: “yo voy a hacer una película de usted”.

¿Cómo lo tomó él, cómo reaccionó?

– Con mucha humildad… Y de verdad yo creo que no es falsa modestia. Creo que Asuar no siente o no asimila lo importante que es su presencia en la música chilena. Y claramente está acompañado de todo un contexto que lo fue tirando o succionando hacia un olvido permanente. Yo creo que Asuar perfectamente podría ser premio nacional de música. Creo que tiene los méritos suficientes para aquello. Pero –como hablaba recién con otro cabro– pasa algo muy extraño. Es que cuando Asuar generó esta carrera de Tecnología en Sonido en la Universidad de Chile Amenabar fue siempre “el pionero”. Durante mucho tiempo se pensó que Amenábar era el real pionero de la música electrónica en Chile. Porque en dictadura se opacó su presencia y Amenábar siguió trabajando con los comandantes y los generales y siguió ejerciendo. Pero Asuar sin ser político –porque tampoco es un personaje político ni de izquierda– no vio espacio para seguir haciendo sus cosas. Y, claro, se vio opacado ante esta no-compenetración con este aspecto político. Entonces, él se vira. Yo creo que ese es un acto de valor y de autonomía y que en mí deja una sensación de personaje muy robusta; un tipo muy claro en sus ideas, que incluso fue capaz de terminar con su música en el momento preciso para él, no sé, pero con esa determinación. Creo que todas estas personas tienen esa determinación. Para ser rupturista tenís que ser muy determinado, sobretodo en Chile. Entonces a mí esa imagen robusta de Asuar en cuanto a intelecto, a manufactura, a gestión, me parecía extremadamente interesante.

Y eso que el sacó obras muy importantes en esa época, 1973, 75, 78, ¿No hubo retroalimentación de parte de las autoridades, de las universidades, incluso habiendo fabricado en esos mismos años el COMDASUAR?

– Muy poca en ese momento… Pero en un principio él me contaba que sí. La Universidad Católica le da la oportunidad de generar un laboratorio de música electroacústica con Juan Amenábar. Pero la gracia de estos cabros es que ante la carencia de recursos ellos crean sus propios aparatos sonoros –al ser músicos e ingenieros– y con una capacidad de investigación impresionante; que es lo que cierra el documental: cuando Federico Schumacher dice que él [Asuar] es un investigador y eso los hermana a todos. La capacidad de investigar hasta llegar a un punto dónde se crea algo nuevo. Y eso es un aprendizaje tal que termina abriendo una veta, una luz. Y siempre con el carácter pedagógico, porque todo lo que Asuar hacía lo pensaba pedagógicamente. Él me contó en un momento que quería que el Comdasuar estuviera en las casas, en los hogares. Incluso me contaba que el próximo Comdasuar incorporaría elementos de Theremin, donde se interactuaría gestualmente con la música.

Y sobre eso que sutilmente se toca en el documental, respecto la posibilidad de comercializar el invento en su momento…

– Sí. Hasta estuvo en Sábados Gigantes, pero nunca pudimos dar con ese material, ni nadie que supiera de eso. Pero Asuar nos contó esto y le creemos. Es que él tiene una visión poco sectaria, al revés de otros músicos. A pesar de que su música pareciera ser de un círculo cerrado él los abre constantemente. Hace poco, por ejemplo, nos llamaron de un programa de La Red y nuestra reacción interna fue como de rechazo. Y llamamos a Asuar para preguntarle –porque nos estaban pudiendo sus datos de contacto– y él me dijo “Sí, obvio, mientras más gente sepa de esto mejor, y que bonito que la gente empiece a descubrir esta música; a algunos les va a gustar a  otros les va a cargar”. Él estaba súper claro en eso, súper visionario. Nada egoísta con su arte, con sus cosas, con su trabajo.

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Fotograma de Variaciones Espectrales (2013)

2. INVESTIGANDO

Tú te contactaste con Federico Schumacher que es en definitiva el que te posibilita el acceso directo a Asuar, ¿en qué notaste que había un entorno medio cerrado o medio sectario respecto Asuar?

– Lo decía en buena onda. Es que igual ellos son un círculo pequeñito. Y creo que como les costó tanto volver a poner en sitio a este personaje que cuando llega alguien ”nuevo” como que son recelosos con la información. Quizás quisquillosos con eso, con qué tan profundo puedes llegar tú con esto que estás haciendo. Y en este caso, igual era una inquietud normal de parte de ellos, por ese entonces yo era mucho más cabro (2009) y con mucho ímpetu también. Entonces, tal vez pensaban que yo iba a hacer algo liviano o superficial, no sé, son rollos que me paso. Igual fueron súper amables, pero sí recelosos con la información. Les costó mucho darme la llave para entrar en este personaje. Y, bueno, cuando entré caché que debía tener personalidad para empezar a darle vida a este proyecto, porque las oportunidades para ver a Asuar tampoco eran muchas. Él a pesar de estar ahora más expuesto vive en Calera de Tango, viaja poco a Santiago. Son pocas las oportunidades donde te puedes encontrar con él para conversar.

3. GRABAR

¿Con qué lógica o enfoque comenzaste el registro?

– Con mucho ímpetu más que con una idea clara. La idea clara del documental empezó a vislumbrarse yendo a grabar el Comdasuar. Sabíamos que era una pieza clave en cualquier película que tuviera que ver con Asuar. O sea, yo sin tener una idea tan gruesa de lo que quería hacer, cuando fuimos a “abrir” este computador supe que aquello sería significativo. Y de hecho fue un momento muy bonito porque Asuar se reencontraba con este aparato después de 20 años; estaban sus fanáticos –la gente que ha trabajado por años por descubrir su imagen–, estaban todos emocionados, fue muy energética la situación. Y estuvimos compartiendo mucho rato en esta parcela que es maravillosa, con peces koi, era casi un poco irreal. Yo creo que ahí empezó a vislumbrarse para dónde tenía que ir la cosa, y claramente este momento marcaba la película; era la piedra angular.

¿Y cuanto tiempo estuviste grabando?

– Esporádicamente, fueron como tres años. Pero no fue una pega de todos los días sino cuando podía. Cuando la gente de Pueblo Nuevo me avisaba que iba a haber un concierto tributo, o cuando fue ese concierto de los 50 años de la música electroacústica en Chile fui a grabar. Tuve la fortuna que igual la gente fue súper buena onda con el tema y todos concordaban en lo bueno de que se esté haciendo algo sobre Asuar. Y no es solo “reconocimiento”: es ponerlo en vista, en valor. Yo creo que él habla por sí solo. Hay que ponerlo en el sitial que debe estar: su importancia es su pega. Entonces, hubo mucha buena onda de mucha gente que nos apoyó en ese sentido. Porque como él es tan bajo perfil más una situación equis ocurrida en dictadura donde empezó a baja su perfil en el ambiente académico, no era su culpa que la gente no lo conociera.

Luego, cuando estabas acudiendo a estos eventos y realizando las grabaciones con Asuar, ¿ya estabas editando paralelamente?

– No. Acumulaba material. Siempre queriendo terminarlo, pero como estaba en una situación de que tenía que trabajar, tenia que hacer otras cosas, el tiempo no era muy equilibrado en relación a un proyecto de esa magnitud donde aún no había ningún presupuesto. De hecho accedí a estas instancias de Lastarria Cine Digital dónde llegamos a estar preseleccionados o una cosa así. Y a pesar de que no había película, con el teaser se comenzó a generar una expectación muy interesante: me llegaban comentarios por Vimeo, gente descubría el personaje y quería saber más, entonces se empezó a generar una bola de nieve.

(Mientras conversamos con Carlos, un asistente a la exhibición se integra de improviso al diálogo):

Mira, igual con la tecnología de la época llama al atención cómo él  pudo armar todas estas cosas, o a lo mejor parte de estos equipamientos que se veían en las imágenes algunos los construyó él, otros se los consiguió ¿no?….”

– Pero igual tiene que ver con que Asuar tenía los recursos también como para hacerlo. Creo que es algo que tiene que ver con todas las vanguardias, sobretodo en esas épocas: los surrealistas eran todos burgueses, los dadaistas, los futuristas, la mayoría era gente de mucha plata. Pero, en el fondo, lo que permitían esos recursos era conseguir las herramientas y el tiempo para pensar –creo yo–. Y también, claro, cuando llega Fernando García a contarle que existía esta música ésto le da un giro, un vuelco, y transformó su vocación musical. Y eso es muy bonito: él construye su propio mundo sonoro a partir de sus propios elementos, como no existían los aparatos. Y trabajan con cosas que se construían ellos mismos, entonces ahí hay un doble valor: de composición y de factura y creativo.

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Fotograma de Variaciones Espectrales (2013)

4. POST-PRODUCCIÓN

Qué tan importante fue integrar a una productora (DeReojo) en la siguiente fase del documental. ¿Ahí se empezó a redondear más el proyecto, agarró otro aire?

– Sí, de todas maneras. Fue importante porque fue un proceso de crecimiento. Algunos de los que trabajan en DeReojo fueron profesores míos. Pato Muñoz (productor) tiene mucha experiencia, Christian Morales (asesor de guión), Eduardo Tumayan (sonido), también, todos tienen mucha experiencia. Hubo un feedback que fue bien interesante. La idea estaba bien clara, yo creo tampoco ellos metieron mucha mano o cortaron mucho en las ideas; me dieron mucha libertad creativa; la película siempre fue mía –autoralmente–, pero, claro, sí había un respaldo en equipamientos o en conversaciones que era importante. Así que todo eso fue clave para la película. Si en aquel entonces Christian Morales no me hubiera dicho “oye, postula a esto”…

A veces siento que en algún momento esto me lo tomé como un desafío personal. Estaba re-pegado con el cine independiente y el cine de guerrilla. Porque en ese tiempo nunca me había ganado un fondo; tenia muchas ganas de hacer cosas y las hacía a puras ganas. Entonces, cuando comencé a grabar esto, me dije “ésto lo voy a grabar solo, demore lo que me demore”. Pero entendí que había que hacerlo, que había que concretarlo, y los fondos te lo permiten –a pesar de que no estoy muy de acuerdo de cómo se desarrollan éstos– y, claro, como que te dicen “tenis esto grabado, ¿que te falta? termínalo, móntalo, estrénalo”. Igual a mi me costó, porque el fondo te ponía esta meta, este margen que era terminar la película en 55 minutos porque esa línea de financiamiento estaba pensada para que el resultado fuera emitido por televisión. Entonces fue súper complicado trabajar con tantas horas de material sabiendo que tenía que tener esa duración precisa. Yo creo que para cualquier realizador –sobre todo documentalista– es súper complejo sintetizar tanta información en un tiempo determinado, ya que por lo general te podís dar una hora o una hora y media, dos horas, y podís irte en otras voladas. Y aunque al principio fue súper complejo lo terminé viendo de una forma súper positiva; me ayudó a sintetizar y a entender que esto debe tener una narrativa detrás. Así que fue un trabajo súper complejo de montaje.

¿Y como qué momentos tuviste que dejar fuera?

– Muchas cosas, muchas cosas. Muchas entrevistas, cosas que dijo Asuar. Pero siempre estaba conciente de que esto era una película y en algún momento me saqué la mochila de la responsabilidad del “personaje importante”. Porque -me dije- no soy responsable de nada; tengo las ganas y haga lo que haga va a ser un aporte. Es decir, con un súper bajo perfil traté de entregar la película para afuera. Pero era complejo igual. Durante mucho rato sentí esa responsabilidad, pensaba “chuta, Asuar es un personaje super importante, si queda malo el resultado va a ser como fome». Pero fue complejo, sobretodo porque trabajé la película en mi casa, monté en mi casa, entonces tu te ponís tu propia máquina, y es rabiar, y tener el coraje –las bolas– para decir “no, lamentablemente, esto o esto otro no puede ir… Y no va a ir”.

¿Ahí le mostrabas el material a la productora para recibir retroalimentación o cómo se generaba la relación con los avances?

– Se generó un primer corte, hacemos una revisión con Christian Morales con Patricio Muñoz y se genera un feedback; aportaron elementos de montaje, no tanto en la historia. Pero, claro, fue un trabajo interesante y muy retroalimentador el recibir las críticas que a veces duelen un poco el ego; porque es tu película, la has trabajado mucho tiempo pero cuando te ves enfrentado a esa critica –que no es necesariamente negativa ni personal– es complejo. Y es súper complejo hacer tu película y montarla también, porque estai muy enamorado de tu material, estai muy encariñado con ciertas cosas. Entonces, esa visión externa yo creo que ayuda caleta a desenamorarte de ciertas cosas, a mirar con un prisma distinto la situación. Entonces por ese lado fue súper satisfactorio el trabajo con la gente de DeReojo.

Sobre la parte de la animación, ¿cómo llegaron a esa idea?

– Ahí los méritos y créditos son de Alejandro Albornoz [Santiago de Chile, 1971] que es músico y artista. Él, antes de que el documental estuviera listo, me contó que Asuar hizo unas partituras. Me mostró unas carpetas y eran realmente un laberinto, un misterio de hojas gigantes que se ordenaban de una forma muy particular; y Antonio se dio la pega de ordenarlas, escanearlas una a una y animarlas para lograr esa sincronía con la música. Hay partes que no se consigue porque la partitura no era exacta en un 100%. De hecho eso me gusta mucho, que las partituras están hechas con lápiz grafito, que las líneas de los cuadros no son necesariamente perfectas. Así que no quise darle esa perfección en la sincronía y el que se corrieran un poco lo encontré hasta simpático.

Y bueno, estas partituras él las hizo después –un par de años– de haber compuesto las Variaciones Espectrales (1959), como materia de investigación. Lo que él pensaba era entregar esta música y entregar esas partituras como para decirle a la gente “esto suena así, pero no es tan casual; este sonido es representado por este símbolo, y éste símbolo representa un diente de sierra o un ruido blanco”. Él tenía todo muy bien pensado. Lo que más me sorprende de Asuar es esta dualidad entre lo artístico y lo técnico. Asuar es una persona súper amplia: amante de las aves, de la naturaleza, del cosmos es fanático; sigue mucho los reportes de la NASA. De hecho, ahora está escribiendo mucho –me contaba–.

5. ESTRENANDO

¿Y Asuar vio la película?

– Sí, en el pre-estreno, en la Universidad Arcis (17 de mayo de 2013), en el LAIM (Laboratorio Arcis de Informática Musical) a través de la gestión de Schumacher. Ahí vio la película y fue muy bacán porque no solo fue él sino también Gabriel Brnčić con su señora y otros músicos y se armó un ambiente muy bonito –que a mi me tenía ultra nervioso porque me sentía como en una silla de juicio–. Porque le estaba mostrando la película a la gente que me iba a juzgar con certeza. Los personajes estaban ahí. Pero fue bacán, la gente aplaudió mucho, se acercó Asuar, me felicitó. Le encantaba que esta música –la de muchos, no solo la de él– estaba teniendo ahora una vitrina que nunca había tenido. Yo creo que estaba súper agradecido por eso. Y Brnčić también, él más efusivo, es otro rollo: me abrazaba, me decía gracias por esto. Después de la película se generó un pequeño foro-debate donde conversamos y hasta se armó un diálogo entre Brnčić y Asuar de butaca a butaca; hablando sobre experiencias personales de la época, recordando cosas….Fue una experiencia que debió haber quedado registrada, pero estábamos todos en otra. Asuar estaba súper contenido; peló mucho el cable con esto de como los pajaritos estaban compenetrados con el sonido; que era su sonido pero no era “su” sonido. Le gustó mucho eso, las secuencias de interpretación visual de su música. Y eso fue lo que hicimos luego en octubre (2013) en el Bellas Artes, en vivo con él: tirar la pieza completa e interpretarla visualmente entera.

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Fotograma de Variaciones Espectrales (2013)

Las Variaciones Espectrales de Asuar se estrenaron el 22 de junio de 1959 en el Teatro Antonio Varas y fueron, además de su proyecto de titulación –como ingeniero civil–, claves para que el compositor obtuviese una beca y así poder continuar con sus estudios, en Alemania. Ese mismo año llega a Colonia y luego, definitivamente, se instala en Berlín, donde profundiza en composición y en técnicas de estudio de grabación, entre otras.

A gran parte de las composiciones electroacústicas de Asuar se puede acceder a través del sitio pueblonuevo.cl (donde también están para descarga obras de más compositores); en la Revista Chilena de Música se encuentra una serie de escritos técnicos, experienciales, artículos, análisis, investigaciones, y el fascinante texto “Recuerdos” (1975) de Asuar, en el que éste narra en retrospectiva y en detalle sus peripecias en Alemania, Brasil, Venezuela, EEUU y Chile.