Hasta el 3 de abril se desarrolla en 6 comunas de la capital la sexta edición del Festival Cine de Mujeres de Santiago, FEMCINE6. Más de cien funciones gratuitas y abiertas a todo público, talleres, seminarios, encuentros y tres categorías de competencia: Cortometraje Nacional de Escuelas, Largometraje Internacional y Largometraje Iberoamericano. En esta última categoría la única película chilena en competición es Atrapados en Japón de la cineasta y animadora Vivienne Barry. Conversamos con ella sobre este trabajo y su participación en FEMCINE6.
¿De dónde vino la decisión de pasar de los cortometrajes de animación a un largometraje documental ?
– Tiene que ver con que yo soy periodista como primera profesión y siempre me ha encantado el cine y lo manual. Por eso me dediqué al stop motion, pero había una necesidad en mi de buscar otros lenguajes. Me aventuré a hacer una película en vivo que es un documental. No es el típico documental, también tiene muchas partes animadas, no tiene entrevistas…
Tiene mucho material de archivo…
– Tiene mucho material de archivo y el resto está contado con otros lenguajes, aguas, lluvias, paisajes, otras cosas. No es lo que más común en este formato.
El año pasado se mostró el primer corte en el Festival de Cine de Mujeres y la impresión que yo recogí fue por un lado de sorpresa frente a lo original de lo mostrado y también nos llamó mucho la atención lo arriesgado que fue esta mezcla de lenguajes para contar una historia que es bien emocionante. La aventura de tu papá y estos periodistas que habían sido invitados a Japón en los años 40 y que cuando sucede lo de Pearl Harbour quedan atrapados en la isla por razones políticas no pueden salir.
– Como tu dices fue súper arriesgado porque tenía miedo de no hacerlo bien y para mi fue un regocijo enorme, por ejemplo, presentarla en el Festival de Cine de Valdivia y que me dieran el premio al mejor Largometraje Chileno.
¿Cuáles eran tus expectativas con esta película?
– Había pensado que si se transmitía el sentimiento que quería plasmar ahí, si las personas se emocionaban o se entretenían, a mi me bastaba. Yo pensaba que me gustaría que me dijeran que está bien hecha. Nunca pensé tener premios. Pensé que ya era un gran paso hacer un largometraje.
¿Cuál piensas tú que fue la mayor dificultad de pasar del trabajo del stop motion a un largo donde mezclas lenguajes y cuentas una historia súper personal?
– Creo que el largo fue tan trabajado como las animaciones. Me demoré cuatro años en hacerlo. Al principio quería contar la historia de estos periodistas chilenos que son cercanos a mi, a mi padre y son importantes dentro del periodismo chileno. Pensé que eso bastaba como historia, pero eso fue evolucionando a que yo contara la parte mía más personal, que yo era la hija de este periodista que murió joven y que lo busca a través de esta historia ya que poco lo conoció. Nací en una casa decorada japonesa, pero nunca conocí los entretelones de ese viaje.
¿Cómo fue el proceso de acercarte a los temas musicales que pusiste en tu película?
– Mira, en general en toda la realización pasaron cosas muy mágicas, desde que yo me conecté con el tema se empezó a facilitar todo y empecé a encontrar cosas sin quererlo. Por ejemplo, en Japón encontré la réplica del barco donde viajaron los periodistas y mi papá, y pude filmar adentro y, ante de eso, ni siquiera sabía que existía. Una semana antes de ir a Japón me invitaron a China a un simposio de animación a la ciudad donde yo tenía que ir porque mi papá había estado. No teníamos plata en nuestro presupuesto para eso viaje, y gracias a esa invitación pudimos ir.
También pasó con la música; una amiga mía que es realizadora de cine, Carmen Luz Parott, me invitó al Teatro Municipal a ver un Ballet que venía de Chicago y cuando empezó la música, me dije: «Ésta es la música que yo quiero para mi película». Después vimos el programa y descubrí que la persona que hizo la música era un compositor chino llamado Njo Kong Kie. Empecé a buscarlo en internet y lo encontré, vive en Canadá. Le conté del proyecto y quiso finalmente crear música para la película. Me hizo un precio porque le gustó el proyecto, porque hacer música para una película en otro continente vale diez veces más que acá. Entonces trabajamos todo por Skype, aún no lo conozco personalmente.
En un ámbito tan trabajoso como es la animación, ¿cómo ha sido para ti ser mujer y llevar estos proyectos adelante?
– Yo creo que el stop motion es muy femenino, de alguna forma está ligada a nuestra infancia con las muñecas, a los ositos, a animar, vestirlas. El stop también tiene mucho que ver con el ritmo, la música. Lo veo más cercana a las niñitas que los dibujos animados. Si tu ves las caricaturas, generalmente los caricaturistas son hombres.
Esa división de roles es una clásica expresión del género, las niñitas tienen que hacer esto y los hombres esto otro…
– Aunque también es cierto que hay hombres que hacen stop motion súper buenos. A mi me resulta natural hacer stop motion.