Entrevista a Teresa Arredondo, directora de Sibila
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Parece ser un error de tipeo, pero no lo es. Sibila, el documental de Teresa Arredondo ganador de la sección de Derechos Humanos del Buenos Aires Festival de Cine Independiente (Bafici), se centra en la figura de su tía Sybila Arredondo, así con “y”. Pero fue la misma protagonista del filme quien quiso que en el título de la cinta fuera con “i” para que quedara escrito como las mitológicas profetisas griegas, “porque ella quería que el título fuera universal”, según cuenta la directora. Paradójico, aunque entendible. Centrado en su historia más reciente, esa que la llevó a estar 14 años encarcelada en Perú por su supuesta colaboración con Sendero Luminoso según lo estimó un tribunal sin rostro durante el régimen de Alberto Fujimori en 1990, la película además es sobre lo que la familia de Teresa vivió alrededor de este hecho, pero a la vez, es también reflejo de un Perú dividido por una lucha política fraticida.

Con la voz en off de la misma directora, la película apela a la memoria y a las heridas que provocó el compromiso político y social de Sybila en Perú dentro de su familia, al ser, por un lado, su madre peruana y proveniente de una familia acomodada y, por otro, su padre, el hermano de Sybila, un exiliado chileno que llegó a Perú a mediados de los años 70 a Lima. Frente a esto, el documental sólo bordea y mayormente ignora referirse biográficamente a un personaje gigantesco: Sybila es hija de la escritora Matilde Ladrón de Guevara, también fue ahijada de Gabriela Mistral, estuvo casada con el poeta Jorge Teillier y luego con el afamado escritor peruano José María Arguedas.

Casi siempre ella misma con la cámara en mano, Teresa destapa esas sombras familiares, acercándose a sus padres, tíos, primos, abuelos y, al final, portando todo esto, enfrenta a una Sybila con sus convicciones aún intactas. Fue esa sinceridad la que premió justamente el Bafici, es la misma que se le ha destacado a su anterior trabajo, el corto Días con Matilde en donde se reencuentra con su abuela, la escritora Matilde Ladrón de Guevara poco tiempo antes de su muerte. Historias personales, pero a la vez de personajes trascendentes, que la directora busca rastreando esas pistas universales que esconden los grandes personajes y toda historia familiar. Durante su estadía en el Bafici conversamos con ella.

¿Cuando surge la idea de Sibila? Fue inmediatamente tras la liberación de ella en 2002, o el proyecto fue creciendo paulatinamente?

Fue de a poco. Yo en esa época trabajaba de sicóloga, pero siempre estuve ligada al cine, era mi gran pasión, digamos. De hecho mi tesis de psicóloga la hice de documental autobiográfico. Siempre he tenido ese interés, pero nunca me había atrevido a coger una cámara, ni nada. Entonces cuando la Sybila sale, fue como de a poco surgiendo la idea. Empecé a trabajar en la producción de algunos documentales, me empecé a adentrar de a poco en esto y me di cuenta que me tiraba mucho. Luego, me di cuenta que con Sybila había una historia bien fuerte que contar ahí, lo dejé como una idea que se me ocurrió en ese momento y la dejé ahí.

En el documental se ve que cuando ella vuelve a Chile, tu vas con una cámara y registras eso. ¿Eso fue espontáneo, o con la idea del documental?

Eso fue casual, fue también porque estaba con mi hermano. No había ninguna planificación. Eso fue algo bien familiar. Son imágenes que de hecho me dio mi primo Inti Briones, las tenía él.

¿Como parte entonces la idea de explorar una temática documental relacionada con lo familiar a partir de lo ocurrido con Sybila?

Fue un proceso. Yo cuando tuve la idea de realizar el documental sobre Sybila, mi idea era hacer algo biográfico sobre ella y ya está. Yo no me incluía en el proyecto. Toda la primera época de pensar el documental era sobre ella, sobre su vida, sobre su historia. Pero de a poco me fui dando cuenta que yo debía aparecer porque tenía un fuerte significado personal. Pero de eso me fui dando cuenta a medida que iba pensando la película. Porque sí, igual tenía que ver con lo que me había pasado a mí. Bueno, de hecho hay gente que me dice que la película debería llamarse Sibila y yo, no solamente Sibila.

En el caso de Días con Matilde la cosa es distinta, porque ahí de hecho en el título si te incluyes. Se te ve más comprometida. ¿Ves ahí una diferencia de tono respecto a Sibila?

No siento que haya un cambio de tono tan grande entre los dos trabajos. El de Matilde si bien no hay un off, hay una intimidad más clara, pero yo creo que ambos tienen ese toque familiar muy íntimo, de hecho la cámara en Sibila la hago la mayoría de las veces yo, por un tema de crear una intimidad con mi familia. Puede ser que me note más incluida en el de Matilde, pero yo siento que en Sibila estoy más incluida de otra manera, aunque hay un distanciamiento que había que hacer para lograr algunas cosas y consideré también que la voz en off en ese sentido era necesaria. Eso fue también para crearme a mí como personaje y también al intentar de mostrar que se transmitiera aquello de que yo estaba detrás de la cámara.

¿De donde nace la idea de la exploración familiar? Podría pensarse que de la trascendencia de estas dos grandes figuras que forman parte de tu familia. O puede nacer también de trancas familiares que tu como psicóloga buscabas desenredar.

Yo creo que eso último totalmente. Pero es algo que me he dado cuenta después de hacer las películas. Como que no lo pensé y si, creo que viene de mi vocación de psicóloga. Porque también me gusta mucho ver películas de familia, como que me atrae mucho eso de abrir una ventana, meterse ahí. Y creo que, claro, además en mi familia me tocó vivir además con estas trancas, estos silencios que están en todas las familias y que a mi me marcaron mucho. Yo creo que para mi, enfrentar estos temas y atreverme a hablarlo con la familia, fue con la cámara la única manera de hacerlo. No sé si eso tiene sentido o no, pero estoy haciendo esto y ahora me atrevo a plantear preguntas que antes nunca me planteé.

Esto de plantarte con una cámara delante de tus familiares, lo trabajaste un poco, fue un proceso, o fue directo, más brusco.

Fue más o menos brusco. El documental de la Matilde surge porque yo la fui a grabar para el de Sybila, entonces ahí fue llegar con la cámara. Viajé de España donde estaba viviendo, me pagué el viaje porque pensé en que mi abuela ya estaba muy mayor y después ya no estaría en condiciones para grabarla. Viajé y se lo planteé. De alguna manera ella tenía una experiencia frente a las cámaras y fue más fácil.

Se nota esa conciencia de hecho.

Totalmente, entonces con ella fue más fácil, plantar la cámara y empezar a trabajar. Fue muy natural con ella. Después fui con mis padres pensando en que iban a ser material de investigación primero, pero me di cuenta de otra cosa. Cuando fue la primera vez que me senté con ellos a hablar del tema de mi tía fue todo sorpresivo y sus respuestas son espontáneas que es lo que está en la película, porque luego se perdió esa espontaneidad. Fue más difícil con mis primos. Con el Inti, por ejemplo, porque él es director de foto y siempre está detrás de la cámara, entonces hizo un esfuerzo enorme para conversar conmigo. Pensé que iba a ser más difícil y creo que finalmente fue una buena decisión de que yo estuviera detrás de la cámara y no otra persona.

¿Siempre fue esa la idea?

Siempre lo fue, porque al principio la idea era que otra persona hiciera la cámara. Yo no soy directora de foto. Por lo que fue algo muy arriesgado lo mío. Al final creo que esto funcionó, y creo que por eso las entrevistas funcionaron. Al principio era yo con la cámara sola y los micrófonos, luego era yo con una sonidista que además era muy amiga de mi familia, entonces se provocó algo muy familiar. Sólo al final tuve un director de foto para tener imágenes de Perú, algunas grabaciones de algunas personas de allá fue con cámara de él, porque eran personajes que no necesitaban de la intimidad, como el abogado de Sybila.

¿En la parte de la entrevista con Sybila en Francia, estás tu sola? (Sibila por entonces vivía en Francia, hoy reside en Chile)

Estoy yo sola. Pero partió con una persona que hacía el sonido y funcionó bien, pero a mí me costaba mucho plantearle cosas que yo le quería plantear y en un momento decidí ir yo sola. Entonces lo que hacíamos con el sonidista era llegar en la mañana, me ayudaba a poner bien los micrófonos y se iba. Yo me quedaba todo el día sola en la casa con Sybila.

¿Ella siempre estuvo consciente de la idea total de la película? ¿Por donde iba a apuntar, que era su relación familiar a partir de lo que pasó con ella y Sendero Luminoso?

Ella siempre supo que las personas que aparecían eran de la familia. Teníamos mucha comunicación y ella sabía a quien iba a entrevistando y a quien iba descartando. Pero yo creo que, claro, no tuvo conciencia total de donde iba la película hasta que la vio. En ese sentido siempre estuvo muy enterada de todo, pero sólo le calzaron las piezas cuando vio el documental terminado.

Te pregunto por las reacciones de tu familia ante la idea. Porque es raro que alguien te empiece a grabar, preguntarte cosas para una película. Cuando nadie concibe muy claramente como se hace una película, si no eres un entendido. ¿Cómo fue ese proceso de confianzas hacia el trabajo?

Yo creo que se crearon distintos niveles. Con mis padres hubo una entrega total, tenían una disposición muy grande y una confianza absoluta. Eso se trasladó igual a toda la familia pero por ejemplo mi abuelo, después de hablarme decidió no aparecer. Lógicamente, había un compromiso con todos y si no querían aparecer al final, me iban a decir y yo iba a ceder. Pero bueno, después de un mes, mi abuelo me llamó y me dijo que usara lo que quisiera para el documental. Yo creo que se creó una mezcla entre el medio que se puede crear hacia la película en sí y la confianza. Frente a esto, siento que tengo un lugar privilegiado para hacer esta película, porque los testimonios que tengo no los hubiera conseguido tan fácil otra persona. En algún momento aunque tengas una cámara, pero si detrás no hay una persona en que confías, la comunicación no se da tan bien.

Más allá del interés en si que puedan provocar estos personajes (Matilde Ladrón de Guevara, Sybila Arredondo), ¿porqué crees que es válido ver estas películas. Porqué el público debería explorarlas?

Me gustaría creer, y por las pocas proyecciones que ha tenido ahora, es que lo que la película aspira (tanto la de Matilde como la de Sybila) es a partir de una cosa familiar, totalmente familiar, hablar de un tema universal. Soy una creyente absoluta de que los documentales familiares pueden lograr eso y lo logran de una manera que a mi me interesa mucho, que no es necesario hablar de las cosas explicativamente. Creo que te puede genera una mayor identificación con la historia, desde ahí, de lo familiar. Permite que cada uno se agarre de distintos puntos en donde uno ha estado de alguna manera u otra. Quiérase o no, las familias pueden ser muy distintas, pero hay cosas que se van repitiendo y creo que para mí, la manera en que se exponen en estas dos películas, finalmente tocan temas que son bien universales.

¿Y en este sentido, qué crees que Sybila representa, una visión de mundo de otra época?

Yo creo que sí, y ahí metería a las dos. Como el choque de dos épocas distintas. Ella representa una época que vivió mi padre y que a mi me parece tremendamente admirable. Esa entrega con la que ellos vivieron, con la que vivió mi tía, me hizo cuestionarme si estaría dispuesta a dejarlo todo por algo así. En ese sentido, ella representa esa posición ideológica y esa fuerza que tiene hasta hoy para seguir defendiendo sus ideas.

¿Cuál es la relación de ella con Chile? En la película parece bien lejana.

Lo que pasa es que ella se fue a los 29 años. Ella tiene una relación fuerte con Chile, pero me parece que es más fuerte su relación, desde mi punto de vista, con Perú. Es el país más importante. Con Chile tiene un cariño grande, pero se fue a Perú y ahí vivió cosas más intensas, más importantes. Ahora vive en Chile y se ve contenta ahí. Si sé que ella que es una persona a la que el tema geográfico no es un tema. Se siente parte del lugar en donde está.

Cuéntame como fue esa idea del comienzo de hacer una búsqueda más biográfica de ella, porque ella tiene muchos matices. Gabriela Mistral fue su madrina, fue esposa de Jorge Teillier, de Arguedas. Esto último, cosas que la película dice más bien marginalmente.

En algún momento lo pensé, porque tiene una vida tan intensa, tan rica, en todos los sentidos. Pensé en hacer algo más biográfico, pero me di cuenta que se tenía que contar algunas cosas importantes, que se tenía que optar, y seguí esta manera más personal. Pero claro, hay gente que busca esas facetas que quedaron afuera: lo de Arguedas; en Chile se interesan mucho de su relación con Teillier. Hay cosas muy importantes de ella. Pero para ella, su vida privada la deja totalmente de lado. Ella da entrevistas sobre eso, pero ella tiene bien claro que es lo importante y que no. Yo lo intenté varias veces, hablar de su vida con Teillier y con Arguedas, pero ella tiene una pequeña muralla.

¿En este género y estilo, qué autores te han influenciado?

Una gran directora que me marcó mucho cuando empecé a estudiar documental fue Naomi Kawase, para mí es mi referente. Pero no quiere decir que haya marcado mi estilo, pero si es un referente. Y películas a nivel biográfico hay mucho directores chilenos, argentinos, te podría nombrar muchos. Aunque veo cine de todo tipo, desde las más comerciales, hasta las más de autor. En ese sentido, soy abierta.

¿Por donde seguirá tu camino ahora? Cuando parece que lo familiar ya ha sido cubierto del todo.

Ahora mismo estoy en un proyecto, que aún está en desarrollo con otro director, que lo más probable es que sea un mediometraje. Es sobre la matanza que hubo en Laja a los pocos días del golpe militar, donde se mataron a obreros de una fábrica que dio una lista de trabajadores para ello. Y el año pasado se enjuiciaron a los policías, porque fueron ellos y no el ejército en este caso, que participaron. Pero están todos libres. Nuestra idea es armar una película en base a los testimonios de ese juicio. Es un tema bastante crudo, pero no me atrevo a contar más detalles.

¿Cuál es el derrotero que tendrá Sibila ahora? ¿Se estrenará tanto en Chile como en Perú?

Estará en varios festivales internacionales como en Malaga y Documenta Madrid, probablemente en alguno en Chile durante este año. El estreno en Chile en salas, el próximo año tal vez. En Perú, aún no hemos querido pensar en eso, el tema allá aún es delicado y hay temores y odios aún muy vivos.