Entrevista a Patricio Guzmán, director de Nostalgia de la luz
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¿Qué representa para ti la posibilidad de que muchos chilenos puedan ver esta película en las salas?

Lo más importante es cerrar el ciclo de la película, y para mí ese ciclo se cierra en Calama, vamos a dar la película allá en una función especial el día 10 de septiembre con todas las señoras de la agrupación de familiares de detenidos desaparecidos y ese para mí es un final importante. Ganar el Grand Prix en Europa y estrenar en el Festival de Cannes, ese fue otro hito, así las cosas se van cerrando y cada película te va entregando una trayectoria. La película ya no te pertenece, está en manos de la gente.

Nostalgia de la luz es una película que habla de Chile y como nos relacionamos con la memoria, a través de arqueólogos, astrónomos y de las mujeres que siguen buscando los restos de sus detenidos desaparecidos en el desierto, todo esto con Atacama como la puerta hacia el pasado. ¿Cómo llegaste a esta idea?

Porque el desierto es parte del pasado, es como un trozo del planeta marte en la tierra, hay exploradores que se perdieron, hay huella de animales prehistóricos, hay observatorios que parecen naves espaciales enterradas en la arena, es un territorio fascinante. Es un territorio que relaciona la materia con el ser humano, es el portavoz del pasado del universo, no solo de nuestro planeta. Y a mí me pareció interesante cruzar esas líneas, porque los astrónomos nunca se ven con las mujeres que buscan, las mujeres no se atreven a conversar con un astrónomo. Los arqueólogos tienen su propio mundo. Los geólogos también. Lo que había que hacer era cruzar estas columnas para crear una estructura de memoria, es decir, es un lugar donde el pasado nos habla. Frente a la incertidumbre del futuro, el pasado nos habla.

¿Qué representa para ti traer al hoy ese pasado anterior?

Desde adolescente fui aficionado a la astronomía, me gustaba mucho la ciencia ficción, miraba el sol con un pedazo de vidrio ahumado, tenía un mapa de las estrellas y leía todas las revistas científicas. Desde esa época me fascinaron los telescopios, yo conocí el telescopio que está en el cerro Calán cuando era adolescente y estar en Paranal, en Tololo, en Géminis, es una experiencia inolvidable, porque son máquinas de ojos para mirar el universo y hoy hay otra estación, más espectacular aún, de 5500 metros, Alma, que son orejas casi para escuchar el Big Bang y eso todo en Chile. Entonces un arqueólogo puede mirar 10 mil años atrás, puede tocar los restos de una momia, un astrónomo llega a mirar un millón de años atrás y sin embargo los niños chilenos no leen en textos escolares lo que pasó aquí hace 30 años, y esa gran paradoja me llamó la atención. Hay un sector chileno que mira desde muy lejos y lo que está muy cerca, no se quiere ver porque no sabemos discutir lo conflictivo, se queda aparcado y cada vez que hay algo importante la brecha ideológica vuelve a aparecer, por ejemplo ahora con los estudiantes. Cuando se habla de educación aparece la brecha ideológica, es decir, unos quieren que la educación sea totalmente privada y otros quieren que sea del gobierno, cuesta llegar a un acuerdo que sea de los dos, que sería lo lógico y en esa brecha todavía estamos desde el golpe de estado. Esto quiere decir que la transición no ha terminado, que la concertación no hizo bien lo que tenía que hacer y por eso lo que nos queda a los artistas, pintores, músicos es seguir hablando de nuestra realidad para reconciliarnos, porque si eso no llega el país pierde energía. La memoria no es una cuestión teórica. La memoria es un elemento dinámico. Cuando un país no trabaja la memoria pierde energía, trabaja menos. España es un ejemplo, España tiene buen fútbol, buenos toros, buen vino tinto, pero España nunca ha jugado un papel importante en el concierto de Naciones Europeas, porque tiene todavía 15 mil fosas comunes sin estudiar, porque la guerra fue dura, y yo se que las cosas duras cuesta tragarlas, cuando te pasa algo desagradable en la vida tratas de olvidarlo, es lógico, es humano, pero hay ciertas cosas que hay que poner en orden. Cuando una persona se muere deja un testamento  y eso hay que cumplirlo y yo creo que eso no lo hemos hecho. Por eso, La Batalla de Chile, que se acaba de reeditar en Nueva York, lleva 38 años en pantalla y sin embargo la televisión no la ha pasado, porque en ella se muestran cosas que le molestarían a muchas personas  y no es que esa película sea de izquierda, yo le doy la palabra a los adversarios de Allende -toda la primera parte, es más bien la historia de los camioneros, de los mineros del cobre, de los pequeños comerciantes, que hablan-, y sin embargo no se pasa la película porque la gente tiene miedo del pasado. Chile es un país que no se responsabiliza de sus actos.

Darle espacio a las otras voces es algo que está también presente en Nostalgia de la Luz ¿cómo te enfrentas al armar la película a esta diversidad de discursos?

El arte de hacer documentales es el arte de la entrevista y hay que pensar primero un documental, ojala escribirlo, para centrar tus ideas, porque a veces, cuando uno trabaja lejos empieza a inventar cosas. Tú puedes imaginar, anticiparte a una realidad, pero a veces uno empieza a inventar, entonces lo primero que hay que hacer es buscar a los personajes. Primero encontrar a un astrónomo capaz de hablar con las mujeres, encontrar a dos mujeres que no tuvieran miedo del astrónomo, encontrar un arqueólogo que te dice, “mira Patricio, este problema existe, pero no solo hemos olvidado lo que pasó hace 30 años, sino que no sabemos nada de nuestros indígenas, ellos desaparecieron”. Él me contó que había habido una batida en el norte para expulsar a todos los indígenas, nos hemos desecho de nuestros indígenas y nadie dice nada, no lo sabemos.

Hay muchas islas en nuestra historia, y esa enseñanza me la contó el arqueólogo. En la película hay una mujer que dice: “A mí me gustaría que los telescopios enfocaran hacia la tierra” y hay una joven, que dice que los átomos no mueren nunca, ella sabe que los átomos de sus padres están en algún punto, que es la vida eterna, y esa en la entrevista que yo más quiero de la película, de Valentina Rodríguez. Valentina tardó 7 meses en aceptar participar, yo le conté la historia, ella me dijo por supuesto, estoy de acuerdo, me gusta mucho, pero no estoy preparada para hablar de mí, y yo le dije no te preocupes, sigamos en contacto, escribámonos  y al cabo de 7 meses me dijo que si y la esperé e hicimos una estupenda entrevista con sus abuelos. Es una mujer que fue secuestrada cuando tenía un año, por los militares y sus abuelos tuvieron que denunciar, adonde estaban los padres de ella para que la entregaran. Entonces losa vuelos se hicieron cargo de la guagua con la esperanza de encontrar también a los padres. Digamos que una guagua sola, de un año, no puede estar en una cárcel, hay que cuidarla, protegerla y fue lo que hicieron, es correcto. Pero al mismo tiempo pusieron en marcha la represión de los padres.

Lo que es increíble también es lo de los muertos del norte, el desierto está lleno de fosas comunes, y a medida que las mujeres se iban aproximando al lugar, los militares sacaron los cuerpos y los llevaron a otros lados o los tiraron al mar, o sea desaparecieron dos veces. Yo me pregunto como un chofer, un conscripto no digan dónde están y cómo es posible que el ejército todavía ampare a esos 300 o 400 represores. No creo que sean más, no es todo el ejército, no creo que sean todas las fuerzas armadas ¿Por qué todavía mantiene esos secretos?, por  ese falso espíritu de cuerpo. Si los entrega a la justicia se limpiarían las Fuerzas Armadas, daríamos un paso al frente y estaríamos mejor situados para volver a mirar la parada militar, yo ya no la puedo ver y cuando era chico mi abuela me llevaba todos los años y lloraba de emoción frente a ese espectáculo, ahora no lo puedo ver y me gustaría poder hacerlo. Todas estas cosas causan mucho dolor, tocar la herida siempre es complicado porque sangra, pero tenemos que acercarnos a ella poco a poco para que cicatrice de una vez, si no seguimos con todo abierto. Si no hubiera sido por Núremberg, Alemania no hubiese podido salir del agujero moral en el que la guerra los dejó, todo el mundo fue colaborador nazi, porque la juventud tenía que estar ahí, si no te tomaban preso, pero no todos fueron nazis de espíritu y Núremberg clarificó las cosas y hoy día no se puede negar el holocausto porque si no te vas preso, en cambio aquí está lleno de gente que dice que aquí no pasó nada. El Mercurio negó durante décadas que no había torturas, que no habían desaparecidos, que eran líos de la izquierda que se peleaban entre ellos y hoy día aparece como un diario demócrata y nunca ha habido una editorial que diga que se equivocaron aquí o aquí, con lo cual se ganaría credibilidad. El criterio es tapar todo para que se olvide y tú sabes que en la historia no se puede hacer eso.

¿Qué crees que pervive hoy del legado utópico que tú mostraste en La Batalla de Chile?

Yo creo que lo que marcó a nuestro país fue la consecuencia de Allende, o sea cumplir con su palabra hasta el final, algo que muy pocos políticos en el mundo hacen. La política ha llegado a convertirse en sinónimo de corrupción en muchos países, sin embargo la figura de Allende se engrandece porque él fue capaz de proponer un programa social y morir con él, no me imagino a un Allende en el exilio recolectando fondos para la resistencia chilena. Él dijo: “yo tengo tal nivel de compromiso con este pueblo, que muero en él” y hace su discurso extraordinario y muere. Da lo mismo que se haya pegado un tiro o le haya caído una bala, porque lo importante, el crimen, es bombardear el palacio de gobierno con el presidente adentro, ese es el crimen, de eso hay que hablar. Yo creo que lo que los jóvenes rescatan es la consecuencia de este hombre, el legado de un hombre justo que confiesa sus errores y sigue adelante que ilumina al mundo con una nueva manera de hacer socialismo, él propone es una revolución a partir de la legalidad. En medio de la moda del Che, la guerrilla en Perú, Bolivia, Venezuela, él propone todo lo contrario, es increíble, porque se adelanta en 30 años en el tiempo y propone un camino de diálogo y de paz para cambiar, porque ya no podemos seguir con esta democracia que fue creada en el siglo 18, no podemos continuar con este aparato, hay que modificarlo, según los tiempos. Y la comunicación hoy día permite una revolución al mostrar las cosas. Las cosas hoy día se saben porque las comunicaciones son enormemente profundas, amplias.

¿Cómo logras el equilibrio entre exponer el discurso de la memoria y, al mismo tiempo, proponer una impresionante propuesta formal?

Pienso que es muy importante incorporar la metáfora y la poesía al cine de contenido, nunca es una contradicción, todo lo contrario. Yo creo que con la metáfora y la poesía tú logras enganchar al espectador y contar una historia de manera más interesante, más indirecta, más misteriosa, que provoca una reflexión de otro tipo. Mis otras películas también tienen eso, lo que pasa es que la gente que solo ve en Salvador Allende, al presidente y  la política, los conflictos que hubo; cuando se ve El caso de Pinochet pasa algo similar, pero todas ellas están llenas de una suavidad y en ellas no se acusa personalmente a nadie. Yo nunca he querido señalar con el dedo, sino que simplemente sugerir  una información que se ha ocultado y esa suavidad, esa calma es lo que hace que el espectador no te abandone y que las películas no pasen de moda. Acaba de hacerse una retrospectiva amplia de mis películas en Berkeley, en el Pacific Film Archive en Los Ángeles, y en Nueva York, y ahora dentro de un mes voy a Houston para otra retrospectiva. Va a haber otra retrospectiva en París en enero y la gente va y las disfruta, por eso llevamos 44 semanas con Nostalgia de la Luz en Francia.

¿Cuál es tipo de interés de los espectadores en el extranjero?

El espectador europeo, norteamericano, japonés, el árabe, el sudamericano reaccionan exactamente igual, cuando una obra es universal y los problemas lo son también, el dialogo que se entabla es como si ellos hubieran vivido lo mismo que en Chile y viceversa.