Entrevista a Pachi Bustos, directora de Haydee y el pez volador
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Conversamos con la guionista y directora del documental Haydee y el pez volador, estrenado recientemente en la plataforma de Miradoc

¿Cómo llegaste a esta historia? ¿Por qué te pareció necesario contarla?

– A Haydee la conocí hace unos 15 años atrás, en el contexto de una investigación de historias de sobrevivientes de prisión política y tortura. Se había publicado recién el informe de Valech. En esa misma época, un poco antes en realidad, Haydee había dado por primera vez su testimonio a la periodista Alejandra Matus, quien quiso relevar el informe Valech desde un punto de vista diferente; se enfocó en las mujeres que hubiesen sido torturadas estando embarazadas y decidió llevar esta historia en la portada de la entonces revista “Plan B”. Esa sola decisión periodística fue fundamental, puesto que, ese reportaje lo leyó un abogado, que se impactó mucho con esta historia y -sin conocer a Haydee- presentó una querella contra los que resultaran responsables. Esa querella, contra todo pronóstico, y en un proceso que duró por más de 10 años – de mano en mano, de tribunal en tribunal- finalmente llegó hasta el juez Solís y finaliza en una condena a 4 ex agentes de la armada por las torturas cometidas en contra de Haydee. Yo llego a esta historia en ese momento, cuando estamos ad portas de la sentencia final de la Corte Suprema y decidimos acompañar ese proceso, y registrar esta sentencia y de ese modo combinar pasado y presente contando la historia de Haydee, de todo lo que había vivido, con este posible desenlace, con este juicio.

En el documental podemos ver lo difícil que fue llegar a ese desenlace. El juicio se suspende una, y otra, y otra y otra vez. Es tremendamente frustrante para uno que lo está viendo de afuera, pero me imagino que para Haydee, para sus hijos, es un dolor tremendo esta dificultad para obtener justicia en este país.

– Fue un peregrinaje, realmente, por los tribunales de justicia y eso que nosotros tomamos el tramo final. Cuando la película se empieza a filmar ya habían transcurrido diez años desde que Vicente presenta la querella. Y ya estamos ahí en tribunales y diez veces se suspende la sesión por una razón u otra. Y todo eso, claro, es un desgaste enorme para Haydee, para su familia, finalmente es una justicia que termina desalentando cualquier búsqueda de verdad y que termina por cansar, por enfermar a cualquier persona y sobretodo a estos sobrevivientes de prisión política y tortura, que ya han tenido un peregrinaje tan difícil, muchos se están muriendo incluso. Hay datos del registro civil que señalan que los sobrevivientes de prisión política y tortura fallecen hasta 10 años antes que cualquier persona y tiene que ver con todas estas cosas ¿no?

Existe un prejuicio respecto a la cantidad de películas que existen respecto a las violaciones a los derechos humanos en dictadura – que según una investigación de Cine Chile no supera el 15% de las producciones de los últimos años–  ¿Por qué te pareció que es necesario volver sobre ese tema y particularmente sobre la historia de Haydee?

– El documental chileno tiene una tradición super potente en abordar historias que tienen que ver con temáticas de derechos humanos, si bien, como tú dices, tampoco es que todo el cine documental chileno hable sobre eso, porque es muy diverso. En este caso nos pareció importante; porque hay una particularidad que tiene esta película y es que retrata a su protagonista en el presente, no solo relatamos un episodio doloroso que pasó hace 40 años atrás y lo reconstruimos, sino que, tratamos de mostrar cómo esos episodios siguen vigentes hoy a través de este proceso judicial del cual somos testigos en tiempo presente, y a través de constatar las huellas; de eso que sigue quedando en las vidas de las personas, en el cuerpo de las personas, en las relaciones con sus hijos, en la memoria del dolor que finalmente persiste y que la película también retrata en Haydee, cómo esas huellas siguen vigentes aún transcurridos 40 años. Eso me parecía importante, además, de la particularidad de visibilizar el tema de los abusos en contra de las mujeres y de las mujeres embarazadas,  que creo que es un tema del cual no se ha hablado lo suficiente.

Haydee es una mujer muy impresionante, es una mezcla muy particular de resilencia y fragilidad. Ella se expone mucho a ti y a tu cámara en el documental …

– Haydee es una mujer muy, muy especial. Lo primero que impacta cuando uno la conoce es su sonrisa enorme, su ternura, su alegría, y luego, cuando conoces todas las historias y los horrores que ha vivido, es realmente admirable que esté tan entera y que haya sido una mujer luchadora por las causas de los derechos humanos, nunca en primera persona, siempre en nombre de otros, de las agrupaciones de ex prisioneros políticos y sobrevivientes de prisión política y tortura. Y claro, ella se nos entregó mucho, justamente, porque entiende que también esta película -y el cine en general- son una posibilidad de justicia; justicia que es parcial, que a veces es poética, que es “en la medida de lo posible”. De alguna manera ella también va buscando estos espacios para visibilizar las historias de tantas otras mujeres. Nunca nos pidió ver ningún material, ningún corte y se expuso a la película ya cerrada y le costó reconocerse en la película, obviamente, para alguien que siempre va como en el personaje de la dirigente, que tiene que ser fuerte, que tiene que ser muy clara, verse en esos momentos de fragilidad fué doloroso, fué difícil, no le gustó demasiado al principio, pero al mismo tiempo lo entiende y con el tiempo se ha reconocido. Y al sentir el calor, el abrazo, el reconocimiento de muchas personas que han conectado con su historia, creo que le ha dado una tremenda paz y se ha sentido mucho más tranquila y contenta con la película.

Esta película registra una condena histórica por casos de tortura y esto muy importante para todo Chile, no solamente para la historia de Haydee. Pero además de ese desenlace ella es capaz de armarse un ritual para cerrar, para dejar ir, para despedir a este niño que le fue arrebatado en las torturas -este pez volador del que habla el título y eso también es muy singular.

– Lo que se me ha devuelto en estos días -con otras personas que también han tenido posibilidad de ver la película- es que es esperanzadora, de alguna manera, por varias razones. O sea, por la posibilidad de Haydee de cerrar esta historia con un rito y ella lo dice en la película: “ahora sé dónde están mis tres hijos”. Lo que ella quería hacer era sacar simbólicamente a este niño que ella había perdido de ese cuartel oscuro y frío donde quedó una vez que ella salió de allí, pero al mismo tiempo, está este gesto, este rito tan personal, también están todos los otros personajes de la película; la Alejandra Matus, el abogado Vicente Barzana, el médico… O sea, todas son personas que -desde sus distintos roles, de manera muy anónima, desinteresada, solidaria-, hicieron algo que finalmente posibilitó lo que parecía imposible; que es una condena contra agentes de la armada. La armada hasta ahora había salido indemne, no había ninguna persona procesada ni condenada hasta ese momento. Entonces, es una condena importante. Quizá uno puede decir que a la luz del daño, es insignificante tres o cuatro años de arresto domiciliario para estos sujetos, sin embargo, una condena es una condena y como dice la Alejandra Matus en la película; sus hijos, sus nietos, van a saber que ellos fueron condenados por tortura y eso tiene un valor, sienta un precedente y está animando otras causas, otras querellas, que también estaban levantándose en ese momento. Entonces ahí está lo esperanzador, ahí está lo luminoso, ahí está donde se ve una posible salida a tanto dolor, una mezcla de historia entre horror y amor.