Del cine a la publicidad. ¿Cómo aportó tu oficio como publicista a esta primera incursión en el cine?
-Llevo 17 años trabajando en publicidad y la verdad es que te da mucho oficio. Uno aprende mucho inevitablemente, es un medio muy exigente.
¿Cuánto del ejercicio publicitario se vuelca en esta película?
-Nada, en rigor nada. Son cosas distintas. Yo diría que siempre he querido hacer cine y no lo había hecho por circunstancias de la vida porque cuando yo egresé no había carreras de cine y no había una industria de cine nacional como para meterme y vivir de eso. En ese minuto las posibilidades que había era estudiar publicidad y hacer cine publicitario. Uno se mete en eso, empieza a trabajar y llegó un minuto-yo te diría como hace tres años- en que dije ok, la tecnología permite hacer una película sin tener que meterse en costos estratosféricos, porque antes filmar una película implicaba mucha mucha mucha plata, filmar en 35 mm era muy caro. Ahora ya estaban las tecnologías, las cámaras, los software, los equipos como para poder hacer una apuesta y no morir en el intento financieramente.
Esta película sólo es posible hoy por el acceso a tecnologías que permiten crear escenarios y efectos especiales.¿Cómo fue ese proceso?
-Ese proceso fue lo más largo del proyecto. Hicimos un trabajo paralelo de escritura del guión y de investigación de qué alcance teníamos con la tecnología. Escribimos el guión sin poner límites creativos y mientras lo terminábamos de escribir empezábamos a probar para ver cómo nos iba a quedar lo que habíamos escrito. Ahí fuimos tanteando y empezamos a potenciar las cosas que funcionaban a nivel tecnológico también. Queríamos hacer una película que no fuera pretenciosa en el sentido de hacer cosas que no íbamos a poder resolver. Preferimos hacer poco pero bien, digno, que se viera bien.
¿Cómo ha sido la experiencia de ir recibiendo las reacciones del público ante Mitos y Leyendas?
-Ha sido muy loco todo porque te puedes imaginar que es un proyecto de dos años, he visto tantas veces la película, las tomas, he trabajado tantas horas en esto, que uno inevitablemente empieza a perder la magia inicial y se transforma en algo más de trabajo. Por eso te diría que en estos últimos diez días ha sido reencontrarse con la idea original, ver la reacción de la gente y recordar en qué partes tenían que reírse y en qué otras emocionarse. Ha sido un reencuentro con lo que soñé hace dos años. Es muy emocionante, a la gente le ha gustado mucho la película. Yo participé de siete funciones que estaban con las salas llenas y la verdad es que me emociona mucho la reacción de la gente. La mayoría iba sin muchas expectativas pero salían mucho más sorprendidos con la película de lo que pensaban que era.
Uno de las características de esta película es que se mete en el mundo de los adolescentes del 2010 y eso es interesante porque históricamente en el cine chileno ellos aparecen como actores secundarios del mundo de los adultos. Quería preguntarte por ese ejercicio, tanto desde el punto tuyo como desde los resultados que viste.
-Fue una etapa de aprendizaje porque uno parte con una idea, con un guión rígido, y en los primeros tres días de filmación sentíamos todos, actores y yo, que no funcionaban los textos. Y ellos, que son los dueños del lenguaje, del código, de muchos elementos que pertenecen a ellos como adolescentes, fueron los que fueron guiando cómo tenía que ser. Yo lo hice fue ir captando eso, ir adaptándome a qué era lo que funcionaba y lo que no. Se fue dando una dinámica de ir trabajando en base a un guión como estructura -que tenía obviamente que cumplir con cosas narrativas, puntos de giros, etc.- pero muchos de los textos se fueron resolviendo en la filmación. A veces reemplazamos palabras por gestos y eso fue aporte de ellos. La verdad es que fue muy enriquecedor haber trabajado con ellos.
En este grupo de jóvenes están Sebastián Seve, Trinidad Cortina, Sebastián Badilla, Paulette Seve y Luis Lobos y además hay varios de los actores del El Club de la Comedia, el programa de televisión, como Pato Pimienta, Jenni Cavallo… Yo creo que eso es un factor a favor y en contra, porque la gente los ve y se ríe, pero acá están haciendo otra cosa.
-A ver, bueno, pero hay que pensar que cuando la Jenni comenzó a filmar la película no estaba en El Club de la Comedia. Se dio esto, incluso aparece la Nathy Nicloux. Pero afortunadamente los papeles que ellos hacen también tienen algo de humor, juegan con eso también, están en ese tono. El personaje que hace Pato tiene un giro, es como fanático, entonces ayuda porque da cierta simpatía o risa verlo a él en este papel en que uno como que se lo puede imaginar. Hay una toma que está hecha a propósito, no lo muestro al tiro si no que se va insinuando hasta que aparece entonces la gente reacciona con risas.
El cine chileno que se está haciendo hoy día tiene una fuerte tendencia a la lógica del cine de autor, a la cosa más independiente, al cine “minimal”, y cada vez que alguien se ha atrevido a salirse un poco de ese esquema – como lo que hizo Jorge Olguín con las películas de terror y después Ernesto Díaz con las de artes marciales y ahora tú –nos enfrentamos a un cine chileno que no estamos acostumbrados a ver. ¿Cómo te instalas dentro de lo que es el panorama del cine chileno con una película como ésta?
-Yo creo que me instalo, de partida, descontaminado. Yo recién estoy conociendo cómo es la industria del cine nacional entonces creo que entro mucho más inocente, con una propuesta mucho más limpia. Creo que es como distinto, siento que esta película está hecha pensando en la gente. Alguna vez yo dije que no hice esta película sentado en la silla del director, sino que más bien desde la butaca del espectador. A mí hay un tipo de cine que siempre me ha gustado, con el que me pasan más cosas, que tiene que ver con ese género. En el fondo fue hacer lo que a mí me gusta ver, es como súper honesta esa propuesta. Igual obviamente no soy ajeno al cine nacional. Lo veo, hay cosas que me encantan, cosas que no tanto. Siento que hay personas que han sido súper valientes también de ir en contra de la tendencia general como Nicolás López, Jorge Olguín y Ernesto Díaz. Eso también es un poco de inspiración, para pensar que si ellos se atrevieron, yo también.
¿Y tienes la pretensión de poner el tema de diversificar los géneros, el lenguaje, el público? Porque claro esta es una tendencia al cine autoral está muy instalada y que algo que debería ser normal que es elegir un tema y hacer una película, termina convirtiéndose en el caso chileno en actos de valentía.
-El otro día alguien me dijo, y me pareció muy cierto, que el cine chileno se ha convertido en un género porque la gente lo mete todo en un saco, asociándolo mucho al Golpe de Estado, y no es así. Yo creo que hoy el cine chileno está muy interesante, está bueno, hay películas, directores, actores y guiones notables. Lo que pasa es que arrastra quizás un posicionamiento que proyectos como Mitos y Leyendas ayudan a romper un poco, para demostrar que se pueden hacer otras cosas.
Me imagino que Mitos y Leyendas también tiene posibilidades, como sucede con el cine de género, de llegar a estrenarse en otros lados y meterse en el circuito de DVD que es muy poderoso en otros países. ¿Estás pensando que va a ir por ahí?
-Sí, ahora estamos empezando con eso. El proceso de esta película ha sido una aventura, tuve un socio que quebró incluso, entonces el norte hasta ahora ha sido el poder sacarla, lo que ha sido muy difícil. Ahora con más calma, y viendo cómo va respondiendo el público, vamos a empezar a hacer otras cosas. Obviamente hay conversaciones previas para ir a otros países, pero hasta ahora son sólo conversaciones de pasillo, no nos hemos sentado aún a analizarlo en serio.