Entrevista a Erwin Gómez “Wilo”, editor general de Solomonos Magazine
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¿Cómo surgió la idea de hacer esta revisa,  Solomonos Magazine, pues nunca había habido una revista de este tipo en Chile?

Bueno, mira, yo creo que  todo lo que uno haga en Chile… Es bien duro decirlo, pero en cultura es bien difícil. Siempre uno va a hacer lo primero en algo… A mí me ha pasado en la vida… Hice un corto en cine, en 3D, el 2002, que se llama Rokunga, y al final era la primera película en cine animada en 3D. Después hicimos una serie con motion capture, y era la primera serie. Siempre pasa eso porque somos un país que culturalmente le cuesta desarrollar, pese a que el talento está, y a raudales, pero cuesta generar medios que desarrollen y hablen  de esto.

Bueno, de hecho, es lo que hablábamos recién, de que comúnmente no se sabe que se hace animación en Chile.

– Exactamente. Mira, yo te diría que para esta revista los motivos para hacerla son tres. Uno de los motivos es ese: nosotros ya llevábamos la cuarta versión del festival de Chilemonos. Los que hacen animación es una como gran familia, una familia global, latinoamericana. Donde tu vayas, a cualquier festival, a los quince minutos tú los miras –en el salón hay quinientas personas– y te puedo decir con el dedo quienes animan. Es una cosa rara, que uno se reconoce, habla; en dos horas estamos hablando de  que vamos a co-producir o en qué me puedes ayudar. Y, la animación chilena había tenido un desarrollo gigantesco. Pero casi todo se hace para afuera. Hay series chilenas en ExpoToon de Buenos Aires, prendemos el televisor y por canal Pakapaka están dando Hostal Morrison, una serie chilena, la dan en la mañana, a medio día, en la tarde. Todo el día dan Hostal Morrison y en Chile no lo dan.

Entonces, existía la necesidad, primero, en la creación de un festival, un lugar donde ocurriera la animación, que fuera un centro, que aglutinara, que nos pusiera en valor, que dijéramos, por  fin, “hey, también somos parte del cine, de la televisión”, y somos parte una parte exitosa de esa área. Nos va bien, la gente nos ve, tenemos rating, cortamos tickets, por favor “dennos pelota”. Y en el festival Chilemonos partimos así. Y, la revista, la motivación nace de los Newsletter del festival. Nosotros, cada vez que tenemos un invitado interesante en el festival, desarrollamos un contenido. Porque sabemos que esto no es conocido masivamente. Y tuvimos a Shinichiro Watanabe, que es uno de los diez maestros del anime global, es un ícono, es un rock star del animeél anda con anteojos oscuros, no se le puede acercar nadie sin que se te aparezca el manager y te haga una llave de jiu-jitsu–, y nosotros lo conocimos en Río de Janeiro y nos caímos bien; y decidió venir al Festival ChileMonos, en un país que no sabía ni donde era, ni nada –viajó como treinta mil horas–. Y en este boletín hablamos de Cowboy Bebop (2001), Samurai chanpurû (2004-2005), hicimos hiperlinks, lo entrevistamos, pusimos fotos. Y, de pronto, con este Newsletter, llegamos a 60.000 usuarios en un periodo durante el festival. Y nosotros no habíamos mirado las estadísticas –porque el Newsletter tiene el objetivo de difundir para tener invitados– y de pronto nos damos cuenta que a nivel latinoamericano –porque tú con la plataforma issue, que es donde está la revista, tienes estadísticas, promedio de lectura; es lo más duro que hay–, y nos dimos cuenta que había un público latinoamericano que quería leer sobre animación.  Entonces, dijimos ‘Guau, aquí hay algo interesante’. Y partió el proyecto. Obviamente queríamos hablar: primero, de la animación chilena; segundo, latinoamericana; y, algunas cosas escogidas de la animación internacional. Porque tendríamos que ser muy locos como para hacer una revista que hable de las mayors. O sea, ponernos a hablar de Lluvia de hamburguesas 3 o de Rio 4. Creo que ellos tienen las suficientes plataformas como para que hablemos de ellos. Entonces nos concentramos en eso: detectar que había un tremendo nicho.

Y por otra parte, la animación chilena estaba entrando en un estado de madurez. Ya habían series internacionales, proyectos de películas. O Globo dando series chilenas. Entonces la cosa se había desatado: siete universidades dando la carrera, estudios boutique empezando a  co-producir. Tú viajas a los mercados y hay chilenos. Antes no había ninguno. Ahora hay cinco o seis con proyectos que están interesantes. Fuimos a Annecy, al mercado, y cuando sabían que éramos latinoamericanos todos se acercaban porque de pronto descubrieron que de este lado del mundo había animación, había animación nueva, estábamos frescos, se nos ocurrían estupideces nuevas. Y ellos: sus estupideces están gastadas. La locura del animador latinoamericano está fresca, está llena de referentes, nos reímos de otras cosas. Y, como en una ocasión me dijo en una van el súper-súper productor ejecutivo de Blue Sky: “Funny is Money”. Fue lo único que me dijo. Y, a la animación le gusta eso. Creíamos que esta alegría, esta locura, esta creatividad finalmente son las bases de una industria; y un medio de comunicación cuya obligación es crear cultura de animación. O sea, ya cuando hablamos de Solomonos Magazine empezamos a socializar y a hablar de un sector audiovisual chileno que no había tenido mucha cobertura; empezamos a hacerlo masivo. Y son los motivos princípiales de por qué surgió Solomonos Magazine.

La revista está online, se puede ver fácilmente.

Claro, y tiene un sitio web que en el fondo su objetivo es ser un índice del archivo issue. Y la palabra “Solomonos” habla de nuestro género,  cariñosamente. Nosotros en Chile le decimos monos, tenemos que explicar eso. Porque en Argentina le dicen dibus; en Venezuela, comiquitas; en Cuba –como ellos vienen del stop motion– le dicen muñequitos. Entonces, cuando decimos Solomonos tenemos que decir “Solomonos-solomuñequitos-solodibus….”. Pero para nosotros queda claro.

Quería hablar un poco de los contenidos. Hay varios contenidos bien interesantes. Hay uno sobre Historia de un oso, un corto muy increíble chileno, que destacó internacionalmente. Y también hay uno sobre Álvaro Arce que trabajó en Disney. Pero quería que nos costaras un poco más sobre Cristiani.

– Sí, eso es bien interesante porque uno piensa, ¿cuándo comenzó la animación en Latinoamérica?… Hay fragmentos de una película chilena que se llama 15.000 dibujos de 1942, que fue exhibida a Walt Disney cuando hizo su gira por Latinoamérica. Una de las primeras cosas que hizo Corfo cuando se fundó fue apoyar esta iniciativa –industria creativa le dicen ahora– y puso plata para 15.000 dibujos. Entonces, uno se pregunta, ¿hay animación Latinoamérica anterior? Y nos encontramos con una sorpresa increíble. La primera película animada en la historia de este planeta es argentina, y se llama El Apóstol [1917] de Quirino Cristiani. Él fue un inmigrante italiano que con una especie de cutouts de cartón –ahora hacemos cutouts digitales– hizo un largometraje político de crítica a su presidente, y fue una película exitosa. Cortó tickets. Fue increíble. Estamos hablando de 10 años antes de que Disney hiciera Blancanieves, no un mes antes. Como esa pugna que hay entre los hermanos Wright y esta persona de Brazil [nota: Santos Dumont] sobre quien fue el primero que voló. No acá son años de diferencia. Y Cristiani hizo también Peludópolis [1931], que es la primera película animada con sonido en la historia, y que también fue un éxito. Existen los afiches. Y Cristiani pasó a ser ignorado, olvidado, como siempre,  y era un mito. Él hizo antes y en paralelo a esas películas muchos cortos. Mientras exhibían largometrajes metían estos cortos animados políticos. Y hace muy poco en un cine pequeño en la Patagonia encontraron pegados estos cortos en otra película y rescataron tres de Cristiani posteriores a El Apóstol. Estamos hablando de cortos animados de 1920, o algo así. Y nosotros andábamos detrás de esos contenidos para la revista y buscamos asociatividad en latinoamericano; y tenemos artículos escritos por estudiosos del cine animado de cada país. Entonces, fuimos en la búsqueda de Raúl Manrupe, que trabaja en el Museo del Cine en Buenos Aires, que escribió la “Breve historia del cine argentino animado”, y además nos mandó fotografías de los celuloides que encontraron-

¿Y eso no se había visto nunca?

¡Nunca! Era increíble. Nos llegan las fotos y nosotros no lo podíamos creer.

En los números que vienen tenemos gente de Colombia que escriben sobre la historia de la animación en su país; gente de Brazil que acaban de sacar un documental muy exitoso que fue seleccionado en Annecy que se llama “Un, dos tres, animación” (Luz, anima, ação, Eduardo Calvet, 2013), que es la historia de la animación en Brazil, y que se parece un poco al caso de Cristini. Porque también el año 1917 en Brazil estaba El Kaiser, que era un dibujante político que sacó un corto. Y México. La historia de México es bien sorprendente porque nos llegaron fotos de un estudio, AVA, con todos los animadores con corbata en esa época: México también tiene mucha producción de animación durante los años 30.

Para ir cerrando, quería preguntarte algo que hablábamos en un principio: ¿Por qué la televisión chilena no le da cabida a la animación local? ¿Qué está faltando para romper ese cerco?

Yo creo que uno una etapa inicial entre el CNTV y los canales donde hubo harto apoyo a la animación, y después pasó algo que fue drástico para esto y yo diría que fue la desaparición de la franja infantil. Esa típica franja de cuando uno era niño y llegaba del colegio y ponía el televisor y habían dibujos animados. Eso desapareció. Ahora ya no forma parte de la programación chilena. Y muchos chicos llegan del colegio y ven teleseries, live action. Una ficción chilena, a veces venezolana, a veces brazilera. Y los niños están viendo teleseries. Entonces que hicieron los canales: comenzaron a ubicar estos contenidos animados el día sábado. Entonces, grandes series chilenas que tu las puedes ver en Pakapaka, en Brazil, la estaban dando acá a las 7 de la mañana, a las 8 de la mañana, o sea, una cosa absurda. Es la realidad que se está viviendo hoy. Cuando uno tiene un gran horario tienes las 11 de la mañana. Y así el resultado siempre va a ser el mismo: muy pocos puntos de rating. Entonces se mide y existe una tendencia a creer que no se ven. Pero, esas series las llevan a los mercados, las compran en Latinoamérica y son exhibidas, les va bien. Lo que te decía yo de Hostal Morrison, u Horacio y los plasticinas, que la dan en Argentina en todo momento. O Zumbástico Fantástico, que lo dan en Cartoon Network…Y en Chile no.

Bueno, ahora, creemos que la etapa que viene, este avance a pasos agigantados en la industrialización donde hay muchos estudios muy talentosos… Vamos a ver cosas de Zumbástico, de Gong!, de Houston, y de muchos estudios chilenos que están empezando a producir. Y, la televisión chilena va a si o si empezar a crear esos espacios, en consecuencia, porque ya la evidencia es tal que es imposible retrotraerse.

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