Conversamos con el co director – junto a Martín Nuñez- del documental Mosca, Christian Aylwin, sobre este trabajo que se adentra en rescatar el significativo aporte del programa “Escucha Chile” transmitido desde Radio Moscú durante los 17 años de dictadura.
¿Por qué les pareció importante rescatar la historia de Escucha Chile? y ¿Cómo fueron armando este relato?
– Tras la caída de la Unión Soviética, todos los archivos del programa Escucha Chile se extravían, se dan por quemados, se dan por perdidos. Hay una serie de historias al respecto, pero en concreto, ya no estaban accesibles. El año 2015 nosotros nos topamos en la Biblioteca del Congreso -a través de una amiga mía- con un riguroso y disciplinado exiliado llamado Dante Melgarejo que había grabado todos los programas y venía a donarlos a la Biblioteca del Congreso. Aquello fue como la aparición de un tesoro frente a nosotros y, por esos días, invité a Martin a que hiciéramos algo con esta historia que estaba recién en ciernes. Fuimos a conocer a Dante y lo entrevistamos. Ya él como personaje era notable por toda esta historia maravillosa de trabajo, disciplina, de estar todos los días durante diecisiete años grabando todos los programas que se emitían cada noche. Luego ya empezar a escuchar los audios fue glorioso, francamente, porque la Radio Moscú y su programa Escucha Chile, nos entrega por primera vez -encuentro yo- una perspectiva sonora de la dictadura. Ese fue el puntapié inicial.
A partir de ahí empezamos a contactarnos con un montón de personas, siempre considerando que teníamos que hacer una película más bien coral, así como a entrevistar a los protagonistas del programa Escucha Chile, los que van quedando vivos, por cierto. Escuchamos también los testimonios de muchos radioescuchas en el exterior y en el interior del país. Nos dimos cuenta también que nos estábamos centrando en la gran historia del programa mismo y todo esto empezó a decantar. Dentro de las personas con las que habíamos conversado estaba también Marcel Garcés que es un periodista que trabajó desde la clandestinidad sacando noticias desde Chile hacia Radio Moscú. Entonces nos dimos cuenta que, entre Dante que recoge las noticias y entre Marcel que las saca intermediado por la Radio Moscú, teníamos los dos extremos de una cadena informativa muy potente que daban cuenta de esta historia y que al mismo tiempo nos permitían trabajar desde la pequeña historia a esta historia grande que era la del programa. Empezamos a trabajar en esa dimensión de tres protagonistas. Los extremos, con Marcel y Dante, y al medio la radio, a través de la cual podíamos llegar con el sonido a historias muy potentes de radioescuchas a lo largo del país, del exterior y a los personajes que hacían estos programas.
Para el público contemporáneo puede resultar bastante sorprendente la gestión que se hacía para producir este programa. Estamos hablando de los 17 años de dictadura -del 73’ hasta el 90-’ o sea, en un momento donde por supuesto la tecnología no era la que tenemos hoy en día, donde la inmediatez no es a la que accedemos en nuestro cotidiano, y en donde además había un bloqueo mediático feroz, pero aun así se lograba sacar la información del país y hacerla llegar a Moscú, cuéntanos cómo se hacía esto que, desde la perspectiva periodística es muy alucinante.
– Es muy alucinante, efectivamente. Es una especie de proto Internet, ¿no cierto? Donde a través de redes de comunicación llegaba un papelito con una noticia que se transmitía a otra persona y que a su vez la hacía correr y así que llegaba a Marcel y luego Marcel a través de un aparato muy aceitado de redes y contactos, lograba sacar estas noticias del país a través del mismo mecanismo. El hecho de que era así como se gestaba este programa, con estos sistemas precarios pero efectivos de comunicación, nos acerca mucho a -y es algo que inspiró nuestra película- a la tradición de la cultura oral, de la oralidad, del contar, del boca a boca, de imaginar aquello que te están contando. Toda nuestra película se basó en esa lógica. Partiendo por dos personajes anónimos pero muy potentes para que toda esta historia sea posible, siempre desde la tradición oral, que permite sortear aquellas cosas que son reconocibles por las fuerzas de represión, objetos, aparatos, todo lo técnico es susceptible de ser encontrado, sin embargo, la palabra corre con gran libertad y fue así también que abordamos las entrevistas.
Con nuestros personajes nunca desarrollamos entrevistas a cámara. Todo lo que logramos con ellos, me refiero al discurso, fue producto de largas conversaciones: almuerzos, sobremesa, divagaciones, en esos contextos el discurso se complejiza, ya no es una cuña que te sirve para contestar una pregunta, sino que empieza a agarrar densidad, volumen. Adquiere otros elementos que pasan por la experiencia. Esa fue la estrategia que ocupó -creemos- la radio también. Esta propia red que te menciono, donde el diálogo, la información, pasa de una persona a otra hasta que llega a la radio. Y luego esta cadena no se detiene porque la radio llega a los radioescuchas que a su vez -sobre todo en el exilio, pero también acá en el interior- hacen potentes labores de difusión. Nuevamente a través de ir donde las personas o organizar un evento y contar lo que estaba pasando y cada uno de esos escuchas, a su vez, reparte la noticia. Entonces es un sistema efectivamente precario, pero no por ello menos eficaz. Las noticias llegaban hasta con 24 horas de diferencia máximo, en tiempos de teletipos y teléfonos, era muy eficiente el sistema.
Una de las cosas que dicen en los testimonios del documental era que, además de informar, lo que hacía Escucha Chile a través de la Radio Moscú también era acompañar, que claro, es siempre el primer objetivo de la radio, pero en este caso en particular se busca instalar la idea de que quienes estaban resistiendo en Chile no estaban solos, de que quienes estaban resistiendo en el exterior no estaban solos y que había luces de esperanza. Hablemos de los que fueron descubriendo en los testimonios de las y los oyentes de Escucha Chile.
– Lo que pasa la tradición oral, el conversar, es un mecanismo muy íntimo no así lo visual, que, aun a la distancia, tu puedes ver de lejos y más o menos hacerte una idea de lo que está pasando. En la radio hay una intimidad, una complicidad que establece relaciones muy cercanas. Más todavía cuando estás en plena dictadura, en donde está prohibido escuchar ciertos programas – entre ellos obviamente Escucha Chile-, y tienes que meterte debajo de una sábana y ponerte cerquita de la radio para escuchar, así se establece esta idea de compartir un secreto, aunque sea mediante un aparato. El sentido del oído establece un vínculo que genera una cercanía emotiva muy potente y fue lo que pasó con los radioescuchas con los que conversamos, tanto en el exilio como acá en Chile.
En el exilio, por ejemplo, estaba la nostalgia terrible de no poder volver, estaba la imposibilidad de hacer acciones directas en contra de la dictadura, sin embargo, la radio motivaba acciones de solidaridad, motivaba e invitaba a que los exiliados se contactaran con gobiernos, grupos culturales, etc. para difundir estas noticias. En el interior, las personas estaban en una noche negra informativa. Bloqueo comunicacional, censura, imposibilidad de expresión libre y entonces la radio ocupa este lugar donde tú puedes escuchar que hay alguien que te dice: “no estás solo, nosotros sabemos lo que está pasando en Chile, nos llegan noticias y te damos nombres, te damos lugares, te damos fechas para que tu sepas que lo que te decimos es verdad”.
¿Por qué te parece importante ver este documental y encontrarse con Escucha Chile, en el Chile del 2022?
– El camino de esta película empieza el 2015, cuando Dante viene a donar los archivos y estamos estrenando en marzo del 2022, o sea, hemos sorteado el gobierno de Piñera, hemos pasado la revuelta, una pandemia y llega ahora, y eso parece azaroso y sin embargo, no lo es. Originalmente nosotros queríamos estrenar la película en noviembre de 2019 y viene el estallido social, y de repente nos damos cuenta de que lo que estaba sonando en las calles está referenciado en “Escucha Chile” y nos dimos cuenta de que hay una sintonía muy fina entre ambas cosas. Empezamos a reescuchar los programas, especialmente los programas de la década de los 80s. No solo noticias sino también los análisis, por ejemplo, respecto de la implementación de un plebiscito fraudulento para tener una nueva constitución, aparece la privatización de los servicios básicos, aparece el nuevo modelo previsional. Lo del radio estaba advirtiendo sobre lo que se está reclamando en la calle cuarenta años después.
Entonces, esta película que podría ser entendida como nostálgica tiene una contingencia y una sintonía con el Chile de hoy muy potente, porque hay muchas conexiones sobre lo que está pasando hoy día en el país. Siento que fue sembrado por Escucha Chile casi cuarenta años atrás.
Además, sentimos que esta película permite abrir la puerta -creo yo- a un merecido y necesario homenaje a todo este equipo de personas que realizó este programa y que no ha tenido un reconocimiento ni del mundo de la radio, ni del mundo político, ni del mundo del periodismo. Esperamos que esta película sirva para visibilizar y agradecer a todo el equipo de Escucha Chile y a todos los anónimos que trabajaron en torno a ese programa.