Entrevista a Catalina Saavedra
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La Nana ha conseguido una atención internacional impresionante y un apoyo del público que continúa. ¿Qué te pasa hoy día con todo lo que ha sucedido?

-Me parece una locura una excentricidad, una suerte. Creo que los astros se alinearon a nuestro favor “heavy”, no sólo a favor mío, sino también de la película, de Sebastián, de Pedro (Peirano), del cine nuestro. De repente suceden estas cosas y pasan no más, parto pensando que todo-los premios, el arte- es muy subjetivo. Por eso digo que una alienación astrológica tiene que haber metido la mano aquí.

La semana pasada estaban en la alfombra roja de los Globos de Oro en California y ya ver una película chilena instalada allí para todos los cinéfilos chilenos es un orgullo, pero además me imagino para ustedes debe haber sido muy raro.

-Sí, es raro, muy divertido. Lo que pasa es que yo creo que Pedro, Sebastián y yo coincidimos en muchas cosas en términos de formas de vida, y una de ellas es, el sentido del humor y segundo el despojamiento de caretas y miedos, vergüenzas o inseguridades. Entonces estábamos muy cómodos, alucinando con las estrellas que se nos cruzaban, con todo el despliegue, riéndonos, analizando, como cualquier “groupie” pero también dándonos cuenta de lo “heavy” que es este mundo, cuando hay otro mundo mucho más terrible muy cerca.

Bueno, de hecho una de las cosas interesantes que pasó esa noche es que todo el mundo hablaba de Haití en sus trajes carísimos…

-No, es fuerte. Y no sólo en Haití. Di una entrevista en CNN y decía que mi resumen o visión de lo que fue ese fin de semana es qué mal distribuido está el dinero en el mundo, insisto en eso, desde ese lado. Del lado increíble del cine estuvimos con los top de los top y era alucinante ver a Sofía Loren a Helen Mirren, a (Leonardo) Di Caprio, a Daniel Day Lewis ahí tan cerca, imaginándonos sus tremendas películas y trayectorias, se me paraban los pelos. Pero el otro lado era muy raro, fuerte y psicópata.

Claro, es una mezcla que también está presente en La Nana y que tiene que ver con una mirada a lo material versus el mundo interior de los personajes.

-Sí, tiene que ver finalmente con la igualdad de oportunidades en la vida.

Ahora, La Nana ha tenido muchísimos premios, partiendo con Sundance lo que permite que se le abran una serie de puertas que siguen abriéndose todavía. El hecho de que estés en casi todas las encuestas que se hacen online de especialistas, donde tu nombre aparece junto al de Meryl Streep y Kate Winslet para llevarte el Oscar a mejor actuación…

-Sí, es loco, pero yo llego a esta instancia con todo el año, con todos los premios, con todos los festivales, y para mí tienen un valor bastante similar. Yo trato de ser justa en eso, para mí un festival de Quito es igual de meritorio que los Globos. Yo sé las diferencias tremendas pero me gusta defender ese otro lado y voy con todo a cualquiera de los dos festivales. A cada uno voy a la situación que le corresponde. Si lo de los Oscar sucede… nada, ya la sola palabra es demasiado lejana y extraña. Sería demasiado “cool”, una tremenda oportunidad para que se pusieran los ojos en nuestro país y nuestra industria. Pasarían muchas cosas muy increíbles con el solo hecho de estar nominada, pero ya tuve la experiencia reciente de los Globos y no creo que sea muy diferente a eso.

Pero ya hay una cosa ganada. Yo pensaba, claro, La Nana, perdió los Globos de Oro ante Michal Haneke, competir con Almodóvar, Tornatore y Haneke es estar a otro nivel.

-Claro, y El Profeta también perdió y eso que había ganado en Cannes. Era divertido porque los actores hiper famosos ahí en los Globos tenían un lugar en el centro y ellos se conocían todos, uno los veía de lejos conversando casi como “cómo te quedó el arroz, con la receta que te di”. Ahí nosotros nos sentíamos los invasores. Siempre los de las películas extranjeras son como las excentricidades de estos eventos. Era muy chistoso sentirnos así.

Con toda la atención internacional que ha obtenido La Nana, como equipo ¿Han sentido que están abriendo una puerta para el cine nacional?

-No, no sé si nosotros, sino el hecho de que una película chilena se haya estrenado con tanto éxito de público y de crítica en Estados Unidos, obviamente que abre la visión a los gringos de lo que pueda estar pasando aquí, pero nosotros no sentimos que gracias a nosotros se van a dar cuenta de que existimos.

Podría pasar algo similar a lo que ha ocurrido con el cine rumano después de 4 meses, 3 semanas y 2 días… A la próxima película a lo mejor le pones más atención.

-Sí, además que se me ocurre que en los circuitos independientes más “under” también deben haber llegado otras películas chilenas, aunque no tengo antecedentes. Los cineastas nuevos se mueven mucho en circuitos festivaleros alternativos en muchas partes del mundo, no solamente en Estados Unidos. Pasó con Matías Bize, con Seba Lelio y su película La Sagrada Familia, y más atrás con Taxi para tres o La frontera.

Una de las cosas más interesantes que ha ocurrido con La Nana en Chile tiene que ver con la recepción del público. La película ganó en el Festival de Cine de Viña el Premio del Público, acaba de ganar –con más del 43% de los votos- la encuesta que hicimos en CineChile.cl ¿Cuál es tu opinión respecto a esa apropiación que ha hecho el público con esta película?

-Bueno, partiendo por la temática, creo que nosotros los chilenos somos muy buenos para subirnos a los carros de las cosas que están de moda y cuando eso que está de moda te representa se apoya mucho más. Además me he dado cuenta de que en las páginas “online” la gente se manifestó mucho sobre el tema de Dawson y los Oscar, quién decide, y creo que eso motivó al público el doble a ponerse la camiseta de nuestra película. Supongo que esto se dio por la temática, por la cercanía que tengo un poco yo con el público televisivo… Yo sumo todo eso y además la gente sabe de los 30 premios.

Recientemente supimos que Dawson, Isla 10 no quedó en la preselección para lo Oscar, ¿ustedes tienen alguna reflexión después de todo lo que ha pasado al respecto?

-Solamente que las cosas caen por su propio peso. Yo lo dije desde un principio, se hizo finalmente una justicia divina. Ahora, a mí no me sorprendió que no quedara, me parecía que era lo más probable porque competía como con 90 películas del mundo y ojalá esto sirva para reflexionar sobre cómo se procede a seleccionar una película que va a representar al país en una instancia como ésta que es como un mundial de cine. Tanto que importa el mundial de fútbol, se tomó tan en serio, y creo que aquí se fue poco serio.

¿Se trataría de replantear la estrategia? Reconocer que tu película que logró entrar a un circuito y que derechamente estaba mejor posicionada…

-Si, partiendo por ahí. Creo que eso es de lo único de lo que nosotras o el público podemos hablar, porque además lo otro puede ser subjetivo. Quizás a esas cinco o cuatro personas-porque sólo la Tati Molina apoyó nuestra película- les encantó Dawson  y dijeron “esta es realmente la película que se merece estar ahí”. También puede ser y de hecho creo que fue así y quiero pensar de buena fe.

Otra teoría tendría que ver con cuál es el Chile que tú quieres mostrar. Quizás es más bonito en un contexto como los Oscar mostrar a un país reconciliado con su historia, capaz de reflexionar sobre nuestros dolores, versus un Chile dividido en términos económicos, donde la división de clases es tan potente…

Sí, ahí habría que preguntarle a los responsables, pero Yenny Nun, periodista chilena en Hollywood, hacía un análisis maravilloso, que es lo que tú decías al comienzo: una película chilena que gane Sundance, inmediatamente al otro día tiene que tener todo el apoyo de su país para potenciarla y tirarla para adelante y eso no sucedió. Yo  creo que ahí hay un gato encerrado que yo todavía no he podido descubrir y ya no me interesa, porque la gente que elige se supone que sabe lo qué significa Sundance.

Tú sigues trabajando con Sebastián Silva, trabajaste con él en La vida me mata, has trabajado constantemente también en películas más alternativas, más experimentales, como Mami te amo. ¿Cuáles son tus próximos planes? ¿No te pasó con esta visibilidad que tuviste con La Nana  de que se te acercaran otros directores de otros lados a ofrecerte algún papel?

-No, bueno, de otros lados de Santiago, uno de La Reina, otro de Mapiú, (risas)… No, es un chiste pero es en serio. Se me han acercado directores chilenos que yo no tenía idea que se me podían acercar, como por ejemplo Esteban Larraín, que todavía no se me acerca personalmente pero me invitó a través de su productora a un proyecto. Él hizo Alicia en el País, una película maravillosa, entonces yo quedé gratamente sorprendida. He tenido ese tipo de ofertones, como tres de ese tipo, cosa que me entusiasma mucho. Afuera todavía no pasa nada. Es un procedimiento más lento, tengo que conseguir un agente que todavía no tengo, tengo que situarme en la web…

En otro tema, mientras ustedes estaban en la alfombra roja, acá nos enterábamos de los resultados de las elecciones presidenciales. Una de las inquietudes constantes al respecto es que el futuro del trato hacia el mundo de la cultura ¿Cuál es tu impresión de lo que va a pasar ahí?

-Se me ocurre, ojalá me equivoque, que lo poco y nada que se ha construido en términos de políticas culturales se va a ir a las pailas. Creo que a Sebastián Piñera y a su gente no les interesa en lo más mínimo la cultura, me imagino que el panorama va a ser mucho más “warro” a nivel cultural. Ya el hecho de que él plantee que va a rifar las actividades culturales o los proyectos me parece de un descabellamiento increíble y no me extrañaría. Sabes lo que pasa, esta misma gente que va a pertenecer y va a tener mucho poder en el gobierno de Piñera, son los que tuvieron una opinión importante durante la dictadura y si ves cómo era la cultura en esa época… tremendo. Pienso que va a haber censura, que mucha gente de valiosa opinión se va a ir chao pa’ su casa, se va a ver todo con signo de peso, veo un panorama bastante negro. Ahora, hay gente joven que puede que le de una vuelta de tuerca

Pero según lo que se ha dicho, lo que se quiere hacer es involucrar mucho más a los privados, ¿No se corre el riesgo de transformar el arte en el mercado más?

-Y yo me pregunto ¿por qué los privados ahora se pondrían cuando no lo han hecho en los gobiernos de la concertación? ¿Por qué va a estar Piñera? No entiendo mucho eso, las empresas no apoyan ninguna actividad cultural, no les interesa.

Ocurre en casos como Santiago a Mil pero que tiene que ver con otros mecanismos y circuitos. Ahora, pensando en que La Nana  se filmó con muy poco presupuesto, se trabajó muy a pulso y logró todo lo que ha logrado, crees que este ambiente un poco más hostil para la cultura ¿Va a desarrollar una resistencia quizás más poderosa desde los cineastas, los actores, los dramaturgos?

-Yo pienso que sí, porque la gente ligada a la cultura generalmente es muy inteligente, muy sensible, muy culta, y mientras no empiecen a emigrar… A veces yo me incluyo, no sé si podré hacer algo aquí, porque no creo que sean cuatro años, van a querer estar veinte.

¿Y si te llega una buena oferta de afuera? ¿Perdemos a Catalina Saavedra?

-Sí, por un rato por lo menos.

-Pero en tus planes inmediatos, estás trabajando en una serie de Canal 13…

-Sí, en un proyecto Bicentenario que se ganó el Consejo de Televisión que se llama “La Comunidad” que saldría el próximo año, yo creo que el segundo semestre. Es un proyecto Bicentenario y hago esa salvedad porque es bien extraño lo que pasa adentro de Canal 13, porque ahí tienen una isla que se llama la producción del Bicentenario y que hace cosas como Los ’80 y es completamente distinto al resto de la programación.

-Y estás trabajando con Sebastián Silva para la próxima película.

-Sí, este lunes partimos con nuestras filmaciones y va a ser más psicópata que La Nana porque es un largometraje en sólo 14 días. Ahí está la maravillosa Bélgica Castro, Alejandro Sieveking, Claudia Celedón, Alejandro Goic y yo.