Entrevista a Andrés Daie
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¿Cómo nace la idea de rescatar este espacio mítico radial?

-Con una cerveza en una mesa en un bar. A propósito de un taller de cine documental en el ICEI (Instituto de la Comunicación e Imagen) que estaba realizando con unos amigos. En el trabajo final apareció este tema y nos interesamos. Hicimos un corto, con el testimonio de José Miguel Varas y el de una auditora, Ana González. La idea era hacer un contrapunto entre la mirada de un realizador y la de un auditor. Eso fue el año 2003 y de ahí yo me interesé más en el tema y busqué una y otra vez la posibilidad de seguir desarrollándolo. Obtuvimos el apoyo de los fondos del Estado chileno, primero para el guión y luego para la producción y postproducción. Mi interés tenía que ver con varias razones pero principalmente con lo fuerte que es para jóvenes como nosotros encontrarse con esto, que desde Moscú hacia Chile se haya transmitido lo que estaba sucediendo durante la dictadura y todo lo que significó para los auditores.

En los 17 años de los más duros de nuestra historia Escucha Chile permitía que las noticias que no se conocían por acá se transmitieran desde Moscú. Hay una escena donde una auditora recuerda cómo esperaba escuchar algo de su hermano desaparecido, porque ese era el único medio confiable para saber de él, y esas noticias venían literalmente del otro lado del mundo.

-Exactamente. De hecho una vez hice el cálculo, como uno hace cuando está medio obsesionado con los temas, y si Moscú no es la capital más lejana de Santiago le pega en el palo porque puede que la otra sea la de China. Es una cantidad de kilómetros impresionante y claro, la información llegaba desde allá pero venía desde acá, no se inventaba ni nada, eran muy cuidadosos con la información que transmitían. Por supuesto para la gente significaba mucho, en casos tan dolorosos como el tratar de tener informaciones de personas desaparecidas que habían sido detenidas, pero se pasaba música también y otras informaciones que, como decías, era como aire. Hay que entender que en Chile no había ninguna forma de saber lo que estaba sucediendo con muchas personas y en distintos ámbitos, salvo a través de Escucha Chile o de otras radios de este mismo carácter ubicadas en otros países como Alemania, Francia, Holanda y Cuba que también contribuyeron. No era una red propiamente tal pero si la información circulaba por todas estas emisoras de onda corta que le permitían a esta gente enterarse de lo que estaba pasando aquí al lado.

Para nuestra generación es difícil entender lo que fue realmente ese momento y me llama la atención cómo los jóvenes documentalistas, como tú en este o Sebastián Moreno en La Ciudad de los Fotógrafos o Lorena Giachino con Reinalda del Carmen, mi mamá y yo han decidido contar una historia que no es nuestra sino de nuestros padres, pero que sigue definiéndonos. Uno podría esperar que un documental acerca de Escucha Chile de Radio Moscú se enfocara en cómo se hizo este programa, en las dificultades técnicas, etc.  Pero tú escoges el lado del frente, del auditor, y lo que nosotros vemos como espectadores del documental es la experiencia de quienes escuchan, tienes un testimonio de alguien que estuvo en Isla Dawson, en Quinteros, un grupo en Pisagua… ¿cómo hiciste para juntar estas historias?

-Ahí hay varias cosas. Una es que este es mi primer trabajo documental profesional, como Dios manda, como se debe hacer, y tomamos la opción de hacerlo sobre un programa de radio que ya no existe, que se hizo en Moscú y obviamente nos encontramos con un montón de limitantes. Pero ahí fuimos buscando la forma de llevarlo a cabo porque el tema nos interesaba demasiado y nos dimos cuenta que lo que nos interesaba eran las experiencias. Como tú decías creo que el documental chileno ha ido en esa dirección con el tiempo, tomar los testimonios de las personas, experiencias íntimas, humanas y tal vez pequeñas pero que tienen que ver con lo que muchas personas hicieron quizás para resistir durante la dictadura. El concepto de resistencia tiene mucho que ver con el documental que nosotros hicimos, porque la gente se resistía al régimen escuchando el programa, era un pequeño gesto. No era salir a la calle a luchar, aunque quizás muchos de ellos lo hicieron, pero era a lo mejor el inicio de una lucha, el tratar de sintonizar la radio significaba eso. Nos quedamos con la mirada de los auditores entendiendo que en los audios, en los archivos que presentábamos o en la estructura general del documental está la mirada de los realizadores. Gracias a la radio las personas tomaban fuerzas para poder después salir día a día a enfrentarse a lo que estaba sucediendo y tomar conciencia de lo que pasaba. El tema visto desde los auditores conforma todo Chile, de alguna manera, y por eso hay miradas de distintos lugares. No descontextualizamos las historias y por eso ellos van contando dónde estaban y en qué momento y circunstancias escucharon la radio. Para nosotros fue muy importante hacer eso también porque no era lo único que hacían durante el día. En algunos casos estaban presos, detenidos, relegados y se hacían el espacio para escuchar la radio. A nosotros nos hacía mucho sentido explicar qué les estaba pasando a ellos, por más que se haya dicho muchas veces lo que estaba pasando en Chile, era muy importante para que después tomara valor el tema de escuchar la radio. Para nosotros estos testimonios reflejan de alguna manera lo que fue la radio. Después de haber hecho la investigación y haber hablado con muchos auditores y realizadores encontramos que ahí estaba el valor: que desde la Unión Soviética, en ese momento, se mandara un mensaje  que le sirviera a los auditores y que allí encontraran algo para poder luchar.

Es bueno explicar que ustedes escogen una mirada que tiene que ver con lo íntimo, lo personal, la experiencia, más que un documental periodístico duro de datos, uno tiene lo suficiente para saber quién es quién y de dónde venía y eso también me parece interesante, sus elecciones, porque hay desde un profesor de una Facultad de Artes, muy destacado, hasta uno de los actores secundarios…

-Claro un joven de quince años que está luchando ahí a finales de los ochenta. Hay que recalcar que todas estas historias se cruzan de alguna manera con la historia de la radio, hay algo que los vincula, en algunos casos acciones bastante llamativas que tuvieron que ver con la emisora.

También hay un tema con la memoria. Cuando estabas haciendo este documental ¿Tenías conciencia de cómo esas historias mínimas o personales nos apelan hoy día? ¿Cuál era tu reflexión respecto a lo que le podía pasar al espectador contemporáneo frente al documental?

-Las cosas sucedían de una manera en la que ya no ocurren actualmente. De hecho, todo el tema de la radio: Si tú le dices a un adolescente que hay un programa que transmite de Moscú para Chile sobre lo que está sucediendo acá, no le va a encontrar gracia porque está internet y te parece lógico, pero hace 17 años atrás que eso existiese era realmente un logro, una hazaña. Lo mismo con el contexto en general. Es difícil y a la vez un desafío explicar cosas como el caso de las personas relegadas en Pisagua. Primero el lugar, no sé cuántos chilenos conocen Pisagua, pero es impresionante, con una carga histórica tremenda, donde han pasado muchas cosas incluso desde antes que fuera chileno. Estar allí, que es como una isla natural en medio del desierto chileno, y entender que a ese lugar llamaron por teléfono a un grupo de auditores que estaba relegado, los entrevistaron y luego se escucharon días después, me parece una historia increíble. Las  cosas han cambiado mucho en estos veinte años en Chile y en el mundo entonces para nosotros era importante instalar esa memoria pero desde ellos mismos. Nosotros queríamos intervenir lo menos posible en las historias, que fueran ellos los que nos contaran y por eso fuimos a los lugares, para que recordaran su experiencia de vida.

Además llevar a este grupo a Pisagua donde estuvieron relegados tres meses, viviendo 30 personas en una casa…

-Exactamente. Toda esa historia es tremenda, de hecho no pocas veces pensamos que esa historia podía ser la historia del documental o contarla en otro, pero para nosotros era importante que se entendiera que todo lo que sucedía estaba conducido a la radio y que ésta también tenía un sentido en ese momento.

Ahí hay un aporte también porque si uno piensa que muchas cosas empezaron a ablandarse en la dictadura a partir de la presión internacional ahí Escucha Chile y Radio Moscú jugó un rol tremendo porque no solamente era un programa escuchado aquí.

-Era bastante escuchado también en el exilio chileno y no me cabe duda, porque lo sabemos, que también lo escuchaban los militares y trataron de que la señal no se pudiese transmitir, pero era imposible en verdad. Ahí uno también va aprendiendo del mundo de la radio.