Entrevista a Alberto Fuguet
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¿Por qué elegiste estrenar Velódromo en Bafici?

Yo he visto películas que me han importado mucho acá. Y tomé la decisión de ser cineasta acá. Siempre había querido serlo, pero un día acá vi unas tres o cuatro películas –incluída una de Ezequiel Acuña, quizás- y sentí que no podía seguir perdiendo el tiempo. Que se podían hacer películas chicas. Quizá yo pensé que eran más chicas de lo que eran, pero en cuanto a temática y tratamiento de personajes, eran chicas. En Bafici yo dije: tengo que largarme. Y ahí me lancé con Se Arrienda.

¿Tenías planificado Velódromo hace mucho?

Esta no. Lo que pasa es que antes quise hacer una película grande y difícil (Perdido, el filme sobre el libro de Francisco Mouat "El empampado Riquelme") que se metió en el embrollo kafkiano financiero. Ahora, yo creo que ese pudo haber gastado el doble de esta película, que en realidad no costó nada. Pero no sabíamos. Quizás por eso no tener tanta plata, ni tanta gente involucrada, que era algo más de amigos, la verdad es que no estaba nervioso ni nada. Lo peor que puede pasar con Velódromo es que no funcione mucho, que no guste mucho. Pero no es ya una tragedia económica, ni una tragedia de vida.

¿Fue una purga del mal rato anterior?

Completamente. Y ahora me largo, no sé cuántas más voy a hacer. Siento que perdí mucho tiempo mal aconsejado. Si yo un día no hubiera apretado el botón equivocado en una cámara de foto, nunca hubiera imaginado que se podía hacer cine digital de verdad. Porque siempre veía películas digitales, pero rodadas con todo un entorno de miles de personas detrás, con plata europea, donde en el fondo es lo mismo: café normal o café descafeinado. Y ese fue el descubrimiento: que filmar se puede parecer mucho a escribir.

El rodaje demoró 20 días. ¿Cómo fue la preparación? ¿Tenías un guión establecido?

Sí. Fueron como veinte días de filmación, pero toda película chilena o latinoamericana se filma más o menos en ese tiempo. Lo que sí, no fueron 20 días seguidos, cosa muy agradable. Fue dentro de un espacio de 40 días, donde algunos días no filmábamos, por lo que no teníamos que llegar muertos al rodaje. No era una producción industrial. Rodábamos el fin de semana, parábamos cuatro días, para que la gente que tenía pega pudiera volver a su pega. Esperábamos que hiciera su trabajo en publicidad o televisión y luego volvíamos a grabar.

Hablabas sobre las distintas expectativas con esta película. ¿Qué cambió ahora?

En Se Arrienda, era la presión de debutar, igual yo tenía un nombre… y era una película cara. Y era plata que, además, nosotros queríamos recuperar porque no teníamos fondos de gobierno. Esta vez, fue mucho más parecido a publicar un cuento en una revista. El verdadero placer va por dentro. Toda la locura externa, que a veces puede ser entretenida, no importa tanto. Lo que verdaderamente importa es lo que uno siente con una película y lo que uno pueda conectar con la gente. Hay películas chicas que pueden conectar igual que una grande. Y esta película, yo la veo chica.

Tomando la analogía de la columna: es por lo general algo que se escribe solo, en el dormitorio, y que de repente resulta. ¿Este proceso tiene algo de esa intimidad?

Creo que esta no fue más personal, pero se hizo más en secreto. Fue menos observada. En eso, tiene algo más de desnudez. Se parece más a hacer un blog. Mucha gente me preguntó: ¿por qué no hiciste una película sin contarme? ¿Y por qué debería contarles? ¿Por qué quieren saber? Esas cosas son personales. Además, uno nunca sabe si al final se estrena o no. Uno cuando escribe un libro no llama a la gente para decirle “oye ayer escribí”. Me parece que no hay tanto que contar. Y eso fue agradable, filmar sin que nadie supiera. Poder ir a Providencia y saber que nunca iba a haber un fotógrafo. O más allá de eso: sentir que si nos equivocábamos, podíamos botarlo a la basura. Eso me ha liberado muchísimo. Y se parece mucho a escribir. Y, de hecho, había escenas en que estábamos cuatro personas detrás de los actores.

¿Siempre pensaste Velódromo como comedia?

Sí. Una comedia melancólica. Se Arrienda, en cambio, era más concienzuda. Pero este personaje, Ariel, puede ser incluso más melancólico y triste que Se Arrienda.

Ojalá sea también una película contemporánea con Chile. No tengo idea si realmente están los tiempos para ver esta película. Pero yo quería hacer una comedia que no fuera ni erótica ni de mal gusto. Y está mucho más inspirada en las cintas francesas.

Ariel también es un personaje más difícil, con el que es complicado empatizar.

Sí, lo sabía. Pero me parece que la gente empatizó. El tipo es repelente en muchas cosas, es un pesado, está lleno de tics y deficiencias. Pero a mí me parece fome que a un personaje uno lo quiera desde el primer minuto. Que uno lo vea y diga: ah mira, es el héroe, es el simpático, voy a estar siempre con él. Yo creo que el personaje te tiene que ganar. Como espectador, puedes ganártelo, o irte. Eso es totalmente válido. Si el tipo te parece ideológicamente repelente, o qué se yo, tienes derecho a odiarlo. Mi impresión es que el público podía llegar a quererlo. Y creo que eso ocurre. Y que Pablo (Cerda) lo hace increíble.

¿Cuándo crees que se estrene en Chile?

Todavía no sabemos. Yo creo que Velódromo estará en Chile por agosto o septiembre. No creo que se estrene antes del Sanfic. Veremos lo que pasa… esto es como Ariel. La película es muy en esa actitud. No creo que sea una película muy de festivales. Lo que sí no tengo muy claro cuándo, cómo, ni dónde, será el estreno en Chile. Yo quiero que se estrene. Pero también puede ser un estreno distinto, en pocas salas, algo más ligado al teatro o a un recital, quizá. Velódromo no tiene las armas para entrar a competir mano a mano con la cartelera comercial. Y, tal como Ariel, no le tengo miedo a internet.

¿Crees que volverás a Perdido después?

De ninguna manera. Pero se convertirá en novela gráfica, por ser un guión que casi nadie ha leído. A lo mejor  podría salir este año, o el comienzo del otro. El dibujante se llama José Luis Gaete y trataremos hacerlo como widescreen, como carpeta de arquitecto.

Creo que Perdido seguramente me quedaría pésimo ahora. Ya no estoy en el momento en que concebí Perdido. Aunque perfectamente es una película que se podría haber filmado en digital. De hecho, una escena que teníamos planeada para esa película, que era toda de noche en el desierto, probablemente ahora podríamos filmarla solo con la luna. Pero creo que es peligroso, como cuando tienes un trabajo final, y ya estás aburrido y ya sólo quieres entregar. No quiero estar haciendo libros o películas sólo porque le debo plata a la gente, para no quedar mal con otros o por el qué dirán. Así que Perdidos, no. Pero de ahí salió Pablo (Cerda), que iba a ser el protagonista, y un montón de gente. Ahí se armó un equipo.

¿Tienes planeado más proyectos digitales?

Acabo de filmar una película recién. Resulta que terminé un libro hace poco, “Missing” (2009). Estaba preocupado del libro, de la reacción de la gente, porque lo sentía muy personal. Para no pensar en la espera, porque entregué el libro en marzo del año pero se publicaba en octubre, pensé: ¿qué hago? Pensaba que me iban a sacar la cresta por el libro. Entonces, estaba esperando el fusilamiento. El que le fuera bien me pilló totalmente de sorpresa. Nunca lo pensé. Estaba pensando en irme afuera, irme a la Patagonia… pero lo que hicimos fue empezar a hacer Velódromo antes de que el libro saliera. Entonces, mientras promocionaba “Missing”, editaba Velódromo, veía las escenas cómicas, estaba preocupado de esas cosas.

Ahora acabo de terminar un nuevo largo. Así que estoy casi más preocupado de este nuevo largo que de Velódromo. Velódromo Estoy más cansado del reciente rodaje, que fue en marzo, en Nashville. Será 70% en inglés, 30% en castellano. Es una película bilingüe, sobre un chileno que está en Nashville.