El Video-Vida del “Maestro Maturana”. El creador perdido en la cinta magnética en la década de los ochenta

Rodrigo Maturana Espíndola, más conocido como el “Maestro Maturana” era un artista multifacético, y ello explica incursionara en la poesía, la música, el cine, teatro y  comic. Como casi todo creador nacional, falleció el 2 de enero de 2012 en muy malas condiciones. Es recordado por la escena emblemática de Palomita Blanca, (1973, Raúl Ruiz) en que personifica a un delirante profesor, en lo que constituye su primer brillante destello a las técnicas de improvisación y el absurdo de su particular humor que marcaron la seguidilla de realizaciones.

Puede señalarse con autoridad que Maturana fue un artista underground, durante la década de los ochenta y posteriores circuló en los márgenes creativos de diversas corrientes artísticas siempre fuera del meanstream y, además, sin nunca haber gozado del reconocimiento.

En el artículo “ Un connotado desconocido”, en que se reseña su única publicación poética titulada “Ardido Amor” (2012), poemario que recoge parcialmente escritos de juventud, el periodista cultural Jorge Núñez escribe: “La incomodidad del acto creativo para un hombre que parecía comer vidrio, su capacidad reflexiva de rara lucidez y la resistencia indómita ante coleccionistas de mercado que no sólo compran artistas sino que compran una idea del arte lejos de fosilizar la mirada de Rodrigo Maturana, le hicieron militante indistinto entre personaje y actor”. Estas palabras resultan acertadas para presentar a un hombre casado con su oficio como él mismo se definía: videasta, poeta y mecánico celeste, convirtió su vida en una creación continua llena de inventiva delirante en donde los límites de la representación se desdibujaban entre realidad-ficción versus obra y vida.

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Las huellas taqui-dactilares

El único texto que hace referencia a él como videasta es “Apuntes para una historia del video en Chile”, de Germán Liñero. Ahí es calificado, junto al poeta Enrique Lihn, como “bichos raros” de ese género audiovisual en ciernes bajo los años de plomo. La escritura en pretérito –“fue una especie de gurú para varias generaciones de cineastas y videístas”– encolerizó a “El Maestro” quien, en ese momento lleno de proyectos, con muy poco dinero y evidentes limitaciones físicas, a los 77 años, seguía realizando sus instalaciones precarias con fotocopias y ejercicios de video-vida.

En los últimos años muchos estudiantes, amigos y realizadores visitaban su casa en busca de orientaciones creativas o sólo para ser partícipe de una buena conversación sobre jazz, cine, poesía, cómic o metafísica.

Su particular mirada abre un mundo de poesía visual, ironía, irracionalidad y profunda lucidez. Sin duda un legado artístico para las futuras generaciones del cine bastardo en Chile. Su excentricidad le llevó a erigir una animita en la entrada de su casa, en honor a su amigo Raúl Ruiz, quien falleció en latitudes lejanas, pocos meses  antes de  que la muerte le visitara en persona.

Maturana seduce e invita a reflexionar que ser joven no tiene que ver con la edad, sino con el que se mantiene inquieto, aquel a quien la inercia no lo vence; por esta razón pudo estrechar amistad con diferentes generaciones; Samuel Ibarra (performance), Ammy Amorette (cantante de bossa nova), Con los cineastas Rodrigo Araya, Rosa Angelini, Efraín Robles, Matías Sánchez y con quien escribe estas líneas.

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Con Rodrigo Araya y Matías Sánchez desarrollaba registros en video en los cuales actuaba y dirigía, se trata de largos planos secuenciales en donde despliega un recorrido por su casa, una vivienda abandonada e inhabitable, saqueada por el lumpen, como decía él. Recorrido casi idéntico fue registrado por distintos camarógrafos durante dos décadas.

En su reseña “Piures a la Maturana o Kino Plus Ultra”, Sánchez agrega: “Un buen día Rodrigo me invitó a su casa –no a su pieza, si no a su casa, o la que había sido su casa durante muchos años– y registré lo que él insistió en llamar una Arqueología Urbana, un viaje por las ruinas que dejó el lumpen, por el tiempo y los recuerdos encaramados en cerros de papeles y cajas y cables y VHS sepultados. Con él al mando del relato y yo fiel a mi labor de camarógrafo y a cómo había sido la dinámica en mis visitas anteriores, Maturana deambuló en su arqueología por los temas más insólitos con humor e ironía.”

La década de los setenta en celuloide

Su cercanía al cine comienza de la mano de su amigo Raúl Ruiz, con quien trabajó como compositor musical en El realismo socialista (1973), y como actor en varios de sus filmes, ¿Qué hacer? (1970), Nadie dijo nada (1971) y La expropiación (1972), entre otros. Después del golpe militar, Maturana colabora con las nuevas generaciones de cineastas que se quedaron en el país, con Carlos Flores del Pino realiza El Charles Bronson Chileno (1976) y, desde su cargo de productor y guionista, coquetea con el absurdo delirio de la realidad documental. Con posterioridad, Maturana se atribuye el haber inventado el juego de los dobles y reclamaba casi una co-dirección negada en los créditos por Flores; situación similar afirmaba de su trabajo en Vías paralelas (1975), con Sánchez y Navarro. Delirio o alucinación de El Maestro o realidad escondida, es indudable que Maturana puso su sello dactilar en esos filmes y en la historia del cine chileno de esos años.

Lista de filmes en los que participó Rodrigo Maturana (redactada por él mismo y  que luego entregaría a su discípulo Matías Sánchez. En esta lista no define el rol que le cupo en cada filme)

¿Qué hacer? (1970). Largometraje/ Color/35mm.

La Colonia Penal (1970-1971). Largometraje/Blanco y Negro/16mm.

Nadie dijo Nada (1971). Largometraje/Color/16mm.

La Expropiación (1971). Largometraje/Color/16mm.

Palomita Blanca (1973). Largometraje/Color/35mm.

El Realismo Socialista como una forma de las Bellas Artes (1973). Largometraje /Blanco y Negro/16mm.

Esperando a Godoy (1973). Largometraje/Blanco y Negro/16mm.

Mujeres de la Noche (1973). Mediometraje/Blanco y Negro/16mm.

Días Difíciles (1973) Mediometraje/Blanco y Negro/16mm.

Octubre (1973). Mediometraje/Blanco y Negro/16mm.

Vías Paralelas (1974). Largometraje/Blanco y Negro/16mm.

Alicia va en el coche, Carroll Lewis (1975). Largometraje/Blanco y Negro/16mm.

La asombrosa vida de Fenelon Guajardo López (El Charles Bronson Chileno) Largometraje/Blanco y Negro 16mm y 35mm. Con posterioridad ha sido traspasado a video y presentado bajo el nuevo título de  “Idénticamente Iguales”

El Zapato Chino (1976). Largometraje/Blanco y Negro/16 mm.

Le Retour d’ un Amant de Biblioteque (1985). Mediometraje/Cine-video.

Ciénaga (1992). Largometraje color 35mm.

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El devenir de los ochentas

Maturana se transformó en videasta enfrentado a un país silenciado a punta de secuestros, una geografía convertida en una mancha de sangre, muerte y censura; sus amigos creadores debieron marchan a tierras lejanas y, en el peor de los casos, asesinados por la dictadura militar.

El nuevo artefacto –la cámara de video–, es el arma de esta nueva generación de cineastas. El video fue convertido en el dispositivo encargado de tomar testimonio desde dos enfoques: lo documental y la efervescencia del video arte; configuran una manera de registrar la mirada de su actualidad. Maturana opta por el soporte del video e inventa una narrativa, obras que denotan ironía y libertad en relación a los repertorios y exigencias académicas de la época, pues hace gala la irracionalidad, improvisación, causalidad, planos secuenciales, visos del teatro del absurdo, narrador off y empleo de una cámara subjetiva. Maturana hablaba del devenir, la causalidad y la magia, el dejarse llevar por la cámara, sacarla a las calles e ir incorporando elementos que aparecen durante el rodaje; es un lenguaje que desdobla la particular personalidad del artista dando un carácter único y reconocible a su obra.

El Video-Vida

Como videasta perdido en el devenir de la cinta magnética, en la década de los ochenta desarrolló una mirada propia y original a la que designó bajo el rótulo “Video-Vida”. Junto a sus colaboradores Farfán, Parrini, Duque y Silva dan vida al “Taller de escritores audiovisuales”. En la instancia creativa, Maturana dirigió el trabajo colectivo en la creación de video-vida como oposición al naciente video arte. Surgen, entonces, sus dos largometrajes, En busca del videasta perdido o Mister Off y el caso de las papas polacas (1986) y El sueño del ratón en la sopa (1987).

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En busca del videasta perdido o Mister Off y el caso de las papas polacas

Pieza efervecente y original, es descarada en ironizar desde su registro. Mister Off, alter ego de Maturana, se burla de la incipiente plataforma del video arte en Chile; es una respuesta a la censura y al esnobismo de la época.

En el anecdotario de la producción cabe mencionar que fue la película “De las Armas y las Letras” realizada por sus futuros amigos del taller de escritores audiovisuales censurada en el festival de video arte del Instituto Chileno-Francés de Cultura, lo que dio pie a la motivación de Maturana para hacer el video. Ricardo Carrasco Farfán, uno de sus colaboradores agrega antecedentes al respecto: “en 1986 presentamos un video al festival de video-arte del Instituto Chileno–Francés y fue censurado. Se trataba del primer documental del Colectivo del Cabo Astica centrado en la vida de don Manuel Astica Fuentes y su sublevación en la Armada del año 1931, en Chile. Bajo la censura del material, Maturana ideó un thriller en donde se buscaba a un videasta perdido de nombre Astica venido de Thimor de la Lemuria a mostrar el vida-video, que se contraponía al video arte. Para el logro de la iniciativa, sus amigos contratan al investigador privado, Mister Off, quien soluciona el caso”.

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La película comienza con el grupo de escritores audiovisuales esperando al videasta Astica en las terrazas del aeropuerto –una azotea de edificio común y corriente– donde llegará el avión que lo trae, y en ello es posible afirmar que Maturana con nada construye una narrativa en la marcha, pues la improvisación y causalidad obran a favor; pasa un avión y todos comienzan a jugar con la idea de que en ese avión se transporta Astica, ahí estalla el absurdo y es la oportunidad de construir el video-vida. En otro episodio de la búsqueda de Astica, quien daría una conferencia acerca de vida-video en el festival de video arte, la cámara se sumerge en una operación documental y realiza una encuesta en que interroga a los asistentes acerca de Astica. Mister Off, en un fuera de campo se ríe de todos, dato no menor es que entre los entrevistados figura el crítico de arte Justo Pastor Mellado, Germán Liñero y actores famosos de las artes visuales que se cruzan por el lente, Nelly Richard y Lotty Rosenfeld, entre otros. En Mister Off abundan sarcásticos comentarios para todo. La búsqueda de Astica continúa por calles, cités en donde el detective privado no se da aliento, incluso tiene tiempo para que unas extrañas le lean la suerte. Mister Off pasa a tomar la visión de un perro que busca a Astica por parques y calles. A este gesto visual Maturana le denominó “cámara perro” al ángulo de cámara subjetivo.

La película de Astica culmina en la calle enrollada en los pies de un transeúnte y en manos de un grupo de niños jugando con la cinta de Vida Video perdida.

El sueño del ratón en la sopa

Maturana trabajó nuevamente con los escritores audiovisuales, esta vez frente a las cámaras interpreta a un perverso director de un hospital psiquiátrico que dirige el centro de reclusión bajo absurdas normas de comportamiento. Este trabajo se realizó en seis sesiones improvisadas en los patios del colegio Sagrado Corazón de la Alameda en donde en ese entonces trabaja Ricardo Carrasco Farfán como profesor.

El sueño del ratón en la sopa es, en momentos, una especie de remake o adaptación libre y ochentera de “El gabinete del doctor Caligari”, película muda alemana expresionista dirigida por Robert Weine en 1920. El doctor Caligari es representado por Vicente Parrini, cita intertextual al expresionismo, puede ser leído como una metáfora de la tortura, represión y el encierro vivido en los ochentas.

Construcción onírica hilada por varios planos secuencia que en momentos se escapan de la lógica interna, quebrando arbitrariamente la narrativa. Maturana hace un breve homenaje a Ruiz, lo recuerda introduciendo en el relato un doble (el poeta Pepe Cuevas) que aparece re encuadrado sosteniendo un diario.

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Más claustrofóbica y delirante que “Mister Off”, El sueño del raton en la sopa es una película sombría y abyecta que sin perder el sentido del humor, conduce por medio del absurdo a cuestionamientos sociales como la estupidez de las portadas de prensa, el encierro y el trato a los pacientes psiquiátricos y presos políticos, las torturas y el abuso de poder.

Maturana comentaba que el nombre de la película, se la puso tras una anécdota, lo invitaron a una comida y en el fondo de la olla encontraron un murciélago muerto en la sopa. La secuela de El sueño del ratón en la sopa, se llamaría La sombra del gato en el plato, recuerda Gonzalo Duque, camarógrafo del filme.

Además de estos dos largometrajes, Maturana realizó varios videos desaparecidos. En la lista de filmes incluyo su participación en obras de videos sin especificar el rol que cumplió en ellos.

El Valle de los Caballos (1984). 20 min/Color/U- Matic.

Cortázar, Capital Rayuela (1985). 45 min/Color/U-Matic.

En busca del videasta perdido o Mister Off y el caso de las papas polacas (1986). Largometraje/Color.

El sueño del ratón en la sopa (1987). Largometraje/Color.

Las Yeguas del Apocalipsis (1988). 8 min. Mediometraje/Color.

Tate Piola, de Kiruza (1988). Mediometraje/Color/U-Matic.

El Video Arte en Chile (1988) Mediometraje/ Color / ½.

El último solo de Popeye en el Carnegie hall (1989). Anticlip/Color/ ½.

La Tragedia del challanger (1989). Mediometraje/Color/ ½.

Destacaba entre sus realizaciones un documental sobre Las Yeguas del Apocalipsis, colectivo integrado por los escritores y artistas visuales Francisco Casas y Pedro Lemebel. Según su lista, data como fecha de realización el año 1998, este registro se encuentra perdido. No está claro a qué perteneció, si fue una performance o un documental sobre las irrupciones poéticas y subversivas de los artistas. Maturana hablaba de una intervención realizada en la Universidad Arcis o bien se refería a La Refundación de la Universidad de Chile (1989), en donde las yeguas desnudas y montadas en un caballo simbolizando la entrada de las minorías en la academia. Marcharon a la universidad, en esos años intervenida por los militares, acompañadas por la poeta Carmen Berenger, quien conducía el caballo, y Nadia Prado, quien tocaba una flauta.

El  hallazgo de un viejo material: Alicia va en coche de Carroll Lewis

En el trascurso de este año, el joven realizador y discípulo Rodrigo Araya desarrolla un largometraje documental llamado Maturana Rodrigo Isauro. En medio de la investigación es contactado por el maestro de fotografía Héctor Ríos, quien conservaba intactas nueve cintas de 16mm de fines de los años setenta pertenecientes al rodaje de la película “Alicia va en el coche de Carroll Lewis”. Maturana se atribuía la autoría del film, tras una rencilla, al parecer, entre él y Héctor Ríos, fue el director de fotografía quien finalmente mantuvo la película en su poder. Según su lista de filmes, la película fue rodada en 1975; el sonido de la película fue registrado por Pepe de la Vega, y hasta el momento está desaparecido.

Con el apoyo de la Cineteca Nacional se realiza el primer transfer de 15 minutos de una de las nueve latas, el material revelado en blanco y negro muestra un funeral. Según lo que el mismo Maturana le contó a su discípulo, el argumento trata la temática de los dobles. Las protagonistas son Alicia y Aicila -ambos nombres conforman una figura literaria conocida como palíndromo-; Las dos mujeres viven en un pueblo adorador de los tsunamis donde se rinde culto en templos en forma de pirámides invertidas y subterráneas.

 

Araya, como amigo y discípulo, siente un gran honor al poder montar el material bruto y en celuloide de Alicia va en el coche de Carroll Lewis, aplica los criterios y métodos invocando el ideal de cine que le presentó el Maestro.

Amables Espectadores,

Hacemos y proponemos un lenguaje audiovisual libre,

sin compromisos ni con la industria ni con el mercado,

más allá de los convencionalismos, escribir con la cámara directamente,

frente a la realidad y a la imaginación, documental y ficción o ambos a la vez,

sin autoimponerse ningún límite, trabajando sin guión,

sin actores profesionales, ni productores,

dándole prioridad a lo espontáneo y al azar, 

prescindiendo de mercaderes,

utilizando cualquier cámara que esté disponible en el momento de la acción,

haciendo, de preferencia, planos secuencia, planos largos más que montaje,

pero sin descartar esa opción si fuera requerida. 

Es lo que hemos hecho y esperamos seguir haciendo en el presente y el futuro,

lo que puede ser designado como Kino Plus Ultra. 

 

Rodrigo Isauro Maturana Espíndola