Rodrigo González, salió de Chile a los pocos años de vida. Huyendo de la dictadura, su familia llega a Alemania y se instala en Hamburgo. Sus padres se dedican a organizar encuentros musicales para visibilizar lo que ocurría en Chile bajo el régimen de Pinochet y para generar vínculos entre los exiliados. Así desde su niñez, Rodrigo estuvo expuesto a la música de Inti Illimani, Quilapayún, Ángel Parra y otras voces que denunciaron la violencia de Estado y crearon lazos entre los chilenos a uno y otro lado del mundo. Desde hace décadas, Rodrigo González es el bajista de Die Ärzte, una de las bandas de punk rock más populares de Alemania, la música se transformó en su profesión y los sonidos que lo formaron no lo abandonan. Así, después de mucho tiempo sin retornar a Chile, el músico decide regresar a su país de origen en busca de su propia raíz y de la nación musical que tanto lo ha influenciado.
El viaje es el documental que registra esta experiencia, acompañando a Rodrigo González en su reencuentro con Chile, y en el descubrimiento del país actual con sus bellezas y conflictos. El relato está narrado en alemán y está construido de manera que el público europeo pueda acompañar este viaje entendiendo su raíz en el pasado y la curiosidad de sus realizadores, respecto al presente.
Este viaje está motivado por la música, por lo que son colegas de Rodrigo quienes irán mostrándole el camino. El primer contacto es con el Macha -con quien ya se conocía por las giras europeas de Chico Trujillo y La Floripondio-, y desde ahí se irán desarrollando encuentros con músicos más jóvenes como Camila Moreno y Chinoy, y con otros que fueron protagonistas de la música de protesta de resistencia a Pinochet, como Eduardo Carrasco –líder de Quilapayún- o el cantautor Eduardo Yañez.
El documental es un periplo musical, geográfico, pero sobre todo emocional. El realizador Nahuel López –director y gestor de esta película- es también un hijo del exilio. Y aunque el nació en Alemania, su contacto con la Nueva Música Chilena y el mensaje de resistencia que en ella habita, también fueron en él un elemento fundamental de su formación. Y es probablemente esa experiencia compartida entre cineasta y protagonista la que define el tono de este documental. Una mirada amorosa, pero no complaciente con el Chile actual y las personas que lo habitan. Mostrando sectores de Santiago, Valparaíso, San Antonio, Aysén y el Wallmapu como contexto para conversaciones que parten en la música pero que devienen existenciales.
Es la experiencia del re-conocimiento lo que cruza todo el relato de esta película. Re conocer ese Chile mítico que se construyó imaginariamente en el exilio en las calles, casas y paisajes con los que se va topando el protagonista. Las conversaciones entre el recién llegado y los locales están llenos de admiración mutua, de curiosidad honesta y de disposición para el aprendizaje. El resultado termina siendo un documental emocionante en su honestidad, que guiado por la música y por la consistencia política, genera vínculos que permiten descubrirnos desde ojos ajenos y al mismo tiempo cercanos.