Esta semana llegó a distintas salas a lo largo del territorio nacional El Patio documental de la realizadora francesa, de origen chileno, Elvira Díaz y que se detiene en el quehacer de los sepultureros de hoy y de aquellos que tuvieron que enfrentarse al terrible contexto de la dictadura y enterrar los cadáveres de los cientos de víctimas, cuyos cuerpos llegaron al cementerio general.
El patio es un documental que busca rescatar el testimonio de aquellos que día a día lidian con la muerte y el dolor y que intentan, con su trabajo, cuidar y vestir de dignidad aquel espacio en que lo humano se vuelve puro resto material. Al mismo tiempo intenta recuperar la memoria de cómo se vivió desde los trabajadores del cementerio general aquellos primeros y brutales años de la dictadura cuando miles de chilenos fueron asesinados en un régimen que impuso el horror y el silencio.
El documental no se detiene en entregar al espectador datos de contexto, ni de construir un relato general respecto al Chile del ’73, más bien confía que el público maneje cierta información sobre los crímenes de la dictadura, el caso del patio 29 y el asesinato de Victor Jara, entre otros, para ir profundizando en estos hechos desde la mirada de los testigos casuales que fueron los trabajadores del cementerio general. El relevamiento de estos testimonios, guardados por más de cuarenta años, se desarrolla desde entrevistas que la propia realizadora hace con algunos de estos trabajadores y con las conversaciones entre éstos y un sepulturero más joven que sirve de nexo entre el presente y ese pasado oscuro, a través de diálogos sorprendentemente amables para lo crudo de su contenido.
La construcción de la película El patio está hecha desde una gran sensibilidad humana y estética. Las escenas de diálogo interactúan con planos detalles de elementos propios del cementerio. Así las flores secas, las cruces oxidadas y las hormigas que suben y bajan por los árboles que rodean las tumbas nos invitan a pensar sobre el paso del tiempo, la pérdida y el recuerdo.
El relato de El patio parte desde un lugar muy general, desde las labores cotidianas de los sepultureros actuales para ir adentrándose en lo que ha sido este ejercicio a lo largo de las décadas y especialmente en el contexto del horror de la dictadura. Hacia el final del documental se detiene en un caso específico del patio 29 en que se pudo recuperar casi completamente el cuerpo de uno de los detenidos -asesinado por los militares- para registrar la entrega de sus osamentas a sus familiares, ayudando a cerrar con ello el ciclo de duelo y dolor que por décadas han tenido los seres queridos de aquellos que murieron brutalmente y que no han podido recibir una despedida. Y aunque ese final aparece como esperanzador, aún son muchos los chilenos en esa situación, aún nuestra memoria histórica sigue fragmentada y aunque sean numerosos los documentales que, de una y otra manera, han querido acercarse a este trauma siguen siendo necesario revisarlos para entender lo que como país nos pasó, para valorar ese trauma e ir buscando el camino hacia la justicia y la construcción de un relato más complejo respecto a lo que hemos sido y lo que nos toca reconstruir para llegar a ser.