El estreno nacional de mañana
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EN LA SALA IMPERIO – ESCLAVITUD 

Superior a todas las expectativas, ha sido el entusiasmo que se ha despertado en el público por asistir al gran estreno nacional de mañana en el Teatro Imperio, y es que, esta cinta hecha en Valparaíso, con capitales y artistas porteños, debía encontrar, sin lugar a dudas, el apoyo de los porteños.

Algo de la leyenda

Reclinada, como una mujer hermosa, en un rincón de la costa del Pacífico, está la ciudad jardín: Viña del Mar.

Dijérase incrustados, como brillantes millonarios en las espaldas del mundo Jirones de Biarritz, Niza, Cannes, Atlantic City o Monte Carlo.

Es aquí, donde se desarrolla nuestra leyenda, junto a la playa en el palacio de piedra de los Mac Aulliffe Amenábar.

Gruesas cadenas le circundan; macizas puertas le protegen, es que en la penumbra de sus dormidos aposentos el linaje y el orgullo mueren esclavisados, al contacto de nuestro siglo.

Cerca de este palacio, eleva su figura imponente un castillo exótico, habitado por una dama misteriosa: la Condesa Camila de Avellaneda, en cuyas pupilas se trasluce un reflejo misterioso de su vida pasada. Le acompaña una amiga, Mademoiselle Lulu, que acaricia, aún, en sus ojeras profundas, las noches de París y Monte Carlo. Unicamente les sirve un chino: Lui Ming, que, como todas las razas orientales es servil y solapado como los reptiles.

En el palacio de los Mac Aulliffe Amenábar se desarrolla una tragedia. Rubén, el hijo mayor, sobre el que se piensa confiar para más tarde la gloriosa tradición de la familia, se ha descarriado. Ciertas circunstancias y ciertas convicciones personales le han hecho perder el rumbo de su vida aristócrata, sin que lo sepa su padre Don Enrique Mac Aulliffe, su padre, lo había hecho estudiar leyes, esperando en que un día llegara al Parlamento, para que continuara la obra que él no terminó, merced a su adversarios políticos y a su cansancio de luchar. Pero, Rubén, no está de acuerdo con la política y se dedica al box, llegando a ser, secretamente, un gran boxeador. Por desgracia, la familia lo sabe y le exige que abandone el ring. Rubén se niega y es arrojado entonces de la casa y desheredado en seguida. En vano el hijo pide que le comprendan, pero la familia se muestra inflexible: “No podemos permitir plebeyas inclinaciones en el palacio que ha mirado siempre hacia las Cortes Europeas” le dijeron y el muchacho quedó en la calle.

A Rubén no le aflige tanto esto, pero sí teme perder una novia que adora y que está en el círculo que frecuenta su misma familia. Por suerte, Theda Simpson, su novia, es de esas mujeres que aman una sola vez, abnegada, amante, leal, que, a pesar del gran mundo en que vive, no se ha contaminado de vanos prejuicios sociales.

Le promete amarle siempre y esperarlo hasta el día en que venga por ella con la frente muy alta.

La madre de Theda, doña Teresa Droguett V. De Simpson, es el polo opuesto de su hija. No amó jamás a su marido y quiere que su hija se case en iguales condiciones. Para este objeto, le tiene preparado un “excelente” partido, según ella, a Eduardo de Leguizamon, un vividor, que ha tomado cierta reputación, gracias a varios “flirts” con determinadas damas del gran mundo.

Doña Teresa cree que Leguizamon es el soltero de moda, y ofrece su hija a éste con una regia dote. Leguizamon acepta, pero antes hay que hacer fracasar a Rubén Mac Auliffe de un próximo gran match.

La Condesa Camila de Avellaneda no es otra cosa que una aventurera socia de Leguizamon y ambas se ponen de acuerdo para secuestrar a Mac Auliffe. Como son contrabandistas de opio, encargan a sus cómplices en la bahía, “El erizo”, “El tiburón”, “El pejerrey”, “La anguila”, “La gaviota” y “Manopla” la realización del secuestro el mismo día del encuentro, y es así como con estos lobos de mar, que dejaron en cada puerto una cuenta por saldar, lucha Rubén Mac Auliffe, abandonado de todos y de todo.

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 Nota: El texto ha sido transcrito respetando la ortografía que presenta el artículo original.