Una vez la noche, de Antonia Rossi
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* Crítico y creador de Abreaccion.com, sitio de crítica de cine nacional e internacional.


Cuando vemos a alguien con la mirada fija, el rostro inmóvil, casi que su respiración se hubiese detenido, observando algo, pero nada a la vez, decimos que “se quedó pegado”. A todos nos ha pasado. A veces son ideas, problemas, recuerdos o fantasías que por unos segundos (eternos por ese momento) nos secuestran de la realidad y la conciencia para encerrarnos y aislarnos de todo. Si pudiésemos extraer esos instantes en nuestra cabeza y llevarlos a un hoja de papel, sería más o menos como Una vez la noche.

Este filme dirigido por Antonia Rossi, co escrito junto a Roberto Contador, entrega una especie de novela gráfica de lo que sucede en la mente de 4 personas muy diferentes, sus más profundos recuerdos, anécdotas, instantes y miedos, plasmados en ilustraciones tan disímiles entre sí como la relación entre cada una de las historias.

Hombres y mujeres, padres e hijos, casados y solteros, pasado y fantasía conviven en esta obra que ejercita la complejidad de expresar las imágenes en nuestra cabeza cuando un aroma en la casa, un movimiento en el agua, un sonido de la calle o la luz que entra por la ventana nos trasladan a un estado involuntario de reflexión.

Una vez la noche se aventura al reconocimiento, experimenta con la comprensión del espectador hacia relatos que podrían referirse a cualquiera y a nadie a la vez. Juega con imágenes que, quizás, todos hemos visto, pero nunca hemos apreciado. Y ahí está su complejidad: se siente como algo que entiendo, pero no comprendo. Por ello que las historias pasan por diferentes etapas, de la historia, como de una persona, apelando a esos restos o migajas de inconsciencia (o sobre conciencia) que puedan quedar por los pasillos de nuestra mente después de “quedarnos pegados”.