Stefan v/s Kramer, de Prieto, Kramer y Freund
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Por fin el día llegó. Tras numerosos anuncios, expectativas y polémicas, el film Stefan v/s Kramer debutó en la cartelera local batiendo todos los récords que hasta ahora registraba el cine chileno. Antes incluso de estrenarse oficialmente el 2 de agosto, la película del talentoso imitador ya se convertía en la producción que más interés había concitado previo a su debut, alcanzado la importante suma de 35.000 tickets comprados anticipadamente. Como si lo anterior no fuese suficiente, además, durante su primer día en las grandes salas del país, Stefan v/s Kramer consiguió la asistencia de 75.322 personas, alzándose así como la película más vista en su jornada debut en la historia de nuestro cine.

Si bien, los números registrados por el film sorprenden, sobre todo en el complejo escenario en que se encuentran las producciones nacionales respecto a la audiencia en la actualidad, no resulta tan llamativo que la cinta dirigida por Stefan Kramer, Sebastián Freund y Lalo Prieto concite la atención del público chileno, pues si hay consenso respecto a una figura televisiva famosa, talentosa y querida, ese, sin duda, es Stefan Kramer.

En casi cien minutos, y como era de esperar, el comediante exhibe nuevamente sus enormes condiciones como imitador y, como también se espera de su trabajo, no hay en el film ningún error o descuido que pudiese evidenciar que es una sola persona la que da vida a 19 personajes, incluso en escenas donde varios de ellos interactúan de manera conjunta.

Lo anterior más que una fortaleza era algo que se daba por sentado, pues si hay algo que ha caracterizado el trabajo de Stefan Kramer desde sus comienzos es la pulcritud y calidad. Ni en televisión, ni menos ahora en la pantalla grande, se evidencia el artificio de la propuesta, lo que, debido a la enorme perfección a la que nos tiene acostumbrados, es casi una exigencia mínima. Lo que si destaca considerablemente es el inteligente y atractivo entramado armado con astucia por el trío Kramer-Freund-Prieto, quienes pudiendo sucumbir a la tentación de hacer de este film sólo una extensa exposición del talento del comediante, elaboran una convincente historia en la que cada uno de los personajes y personas puestos en escena responden a una lógica y orden mayor. Nadie sobra, todos, hasta los que tienen apariciones breves, se justifican dentro  del relato.

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La historia del film poco tiene de original. Kramer, un destacado y famoso artista, tiene poco tiempo para su familia. Aprovechándose de esa coyuntura, los personajes a los que desde el comienzo ha imitado, aburridos de sus burlas, deciden organizarse y boicotear su matrimonio, buscando de ese modo que deje de reírse de ellos.  Premisas como mostrar el lado B de la fama o que finalmente lo más importante es la familia son los ejes centrales de esta producción, donde la gracia no es la novedad temática sino la utilización de estos recursos Las buenas actuaciones, la cámara, la música enfatizándolo todo contribuyen a que la trama resulte convincente,  atractiva y sobre todo muy familiar, algo poco común en nuestro ambiente audiovisual, donde las películas son más bien segmentadas para determinados públicos (jóvenes, adultos, mujeres).

La astucia del equipo de este film incluso permitió que circunstancias producidas durante la realización de la cinta se incorporaran a la trama final. Es el caso de la  disputa legal con el animador de televisión Jordi Castell (aunque la imitación dentro del filme se rodó antes de la comentada polémica) o el divorcio de Miguel «Negro» Piñera de su esposa.

Stefan v/s Kramer es una comedia romántica, de esas que hemos visto hasta el cansancio en el cine o en la televisión por cable. Sin embargo, si bien este tipo de producciones son bastante predecibles, el acierto de ellas es hacerlas a la perfección, conociendo y potenciando  las claves y clichés del género para lograr la emoción y empatía del público, y Kramer lo hace con precisión y ahí radica la fortaleza de la cinta, sobre todo considerando que los intentos  anteriores en nuestro país tuvieron resultados bastante poco acertados.

Preguntarse si exponer al Kramer humano es más o menos divertido que potenciar al personaje es una respuesta demasiado personal como para aventurarse a generalizar. Sin embargo, la decisión tomada por el equipo nos permite, por lo menos, ser parte de una propuesta diferente a la televisiva, elaborada con elevados estándares de calidad, con mucho humor y guiños muy locales, que obtiene positivos resultados. 

No hay duda que Stefan v/s Kramer vendrá a revitalizar la frágil relación del cine chileno con los espectadores y, de paso, elevar los paupérrimos números que en lo que va de este 2012 registraban las cintas nacionales.