Rosita, la favorita del Tercer Reich, de Pablo Berthelon
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Remece cuando en más de una ocasión la cantante Isabel Aldunate dice frente a cámara que Rosita Serrano es sin duda “la más grande cantante que Chile ha tenido en su historia”. Como esa frase, este documental dedicado totalmente a reconstruir la vida, gloria y muerte de Rosita Serrano, busca en todo momento instalar la idea del redescubrimiento, del rescate. En ese sentido, y sin pretensiones visuales ni narrativas de por medio, el documental dirigido por Pablo Berthelon es profundamente informativo, directo y respetuoso hacia la figura de Rosita. Generalmente, todos calificativos que últimamente (y dada la gran calidad del documental chileno) se le achacan negativamente a un película de “no-ficción”. En este caso, frente a un personaje tan abandonado como gigantesco, resulta una opción respetable y necesaria.

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Cronológica a pie juntillas, sin voz en off, pero repleta de imágenes de archivo (tanto fotografías, como extractos de los numerosos filmes que protagonizó), de entrevistas a gente que la conoció, de especialistas, historiadores y admiradores, la vida de Rosita se construye a través de esas miradas siempre condescendientes con su figura. Por ese camino del monumento y del hallazgo es que se conoce su juventud saliendo de Chile buscando a su madre, para luego hacer carrera en Alemania. Ahí en donde su increíble calidad vocal y presencia escénica la llevan a lo más alto, en plena época en que Hitler domina el país. Así, entre discursos incendiarios y los conocidos conflictos que desembocarán en la Segunda Guerra Mundial, la fama de Rosita era incontrarrestable.

Pero con esta vorágine de datos (y aquí radica lo interesante de la película, gracias a un montaje que la convierte en un collage de voces), no sólo se forma el mito, sino también las dudas y suposiciones. Así, conscientes de lo inabarcable del personaje y de sólo contar con las referencias de personas que la recuerdan, de recortes de prensa y de ideas del contexto que la rodeó, el documental se torna flexible hacia los cuestionamientos y dudas. Ahí aparece su cercanía o no con los nazis, su supuesta ayuda clandestina a niños judíos refugiados, de la posible vida después del estrellato en donde su fortuna se va mermando, hasta su llegada a Chile, casi con lo puesto, y finalmente su muerte miserable en un hospital en Santiago.

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Es esa sinceridad el que finalmente deja en pie el documental y lo salva de caer sólo en la simple cronología, o en una santificación. Conscientes de que todo mito es frágil si se escarba mucho en él, la película no le hace el quite a la capacidad de Rosita para equilibrar la simpatía nazi con su apoyo a los judíos o también su poco criterio para afrontar la vida después del estrellato. De todas maneras, siempre la instalación de Rosita como “la gran artista” termina encima de todo.

Finalmente, dada su sencillez ya mencionada, Rosita, la favorita del Tercer Reich puede ser mirada en menos por su poco riesgo. Pero cabe preguntarse si frente al desconocimiento sobre ella sería posible estructurar otras miradas. Quizás esas debieran venir después. Para partir es necesario recordarla y rescatarla lo mejor posible, algo que este documental lo hace con mucho rigor y con todas las cartas sobre la mesa.