“Quilapayún: Más allá de la canción”, de Jorge Leiva
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El realizador Jorge Leiva propone en este documental un viaje por la historia de una de las agrupaciones fundamentales de la música chilena. A través de mucho material de época y de testimonios actuales de los Quilapayún -de los que viven en Chile y en Francia, y también de las generaciones más jóvenes que se han unido a la banda- se construye una narración eficiente y emocionante de cómo se ha desarrollado su música, su vida y la memoria de un país en estos cincuenta años. 

Uno de los méritos mayores de esta película es que puede ser de interés tanto para los fanáticos de la banda, que encontrarán en ella una gran cantidad de grabaciones de archivo y entrevistas a los músicos; como para el espectador curioso que conoce poco o nada de Quilapayún, y a quien no sólo se le entregarán argumentos para comprender la relevancia de este grupo tanto musical como culturalmente, sino también para construir una mirada a lo que Chile ha sido en este medio siglo. 

En este primer largometraje en solitario, Jorge Leiva –quien antes co dirigió con Pachi Bustos Actores Secundarios (2004) y Angeles Negros (2007)- decide no hacer de manera exacta una biografía de la banda, sino más bien un testimonial que, como la mayoría de las composiciones de Quilapayún, está contada a varias voces. A través de una investigación profunda y de la construcción de una intimidad con sus entrevistados que denota horas en su compañía, el realizador va armando una entretenida narración que nos permite seguir la pista de la agrupación desde sus inicios hasta la actualidad.

El documental se mueve desde el presente en la reflexión de la memoria personal y colectiva. Son cincuenta años de historia en donde muchas cosas han cambiado y probablemente uno de los aportes significativos de este documental es la posibilidad de reflexionar sobre ese cambio desde aquellos que estuvieron plenamente comprometidos con los cambios de la Unidad Popular, que luego fueron la representación de los chilenos en el exilio y que con el tiempo y el dolor–y como tantos otros- han visto como los sueños de esa época se han ido transformando en otra cosa.

Entendiendo que el documental no pretende ser un relato exhaustivo de todos los hechos concernientes a Quilapayún en su larga y compleja historia, si se echa de menos alguna referencia a la complicada situación que hace algunos años puso en disputa el nombre mismo de la agrupación. Entendiendo que se trató de un hecho importante y que, de alguna manera, también expresa los cambios tanto al interior de la banda como en el contexto, es un tema que llama más la atención por su ausencia, dejando la impresión de que la película no quiso meterse en espacios incómodos, y eso siempre es una pérdida.

Lo que si queda clarísimo es que Quilapayún es una agrupación imprescindible, que conocerla es conocer también nuestra propia historia. Que sus miembros son capaces de mirar al pasado con nostalgia y también con distancia crítica y eso permite que su producción siga siendo actual. Y es que eso es exactamente lo que pasa, termina el documental y uno quiere ir rápidamente a escuchar más de Quilapayún.