“Los versos del olvido”: el duelo poético
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Los versos del olvido es una película internacional por donde se la mire. Se trata de una coproducción de Francia, Alemania, Holanda y Chile, está dirigida por el realizador iraní Alireza Khatami, tiene un elenco que mezcla talentos españoles y nacionales y está filmada en varias localidades de nuestro país. Esta lógica de producción globalizada también hace eco en la historia que narra el filme y en su manera de contarse que va más allá de límites nacionales y que busca apelar a lo universalmente humano.

El protagonista de la película es un hombre mayor que trabaja en un cementerio y que ve como los militares llegan a ocupar la morgue del lugar para ocultar víctimas civiles. Maltratado por los uniformados y despedido de su trabajo, el anciano regresa porfiadamente al lugar al encontrar el cadáver de una joven mujer a la que, contra todo, decide darle una sepultura digna. A lo largo de su lucha para lograr su objetivo el hombre se adentrará en las profundidades de los secretos de ese lugar y se irá encontrando con una serie de particulares personajes, la mayoría de ellos interpretados por reconocidos actores chilenos como Julio Jung, Gonzalo Robles, Amparo Noguera, Willy Semler y Luis Dubó.

Los versos del olvido está construida desde una propuesta visual que es al mismo tiempo realista y poética. La ciudad que habitan los personajes está hecha de retazos de distintos paisajes de nuestro país generando –para el espectador chileno- una sensación de confusión que al mismo tiempo ayuda a entender que esto que se nos cuenta sucede en ninguna parte y en todos lados. No hay definiciones externas en el filme, no hay un tiempo ni lugar explicitados y los personajes no tienen nombre. Al igual que el protagonista -que tiene una memoria prodigiosa-, la película se detiene en detalles específicos, pero sin definir el contexto. De alguna manera las violentas intervenciones militares son parte de la historia de gran parte de los países del planeta y las victimas se hermanan en su dolor, sin límites de época, raza o religión.

La propuesta visual de la película se instala en una paleta de colores que remite a cierta nostalgia, a un pasado impreciso que se mueve entre recuerdos y sueños, obra del director de fotografía Antoine Héberlé, quien ha trabajado en reconocidos filmes como la francesa «Bajo la arena», de François Ozon, nominada a tres premios César, y la muy recomendable «Paradise Now», de Hany Abu-Assad, ganadora del Globo de Oro y nominada al Oscar. El ritmo de la película es similar al de su protagonista que avanza a su propio tiempo, pero con determinación y se detiene por momentos a observar el paisaje o a reconocer algún momento extraordinario que supera la realidad cotidiana pero que él acepta sin preguntas.

Los versos del olvido invita a acercarse de manera poética a temas dolorosos que, especialmente en una sociedad como la nuestra, no estamos acostumbrados a abordar. Pensar en los duelos no resueltos de nuestra violenta historia reciente, en la muerte, en la vejez, en la memoria, en cómo la eternidad ha adquirido un precio de mercado y en la amistad que resiste y permite pequeños milagros. Se trata de una película delicada que exige del espectador situarse también en un lugar que raramente visitamos en donde los titulares se vuelven dolores propios y en donde la solidaridad es la única luz posible.