Las niñas Quispe: el drama sin dolor
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Esta podría haber sido una gran película. La historia de las hermanas Quispe, pastoras en el altiplano que deciden matar a sus animales y suicidarse en conjunto es un tema que da para mucho. El problema acá es que pese a las notables actuaciones y la impresionante fotografía el drama no logra conmover al espectador.

1974, los pastores del altiplano del norte de Chile comienzan a inquietarse ante el anuncio de que sus animales están perdiendo valor y que el gobierno dictatorial busca abrirse paso hacia los lugares más recónditos del territorio. Es en ese contexto de soledad e incertidumbre que tres hermanas dedicadas al pastoreo de cabras deciden terminar con sus vidas en un suicidio conjunto que fue leído como ritual y gesto de protesta.

Indudablemente hay mucho talento involucrado en esta película. La coproducción chileno argentina francesa, tiene en su elenco a dos de las más respetadas y premiadas actrices de la actualidad: Francisca Gavilán y Catalina Saavedra. Y es realmente impresionante el ejercicio actoral que ambas hacen para encarnar a estas mujeres duras y frágiles que se mueven solas en la vastedad de la intemperie altiplánica. Lo que complica la verosimilitud del trabajo de estas tremendas actrices es que la tercera hermana está interpretada por Digna Quispe, heredera de las míticas hermanas y una persona que en toda su corporalidad y expresión da cuenta de la relación que existe desde su origen con el mundo que la rodea y la define. En ese compartir cámara del ser y el “aparentar ser” es donde parece que no hay nivel actoral que valga, es demasiado evidente la distancia.

El trabajo de fotografía también es digno de reconocimiento, de hecho recibió el premio a mejor fotografía de la Semana de la Critica del Festival de Cine de Venecia. Nuevamente Inti Briones – uno de los más destacados y versátiles directores de fotografía del cine chileno contemporáneo, que ha trabajado por ejemplo con Raúl Ruiz, Jose Luis Torres Leiva y Alejandro Fernández Almendras– logra dar cuenta de un mundo en donde la luz y las texturas ocupan todo el espacio. Los paisajes del altiplano son naturalmente espectaculares, pero el trabajo de la cámara les da una densidad y una presencia a la inmensidad de este territorio que le otorga muchísimo a la película.

La historia de las Niñas Quispe llegó a muchos de nosotros a través de la obra teatral “Las Brutas” de Juan Radrigán. Una obra que en sus diversos montajes ha logrado conmover profundamente al adentrarse en la psique y el dolor ante la soledad de estas mujeres. Y a pesar de que el director Sebastián Sepúlveda se inspira en el texto de Radrigán, no logra emocionar de la misma manera. La narrativa de la película es muy eficiente a la hora de instalar la hostilidad del paisaje y la precariedad de vida de las hermanas, pero carece de una construcción dramática que permita al espectador sentirse involucrado emocionalmente con la situación. No hay una preparación emotiva para el dramático final, lo que hace que no resulte tan dramático y que el resultado sea una película bella,  pausada y fría que podría haber dado para muchísimo más.