José Bohr y Eugenio Retes: La dupla popular
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Fotos: fotogramas de las películas Uno que ha sido marino (1951) y El Gran Circo Chamorro (1955).

La vida de José Bohr es cinematográfica en sí misma. Con 16 largometrajes de su autoría el más prolífico -hasta hoy-realizador de cine en Chile demostró una gran capacidad de adaptación y una envidiable tenacidad. Nacido en Alemania, llego de niño a Rio Gallegos en Argentina y muy pronto su familia se instala en Punta Arenas. Desde su adolescencia Bohr  se vinculó al cine, primero acompañando al piano las primeras vistas exhibidas en la ciudad, y luego –junto a su amigo Antonio Radonich– filmando ellos mismos imágenes de Punta Arenas, hasta llegar a formar en 1919 Magallanes Films Co. Productora de corta vida, pero que ya instala a Bohr  como un entusiasta realizador. Todavía en Punta Arenas forma Patagonia Films la que registrará algunas de las celebraciones del cuarto centenario del descubrimiento de Magallanes. Desde allí a Santiago donde recibe encargos para filmar actividades mineras. Hacer cine no es fácil en la capital y Bohr acepta registrar una gira diplomática por Sudamérica, desembarcando finalmente en Buenos Aires en donde se instalará por un tiempo.

En Argentina, Bohr  hará carrera como compositor e interprete, creando más de 200 canciones, entre ellas el clásico “Y tenía un lunar”. De Buenos Aires a Nueva York y luego a México, Bohr  trabajará en diversos roles en esas importantes industrias –tanto en lo musical como en lo cinematográfico- y aprenderá del oficio para regresar a Chile a principios de los años 40. Sólo en esa década Bohr  realiza una docena de largometrajes, entre los que destacan especialmente aquellos protagonizados por la gran actriz Ana González, que en su papel de La Desideria, supo llevar al cine el gusto popular que ya tenía tanto éxito en la radio. La más recordada colaboración con Ana González fue una parodia de La Dama de las Camelias (1947) –restaurada y vuelta a estrenar en la década de los noventa- la que a pesar de haber sido criticada, tanto en su momento como posteriormente,  por su bajo nivel y poca originalidad hoy se puede leer como un buen referente de los gustos masivos de la época, e incluso más. Según el teórico José Miguel Santa Cruz, esta “Dama de las Camelias” posee una mirada crítica a la cinematografía local que valora de sobremanera el talento extranjero y logra exponer “el drama de un cine que invisibilizado por su contexto, por sus pretensiones, no logra mirarse a sí mismo como cine”

Los dos largometrajes que José Bohr  realiza en la década de los cincuenta van a estar marcados por la presencia del actor cómico Eugenio Retes, otro “patiperro” con mucho en común con Bohr . Nacido en Lima en 1895, en una familia de artistas ambulantes su primera visita a Chile la realiza en 1904, pero a los 14 años se radica definitivamente en Chile donde ejerce de actor, hasta formar su propia compañía de revista. En los años cuarenta presenta en el cine el personaje que ya muchas risas había sacado en los escenarios: el roto criollo.  Dirigido por Eugenio Di Liguoro en 1941, Retes lleva a la pantalla grande –como protagonista y co guionista- a Verdejo, un típico chileno simpático y popular primero en el mediometraje Lo que el Verdejo se llevó y luego en el largo Verdejo gasta un millón, esta última se transforma en uno de los mayores éxitos de audiencia de la década. Entusiasmado con la respuesta del público, Retes insiste en 1942 con Verdejo gobierna en Peñaflor – esta vez dirigida por Pablo Petrowitsch, quien había sido productor de la película anterior- la que no tiene los mismos resultados que su predecesora. Eugenio Retes vuelve a ponerse bajo la dirección de Di Liguoro en 1945, para filmar un guión de su autoría y compartir pantalla con el mayor talento cómico de la época: Ana González. De esta colaboración Eugenio Retes aprenderá mucho, lo que se hace evidente en sus películas posteriores en donde a su ya reconocida interpretación del chileno popular se suman muchos de los gestos y tonos recurrentes en la inolvidable Desideria.

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La primera colaboración Bohr - Retes será Uno que ha sido marino (1951) comedia con muchos toques musicales y en donde se enfatiza cierta moral popular, en donde los pobres son inocentes y buenos y las clases acomodadas, malvadas y manipuladoras. A pesar de que no ocupa un lugar destacado en la historia del cine chileno, el filme es entretenido y coherente como producto de su momento y vale destacar el esfuerzo por dar cuenta de un Santiago en cambio, una ciudad donde convergen distintas maneras de vivir, filmada en un estilo simple, pero evidentemente influenciado por las corrientes que llegaban de Europa.

En 1955, Bohr  y Retes colaboran en la que será una de las películas más vistas de nuestra cinematografía El gran circo Chamorro, cinta que logra de inmediato gran interés del público y la crítica. El comentarista de Ecran escribía tras su estreno, en octubre de ese año: “Técnicamente, El Gran Circo Chamorro constituye un evidente paso adelante en la industria cinematográfica nacional. Desde el guión mismo –que tiene una sucesión normal y lógica de los acontecimientos- hasta los efectos más insignificantes están cuidados con esmero e intención artística. La fotografía es ambiciosa y logra su objetivo: crear un ambiente y dar la atmósfera adecuada para cada secuencia del film. ¡Muy bien! Buena también la factura total de la película… En resumen: se trata de un filme humano, muy divertido y entretenido, con excelentes resultados artísticos. Una producción chilena digna, que puede resistir la competencia de films extranjeros del mismo tipo”. Con ese nivel de entusiasmo la película se mantuvo meses en cartelera en la capital y luego fue llevada de gira por regiones, logrando no sólo reconciliar a parte del público con el cine chileno, sino también generar importantes beneficios económicos, José Bohr  recuerda en sus memorias que la película costó 12 mil dólares y produjo -solamente en Chile- 75 mil dólares. El gran circo Chamorro es una de las pocas películas chilenas que se ha pasado continuamente en televisión, logrando ser identificada como un producto típico de cierta manera de ver el Chile popular de los cincuenta. Según José Miguel Santa Cruz, El gran circo Chamorro es un cine que se piensa como vitrina, como una construcción social de identidad, rol que no fue valorado por el ímpetu creador del nuevo cine chileno.

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Aunque es evidente que los cambios sociales de la segunda mitad de la década de los cincuenta van a tender a un cine más comprometido con lo social, sería injusto no reconocer el aporte de la dupla Bohr  – Retes a la caracterización de un Chile bien intencionado y popular. Es evidente que hoy sus películas pueden parecer tremendamente imperfectas y llenas de ingenuidad, pero quizá es eso mismo la que las hace entrañables como una construcción imaginaria de su propia época.

 

Bibliografía

José Bohr “¡Luz! ¡cámara! ¡acción! :retrospectiva de una vida”, (1976)

Eliana Jara, sobre Eugenio Retes en «Diccionario del Cine Iberoamericano»; SGAE, 2011

Eliana Jara, sobre José Bohr del «Diccionario del Cine Iberoamericano»; SGAE, 2011

Jacqueline Mouesca “Érase una vez el Cine” LOM, 2001

Jacqueline Mouesca y Carlos Orellana “Breve Historia del Cine Chileno” LOM, 2010

José Miguel Santa Cruz “José Bohr y un cine ausente” en “El Cine que fue: 100 años de cine chileno” Editorial Arcis, 2011