«Chile… y su verdad», el péndulo buscado
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Previa

Para las generaciones actuales, las que no experimentamos los periodos denominados Unidad Popular, Régimen Militar/Dictadura, Pronunciamiento/Golpe de Estado, etc., meter las narices en estos menesteres para tratar de sacar algo en limpio, para llegar a una certidumbre armoniosa, puede volverse algo abrumador, agotador, incluso deprimente y hasta odioso. Cada facción o grupo de interés, con o sin razón, con o sin tacto, diseminará ansiosamente su visión o sufrimiento con el objetivo inalterable de que ciertos valores y conductas prevalezcan, con la esperanza de que alguien le dé continuidad a su respectiva causa o “verdad”. No es raro que ante este escenario, ante este fuego cruzado, se construyan defensas o hasta se pretenda partir de cero, una vez más; desvincularse o huir de este séptico laberinto de dimes y diretes. Ahora, si incluso acotamos el área de interés e indagamos –tal como nos compete– desde los vestigios gráficos, desde la imagen en movimiento que se registró y montó en aquel periodo, al poco andar se perciben ingratos síntomas muy similares a los antes observados.

Anhelo u objetivo

Para el presente texto nos hemos propuesto escarbar deliberadamente en un documental nacional singular y aislado, áspero e incómodo, nada popular, cuya génesis tiene lugar inmediatamente después del 11 de septiembre de 1973 pero su área de revisión es el periodo recién interrumpido. Probablemente por el carácter de su diatriba, ciertamente marcial y desprovista de pretensiones poéticas o sofisticaciones líricas, es que apenas ha sido considerado en contadísimas publicaciones del ramo; porque no formó parte de un movimiento de tintes épicos, o  porque su ansia discursiva lo vuelve de a momentos indigestante, demasiado específico, sin espacios para el descanso cognitivo. Si bien sus propiedades narrativas son hasta cierto punto elementales y su rictus incluso relamido, debemos hurgar en las entrañas de este eslabón, ya que, en concreto, forma parte de una actitud local significativa, vigente y hasta representativa; apela a sentimientos y aprensiones fundamentales de una parte de la población, y los cuales iremos deshilvanando y hasta intentando comprender.

Introducción

Planos de varios Hawker-Hunters sobrevolando Santiago son yuxtapuestos con imágenes fijas de La Moneda siendo impactada por proyectiles. El estruendoso sonido correspondiente adereza el cuadro y música orquestada extradiegética busca dramatizar aun más los hechos. El instante articulado, repetido una y otra vez, parece conocido, es casi idéntico a un clásico documental. Pero no, este momento no corresponde a La Batalla de Chile; no parecen los planos que filmaron Peter Heimlich ni Pedro Chaskel.  Aunque el sentido alude al mismo momento histórico y tiene como consecuencia el mismo final abrupto de un Gobierno, el material es distinto y su discurso posterior es otro. Todo lo que sigue toma un rumbo diferente: material filmado desde las entrañas mismas de La Moneda aun humeante, destartalada, siendo reconstruida por obreros y éstos, a su vez, acompañados por una apacible música que se propone triunfante y esperanzadora: “Chile, eres tú”.

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Fotogramas del documental Chile…y su verdad.

 

Desde adentro, así parte el relato de Chile…y su verdad, un documental que se comenzó a guionizar y editar en 1974 por Hermógenes Pérez de Arce y Aliro Rojas Vilch, respectivamente; usando material de Emelco, la prensa escrita, entrevistas filmadas con posterioridad y otras fuentes que no se explicitan. Fue emitido por cadena nacional recién a mediados de septiembre de 1977; más de tres años cavilando y probando cómo narrar a ese Chile y aquella verdad que se anhelaba comunicar, tanto dentro como afuera del país, dada la mala prensa –supuestamente inmerecida– que comenzó a ganarse Chile en el extranjero, con el nuevo régimen y Augusto Pinochet a la cabeza. Los conceptos de Reconstrucción y Memoria primarán en el discurso de esta película pensada y manufacturada para recordar-afirmar cómo se llegó a esto: los hechos acontecidos entre 1970 y 1973. Un mensaje aclaratorio, cerrado en sí mismo, y una explicación ansiosa quedan encapsulados en una de las pocas realizaciones con intenciones narrativas revisionistas a gran escala y promovida –con discreción– por el Régimen Militar durante los años ’70.

Cine durante el régimen militar

 “La producción cinematográfica nacional –alentada por el sistema económico vigente– sólo se limita al campo publicitario: numerosos spots publicitarios, la mayoría de ellos de dudosa calidad y gusto (no por culpa de los realizadores, sino por las imposiciones de Marketing de las agencias de publicidad) y algún documental. Todo el gran aparataje técnico del Estado –léase Chile Films– gasta sus energías en un anticuado noticiario en blanco y negro y en uno que otro documental”.

Por Javier Rojas, en “El Arte Hoy”, revista Análisis Nº10, enero de 1979.

Con esta categórica sentencia resume el estado del cine nacional hacia fines de los ‘70, Javier Rojas. Y es verdad, en parte. Si hoy revisamos los archivos idóneos (que no dejan de ser escasos) con pinzas se pueden asir las producciones emprendidas, concretadas y estrenadas en Chile durante aquellos primeros años de Gobierno Militar. Pues cine hecho fuera (por chilenos) se hizo muchísimo y se suele denominar Cine del exilio, como concepto generacional. Ahora, respecto lo realizado dentro del país, tanto las películas que perduran en los registros visionables como las que no, ficciones o documentales (exceptuando los encargos institucionales) podemos afirmar –y tampoco es nada nuevo– que fueron mayoritariamente proyectos independientes y emprendidos por una necesidad casi anímica o de resistencia (Julio comienza en Julio, Pepe Donoso, El Zapato Chino, Recado de Chile, etc.); financiados con recursos personales o uno que otro apoyo extranjero. La UTE y la EAC –de los pocos espacios académicos vinculados al cine que fueron tolerados algunos años posteriores a 1973– produjeron piezas audiovisuales valorables, pero son casos excepcionales dignos de ser revisados en detalle en otro texto. Entonces, los realizadores del rubro audiovisual, que no salieron del país por decisión propia o sin otra opción y que tenían necesidades expresivo-creativas impostergables cuando no cambiaron de giro salieron adelante mediante la publicidad (de bienes suntuarios) –punta de lanza del nuevo modelo económico impuesto, el neoliberal–, y la mencionada producción institucional o turística encomendada por grandes empresas; que en gran medida pretendía exportar gráficamente las virtudes económicas y el pujante desarrollo del país en “reconstrucción”.

Pero, entonces, ¿y cine oficial? ¿Financió o promovió el Gobierno Militar el cine en Chile? ¿Le interesaba el cine convencional como herramienta de divulgación, concientización o difusión de contenidos y actitudes de la misma manera como se interesó –a su manera– la UP? Si y no, es decir, a su manera, también. Se sabe que diversos registros fueron hechos por la periodista nacional Mónica Wehrhahn que trabajó entre 1973 y 1980 como “Camarógrafa de seguridad, de la casa militar y [que] viajaba a todas partes con él [Augusto Pinochet]” (El Periodista Digital, 11-III-2005). De hecho, ella misma, editaría hacia fines de los ‘80 aquel material acumulado concretando varios documentales, aunque de escasa circulación, tales como: El sonido de la historia y un Un hombre, una historia. El primero centrado en la inestabilidad social y política durante el gobierno de Allende y, el segundo, en la figura de Pinochet a modo de revisión apologética de sus caracteristicas como gobernante y persona. Desafortunadamente, a diferencia de otros regímenes autoritarios o dictatoriales aquí la política audiovisual que primó fue en medida ínfima la producción y en mayor medida la del estricto control, vigilancia y anulación de cualquier elemento que pareciera “subversivo”, sobretodo dentro del simbólico y dinámico y, por ello, peligroso territorio de las imágenes en movimiento.

 “Los partidarios de la Junta no han sido capaces de producir sino un único documental de defensa o justificación de su política” (Araucaria de Chile, Nº 10, 1980), propone la investigadora Jacqueline Mouesca, quien estudia el asunto en ese momento, desde el extranjero.  Pero más que incapacidad tal vez fue una mezcla de autoconfianza y desidia, pues, ¿qué necesidad habría de persuadir o convencer si con el control absoluto y la cooperación temerosa o genuina de un gran sector de la población bastaba? Pareciera ser que la “nueva” lógica cultural recurrirá a elementos de unión donde quede fuera temporalmente todo lo relativo al imaginario  que se interprete como marxista. La actitud objetiva y razonable al choque frontal ideológico-político (que en realidad venía fermentándose por años) previo al Golpe, parece ser adoptar una posición en extremo sobria, gris, parca y que potencie valores estabilizadores que estarían supuestamente más allá de cualquier diferencia; a saber, tradición, familia, orden, trabajo, progreso, obediencia, libertad, patria, héroes y toda la simbología nacional afín. Se asume entonces que la discusión, las diferentes formas de debate y el diálogo en profundidad son demagogia, peligros para la paz social y la recomposición nacional.

Pero asegurar tajantemente que se suprimió de raíz todo ejercicio cinematográfico seria desproporcionado, injusto y hasta falaz. Alguna actividad cinematográfica prevaleció; controlada, cuestionable, áspera, impostada, más o menos pregonera, agreste incluso, de acuerdo.

La investigadora y pedagoga Alicia Vega ayudar a complementar el panorama, en Re-visión del cine chileno (1979), y nos recuerda algo de la realización en aquel entonces:

 “Rafael Sánchez estrena (21-V-1974) en el Canal 13 de Televisión de la Universidad Católica de Chile su documental “Monumento sumergido” realizado para la Armada; en él se registra por primera vez en el cine la imagen de la corbeta Esmeralda hundida en la rada de Iquique durante el Combate Naval de 1879 (…) Posteriormente Darío Aliaga realizada “Magallanes, el confín del mundo” (1976), 35 mm., color, para la Dirección de Turismo de la XII Región, que se estrena en Magallanes. En 1976 Chile Films cambio el título de su noticiario mensual, que pasa a denominarse “Visión de Chile”. Su primer director es Alejo Álvarez, cargo que posteriormente ejercen Rodrigo Fernández y Darío Aliaga.

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Sandro en Visiones de Chile (Nº25, verano de 1975) / Técnicos chilenos siendo entrevistados en Chili-Impressions de José María Berzosa (1978)

Específicamente, sobre este noticiario, el investigador Jaime Córdova indica en su libro “Cine documental chileno (2007) algo más: “Este nuevo noticiario, tuvo el honor de ser el último que se exhibió en los cines, vino a pregonar un sinnúmero de buenas o malas nuevas (según sea el caso) por las que atravesaba el país. El noticiario, que duró hasta 1989, seria el medio de comunicación más solapado del gobierno militar. En los cines, con su oscuridad perpetua, las imágenes que mostraban a Su Excelencia, estaban notablemente captadas. Nada improvisado, ni siquiera aquellas ediciones que mostraron a Pinochet dirigiéndose al país después de un mes de haber asumido el mando”(…).

El mismo Córdova afirma la existencia, en el mismo texto, de varios otros documentales: El ministerio de Agricultura, dirigido por Alejandro González y en cámara Abdullah Ommidvar, realizado a mediados de los ’70 y que el autor describe como “una suerte de desmitificación de todo lo realizado por el gobierno de Allende”; La casa de Moneda también dirigido por González; Universidad Federico Santa María, dirigido por Juan Pablo Donoso y con Carmen Brito en la compaginación; Historia de los mil días, en 16 mm y de 17 minutos, pero que por su parte Jacqueline Mouesca lo consigna en su libro “Documental chileno” (2005) como un proyecto inacabado –denominado inicialmente Los mil días; basado en el Libro Blanco–, y encargado en un comienzo al cineasta Germán Becker; Palabra de hombre, palabra de Chile, una especie de registro-díptico producido por Chile Films y estrenado en octubre de 1973, con discursos de Pinochet en el Edificio Diego Portales y el canciller Ismael Huerta ante la Asamblea General de las Naciones Unidas; y, Chile es así, un corto documental de 14 minutos, sin data, del cual solo se indica la supuesta empresa productora: Dine X.

Finalmente, Córdova, propone que “estos documentales tienden a plantear de manera convincente, para aquel que no vivió los hechos y que sólo conoció la versión oficial, el clima bélico que rodeo los primeros años de la década del 70: armas descubiertas, municiones rusas y cubanas, centros de entrenamiento para guerrilleros extranjeros pero, por sobre todo, el centro neurálgico de todo aquello: El Cañaveral, residencia de descanso de Salvador Allende, guarida de asesinos y facinerosos, tal como se muestra en los films”.

Chile…y su verdad

De un puñado disperso de piezas de lógica institucional/turística (que de todas maneras no hemos podido ver, pues no está claro dónde se han preservado) quedan modestos vestigios sobre proyectos de semblante documental portadores de un mensaje explícitamente oficial y de un desarrollo algo mas exhaustivo, y éstos son: Visión de Chile y Chile…y su verdad, las dos ejecuciones aludidas en el texto citado al comienzo cuando se hace referencia a ese “anticuado noticiario” y a ese “uno que otro documental”, respectivamente. Éste último figura como el único intento tangible, luego del 73, por construir un discurso unitario, cinemático, compacto y directo, asociado al pensamiento favorable a la irrupción militar y a la posterior dinámica “reconstructora” que, mediante la fuerza castrense, facilitará el posicionamiento económico de ciertos civiles en las sombras.

Hoy, un respaldo de éste trabajo lo preserva la Cineteca de la Universidad de Chile y, el que escribe pudo lo visionar en una versión bastante a mal traer dispuesta por un usuario (Juan Carlos Vega Beas) en la plataforma Youtube. Se supone que la pieza se editó en vhs y circuló durante algunos años.

Más que encerrarnos en el tono marcial y el lenguaje hosco que a primera vista se manifiesta en Chile…y su verdad, nos parece algo más saludable (y para variar un poco también) intentar viajar a la época de su ejecución y comprender sus objetivos y mecánicas discursivas, sus aciertos narrativos, y los recursos de los que se vale para comunicar aquello que parece fundamental transmitir en aquel momento, septiembre de 1977.

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Fotogramas del documental Chile…y su verdad.

Referencias.-

Antes de entrar en el desglose y la comprensión del metraje como tal, debemos mencionar brevemente algo respecto las fuentes que usualmente nutren estos asuntos, y que sobre todo para este caso cumplen un rol preponderante dada la exasperante escasez.

-La voz de los realizadores: suele ser un verdadero aporte el contar con los testimonios en retrospectiva de los responsables de cualquier proyecto cinematográfico, pero desafortunadamente no fue posible dar con nadie de equipo realizador de Chile y su verdad. Podemos y debemos especular, completar el círculo, y no estaríamos demasiado lejos de acertar si caviláramos lo siguiente: desde el retorno a la “Democracia” no se ha dudado en ajusticiar o estigmatizar de diversas maneras a cualquier sujeto que reconozca con orgullo –o sin él– alguna participación, exprese simpatía o incluso valore algo del periodo militar; aun cuando hagan un distingo entre los atropellos a los derechos humanos y el Golpe como tal. Las personas afectadas directa o indirectamente, o incluso las conmovidas con los abusos de aquel periodo, han posibilitado esta reticencia, estos encuentros que en los casos más radicales han terminado en funas o agresiones coléricas que claramente poco aportan a una mejor comprensión de los hechos, el contexto o por lo menos la salud mental del país. Por lo tanto, es razonable que aquellos involucrados desconfíen de quienes quieran exhortarlos a compartir sus experiencias u observaciones.

Estudios actuales: directamente, en función a este documental, solo hay un estudio orientado a analizarlo, y fue publicado por la revista digital r7a.cl. Éste intenta desmenuzar el discurso “pro dictadura” que la pieza pretendería trasmitir (hace eso pero bastante más en otras direcciones). Otro texto más útil y más amplio es Política cultural del régimen militar chileno (1973-1976) de Luis Hernán Errázuriz, publicado en Revista Aisthesis N°40; un texto que a través de declaraciones oficiales y políticas ejecutoriadas propone una visión cultural complementaria que ayuda a dimensionar esta imagen puramente autoritaria que ha prevalecido. Audiovisualmente, una pieza que está muy emparentada a este documental es Pinochet (2012), un documental envuelto en una polémica exhibición que trajo consigo bastante oposición por considerarse una especie de homenaje encubierto a un dictador. Como haya sido, y a pesar de estar separados por casi 40 años, el tono y algunas recursos estilísticos del documental de 1977 y éste guardan notorias similitudes; uno aspira a exponer y revisar a modo de evidencia los antecedentes del golpe y el último reivindicar la obra del régimen a partir de su fenecido cabecilla.

-Registros de la época: Las actuales generaciones hemos sido concientizadas hasta el hartazgo con la idea de que la prensa estuvo férreamente vigilada y condicionada por el régimen militar. Nadie dice que sea mentira, todo indica que efectivamente había control y represión. Sin embargo, eso no significa que lo publicado haya sido fraudulento o errado, al contrario, tal vez era descaradamente honesto y por ello atendible, por ser la única prensa, la “oficial”. En ese sentido es el decano, El Mercurio con sus sucedáneos, el que publicita y aportan las pocas reseñas y otros datos en torno al documental en cuestión y los objetivos del mismo. Como la recomendación viene de cerca vale la pena tomarla en cuenta.

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Fotogramas del documental Chile…y su verdad.

Planteamiento

Como indicamos, esta pieza se compone casi exclusivamente de material de archivo que se registra durante la Unidad Popular, principalmente de los noticiarios de Emelco, uno que otro documental no citado y variados registros de televisión; se acude también a recortes de prensa (tanto oficialista como de oposición) para confrontar planteamientos y coberturas; y, lo mas presente, se exponen cronológicamente los hechos de interés mediante la voz en off de un locutor que ironiza cada ciertos pasajes con la doctrina socialista que confronta con hechos ilustrativos o citas desconcertantes. Por otro lado se complementa al material con entrevistas actuales (1974-1977) a: la hija de Edmundo Pérez Zujovic; una especie de representante de los trabajadores disidentes de la UP; una mujer con afasia producto de una paliza perpetrada por guerrillas urbanas de izquierda, y, así sucesivamente, un desfile de víctimas y/o testigos de todo lo que se propone como violencia e ilegalidad fomentada por el gobierno de Allende.

Como mencionamos, el documental parte desde dentro, La Moneda y la idea de Reconstrucción. Se asume el bombardeo  y se asumen los graves daños materiales, pero el énfasis está en los daños ”económicos y morales”, como dirían luego los miembros o cercanos al régimen en reiteradas oportunidades con su característico tono cansino. Lo que sigue será un trepidante desglose de casos e incidentes acontecidos a partir de la ascensión al poder de Allende hasta el Golpe. Uno tras otro, a modo de informe ansioso, a modo de acopio, de informe, de catálogo de horrores, serán dispuestos múltiples asuntos asociados a ataques, crímenes, decisiones del ejecutivo y una larga lista de hechos que sumados y vistos tal como están entregados, sin descanso, cumplen el objetivo pretendido: transmitir (por agotamiento) la idea de que el país estaba en un caos total provocado única y exclusivamente por las malas decisiones o triquiñuelas de Allende y las facciones extremistas que éste no podía –o deseaba– controlar. El asunto parte en Chile y se acaba en Chile, no hay referencias a la CIA ni a EEUU. Se reitera la idea del armamentismo ilegal que eventualmente se estaba llevando a cabo y la belicosidad de los adherentes más radicalizados de la UP, tanto en las escaramuzas urbanas como en provincias.

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Fotogramas del documental Chile…y su verdad.

Estrategia

A pesar de que la estrategia del documental se puede considerar sencilla, netamente expositiva, primitiva incluso, tiene su razón de ser, o como El Mercurio lo afirma: “La película es, sin duda, el instrumento de mayor calidad de este género realizado desde 1973 para explicar los acontecimientos chilenos en un lenguaje descarnado, con relación de hechos puros, que sólo se apoyan en documentos fílmicos de veracidad impresionante y por lo mismo permitió su lectura fácil por el televidente”. Aunque esta película abuse de la voz en off tampoco escapa al modelo de documental convencional al que en aquel entonces podía acceder un ciudadano (o hasta un realizador) medio. Lo que sí es perturbador y también rige para la actualidad es la idea que se tiene de documental. La cual parte del supuesto que todo éste es un “documento” fidedigno, la realidad pura, solo por el hecho de está construido en base a no-ficción o tener “testimonios” y reproducciones de manuscritos, hallazgos gráficos y/o declaraciones inéditas. Eso da miedo. Que al igual como pasa hoy con “Chile: Las Imágenes Prohibidas” se ignora o prefiere ignorar que hay detrás una consciencia que lamentablemente asume y potencia la escasa cultura audiovisual del ciudadano; el que ignora que todo (absolutamente todo) lo que compone un metraje puede ser reinterpretado, resignigficado, exagerado, puesto en énfasis, ridiculizado, anulado, o derechamente modificado únicamente a través del montaje sonoro y de imagen (ni hablar de la intervención digital más descarada). Ejemplo metalingüístico de esto, es una eventual falsificación que el mismo Chile…y su verdad denuncia en función a unos bultos en una fotografía de la época.

A pesar de tener una estructura lineal, se intentan recursos de montaje que paradójicamente vulneran y hasta traicionan el estilo del documental pero a su vez aportan las contadísimos intentonas por ocupar el lenguaje cinematográfico. Cuando, por ejemplo, se quiere evidenciar aquel armamentismo masivo e ilegal para “30.000 hombres” avalado por el gobierno de Allende, se cita el caso de un dueña de casa de Talcahuano que en 1972 encuentra en un saco de azúcar una metralleta, para luego incluir un insert  (de imagen y sonido) de Fidel Castro que vocifera con furor: “¡Con la verdad, con la verdad, con la verdad; con la razón, con la razón, con la razón; con la moral, con la moral, con la moral!”. Existe ahí consciencia de que se está generando una contradicción entre un discurso y un actuar, más allá de que los insumos sean fidedignos, pero eso el espectador no tiene cómo cuestionarlo ni comprobarlo pues inmediatamente será bombardeado con más información y más pruebas. Es curioso que, en efecto esta modalidad (atosigar de contenidos al espectador), sea la política que luego se llevará a cabo a gran escala y de forma eficiente: embrutecer al ciudadano con entretenimiento insulso y trabajo abrumador para que no tenga tiempo de pensar, cuestionar o “politizarse”.

Lo cierto es que son tantos y tan específicos los acontecimientos que a primera vista es prácticamente imposible digerir de buena manera los datos; hay una ansiedad latente por decirlo todo, por evacuar esta verdad con una incontinencia que da pena. Lo justo es que para comprobar la veracidad de cada uno de estos hechos habría ir que ir uno a uno investigándolo, escarbando en archivos, procesos judiciales o testimonios. Pero ahí dejamos de hablar de cine, de historia, y de relato y entramos en el terreno de las leyes…Es decir, perdimos totalmente le rumbo. Pues tal vez únicamente así es digerible cierta realidad, a través la representación; como fragmento, como relato, como historia, como fabulación en la que a pesar de destacar valores aplicables no tenemos nada que ver….Como si viéramos efectivamente una ficción.

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 Collage de fotogramas del documental Chile…y su verdad.

Verdades atendibles

“Hacer un documental supone, en términos globales, mostrar e interpretar una realidad, en este caso, política. Implica una rigurosa selección de hechos que, debidamente situados en su contexto, son capaces de definir las líneas centrales de un fenómeno de implicancias mayores”.

Cuando de Héctor Soto emana esta máxima mientras aborda El Primer Año (1972) de Patricio Guzmán, también salpica a una ejecución opuesta y además paralela, como todo en aquel entonces. Alude sin querer queriendo a Chile…y su verdad. Es decir, en aquella selección de hechos que de rigurosa es por eso mismo antojadiza y tendenciosa, pero así y todo, logra construir un imaginario, que como cualquier otro no es ni falso ni verdadero, sino, simplemente es; logra avizorar un fenómeno y un sentir inoculado. Constituye una emoción primaria, un pensar y un actuar que se potencia, una constatación sobre un momento histórico que se genera y acrecienta con esa acumulación. El proyecto de la Unidad Popular pretendía luchar por una causa justa y verdadera y fue aplastada hace 40 años. Chile y su verdad con su temperamento y despliegue constituye un espéculo que refleja a voluntad todo lo que más de alguien vio, sintió y, finalmente, invocó.

Continuará…

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Fotogramas del documental Chile…y su verdad.

 

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Bibliografía (libros y/o estudios):

 

-Córdova, Jaime – “Cine documental chileno: Un espejo a 24 cuadros por segundo”. Ediciones Universidad del Mar, 2007.

-Chignoli, Andrea & Donoso, Catalina – “(Des)montando fábulas. El documental político de Pedro Chaskel”. Uqbar Editores, Santiago de Chile 2013.

-Errázuriz, Luis Hernán – “Política cultural del régimen militar chileno” Aisthesis Nº6, 2006.

-Flores, Carlos & Morales, Jorge – “Idénticamente desigual: el cine imperfecto de Carlos Flores”. Ediciones FIDOCS, Santiago de Chile, 2012.

-Mouesca, Jaqueline – “Filmografía Chilena Post-Golpe (1973-1980)”, en Araucaria de Chile Nº11, 1980.

-Mouesca, Jacqueline: “El documental chileno”. Ediciones LOM, Santiago de Chile, 2005.

-Olave, Daniel y de la Parra, Marco Antonio – “Pantalla Prohibida, censura cinematográfica en Chile”. Editorial Grijalbo, Santiago de Chile, 2001.

-Rufinelli, Jorge (editor) “El cine nómada de Cristián Sánchez”. Uqbar Editores, Santiago de Chile 2008.

-Santander Flores, Gabriela – “Estudio sobre la articulación discursiva en el documental pro dictadura Chile y su verdad” (r7a.cl)

-Vega, Alicia: “Itinerario del Cine Documental Chileno 1900-1990” Ediciones Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile, 2006.

-Vega, Alicia (editora): “Re-Visión del Cine Chileno”. Editorial Aconcagua, Santiago de Chile, 1979.

 

Audiovisual:

-Berzosa, José María – Chili-Impressions (1977)

-Flores del Pino, Carlos – Recado de Chile (1979)

-Flores del Pino, Carlos – Pepe Donoso (1977)

-Gazut, Andre & Smadja, Claude – Chili: Ordre, travail, obéissance (1977)

-Guzmán, Patricio – La Batalla de Chile (1973-79)

-Heynowski & Scheumann – La guerra de los momios (1974)

-Heynowski & Scheumann – Un minuto de sombra no nos ciega (1976)

-Heynowski & Scheumann – Golpe blanco (1976)

-Heynowski & Scheumann – Más fuerte que el fuego (1978)

-Heynowski & Scheumann – Los muertos no callan (1978)

-Silvio Caiozzi – Julio Comienza en Julio (1979)

 

Prensa escrita:

-Análisis Nº10, enero 1979.

-Análisis Nº4, abril-mayo 1978.

-Ercilla (Santiago, agosto-diciembre de 1977).

-El Mercurio (Santiago, agosto-octubre de 1977).

-El Cronista (Santiago, septiembre-octubre de 1977).

-Hoy (Santiago, junio-octubre de 1977).

-La Tercera (Santiago, septiembre 1977).

-Primer Plano (Valparaíso,  Nº 4, 1972) 

Sitio web consultado:

– www.memoriachilena.cl