Existe un arsenal inconmensurable de realización documental sepultada que debe retornar paulatinamente. Mejor si es atípica, insurgente en algún sentido y hecha por principiantes apasionados y busquillas. Y por tanto, hacer un puente con otra moral también se hace urgente, pues la contingencia puede llegar a ser abrumadoramente monotemática e intransigente.
En esta ocasión, hago el viaje a un pasado no tan lejano y escarbo 10 años atrás. De los muchos convocados la buena voluntad y disposiciones de los jóvenes directores de estos documentales (que eran en ese entonces tan jóvenes como lo siguen siendo ahora) se hace presente y patente en el siguiente tríptico.
También retorna una imagen más sucia, más carnal incluso, menos sintetizada por la tecnología y con un refrescante tufo atemporal en algunos momentos. Los 3 cortos que siguen son exacerbadamente diferentes, pero similares en un estimulante anacronismo temático que se perpetua allende su metraje, y sin duda que guardan una similitud radicada en la conjunción de una aspiración que no tengo idea como definir. Probablemente solo vivir el proceso asociativo mapu-poético-delictual puede dar alguna brizna nutritiva.