Conversando con Silvio Caiozzi
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Conversaciones realizadas en el marco del decimoquinto Festival internacional de Cine Recobrado, por Cine Club Valparaíso, Octubre 2011. Transcripción cedida a Cinechile.

-En los años setenta cuando hiciste la fotografía de Ya no basta con rezar se vivía una época muy particular en Valparaíso y en el país, ¿que nos puedes relatar de aquellos agitados años?

-Era un momento de mucha actividad  intelectual y actividad creativa también, en todo el país era así. Los cineastas estaban a cien por hora filmando cosas y Valparaíso no tenía por qué ser la excepción a la regla.  En el caso de Ya no basta con rezar dirigida por el doctor Aldo Francia que además años antes había creado dos cosas tremendamente importantes; el Cine Club de Viña del Mar y luego algo extraordinariamente importante a nivel internacional, que es el Festival de Viña del Mar. Ese festival fue el primer festival de cine latinoamericano en la historia. Tu sabes que a mí me ha tocado viajar a otros festivales, y hasta el día de hoy cuando digo que soy de Chile mucha gente me pregunta ¿conoció al doctor Francia? Porque recuerdan el festival como algo inolvidable, fenomenal, extraordinario.

Entonces te respondo esto porque quiero decir que en la época de la filmación de Ya no basta con rezar –como te decía–, fue un periodo de grandes logros y de gran actividad, había como una pasión por hacer cosas, por decir cosas también. Todo el continente latinoamericano estaba metido en aquello, sobre todo la gente joven de la época estaba muy metida con la idea de que había que acabar con la miseria, con la extrema pobreza, que el mundo no podía seguir con situaciones tan espantosas como las que se vivían. Entonces surgió la necesidad de cambiar las cosas, aparecieron los distintos grupos, ideologías políticas, religiosas. Eso contaminó por supuesto la creación, la creación de esos años apuntaba a generar un cambio en el planeta, en Chile, en el mundo. Era una época bastante interesante desde el punto de vista de la creatividad, de todo lo que tuviese que ver con el arte y que tenía un trasfondo, todo el mundo trataba de decir algo, de expresar algo en contra de las injusticias que se vivían en esos momentos.

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Aldo Francia y Silvio Caiozzi durante el rodaje de Ya no basta con rezar.

 

Ya no basta con rezar ha trascendido de gran manera hasta nuestros tiempos, hoy vemos su icónico afiche plasmado de distintas formas, los estudiantes la usan como estandarte en las manifestaciones ¿Crees que vivimos una situación similar a la del contexto de la película?

-Es muy diferente a lo de esa época pero también es cierto lo que dices tú, estamos al inicio de una época que también tiene que ver con un cambio de era, todo pareciera que está cambiando hoy. En aquellos años tengo la sensación de que se buscaba un cambio, pero hoy día me da la impresión de que todo está cambiando solo, todo se ha derrumbado, ya la gente en el planeta no tiene fe en los guías políticos. En esa época era totalmente distinto, se buscaba una guía política, una guía filosófica, algo que diera respuesta. Hoy día pareciera que nadie busca eso, se está haciendo un cambio de manera automática, están cayendo las cosas por su propio peso, eso es lo que está pasando y por eso es muy distinto encuentro yo; pero tremendamente poderoso y tremendamente fuerte al igual que en aquellos años.

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Manifestación estudiantil, Valparaíso, octubre 2011.

 

-Qué importancia tiene para tu carrera la película que co-dirigiste con Pablo Perelman A la sombra del sol (1974)

A la sombra del sol es una película tremendamente importante para mí, piensa que es la primera vez que yo codirijo algo y me meto en el mundo de la dirección, no tan solo hago la fotografía sino que también doy el primer paso hacia la dirección, entonces obviamente es tremendamente importante. Pero, además es muy importante por las circunstancias en donde se hace la película. La película se filma pocos meses después del golpe militar, una cosa muy loca. Estábamos todos en el norte filmando y escuchábamos allá ciertas atrocidades que supuestamente estaban ocurriendo en Santiago, entonces es una película llena de historia, de situaciones que nos pasaron allá. Una película que además, de cierto modo, se adelanta en términos narrativos, piensa que la película termina con una entrevista en vez de terminar con un letrero que era lo típico, diciendo “ esta historia fue verdad”. En vez de hacer eso, cuando  descubrimos  que la historia realmente había ocurrido donde estábamos filmando –cosa que desconocíamos hasta ese momento, y que no solo eso, sino que también habían testigos que todavía estaban vivos– con Pablo decidimos optar por entrevistar a los testigos, y la película termina con esta especie de documental sobre los testigos. Bueno, esa forma de narración de alguna forma se adelanta bastante, una forma de narración que mezcla la ficción con el documental que después se pone muy de moda y hoy es como ¡wow!  Fíjate que llegamos a ese tipo de  solución que para la época era muy extraño, era muy raro. Fuera de Chile habían muy pocos casos con ese estilo de narrativa, así que por eso creo yo fue un adelanto. Fue una película que se adelantó a su época en ciertos sentidos, pero, sobre todo, una película tremendamente importante porque es un registro antropológico maravilloso; prácticamente no hay nada en Chile que sean registros de como vivían, de cómo era esos pueblos antiguos, y esa película es un tremendo registro.

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Una escena de A la sombra del sol (1974)

-En los setenta fotografiaste Valparaíso en Ya no basta con rezar, veinte años después filmas La luna en el espejo ¿Sientes algo especial por la ciudad luego de experimentar la maravillosa experiencia de filmar en ella?

-Absolutamente, es una ciudad impresionantemente estética, o sea, del punto de vista visual es una maravilla filmar en Valparaíso, tienes encuadres en todos lados, es una ciudad vertical, es como para ponerla en un cuadro; estéticamente hablando, es una maravilla; plásticamente hablando, es una maravilla. Uno puede encontrar rincones espectaculares que visualmente son preciosos, pero además de eso, la forma de vida, la forma de vida arriba en los cerros es bien especial, la gente es muy especial.

Aldo Francia eleva el cine hacia las cumbres de Valparaíso, por ejemplo filma en la población “Puertas Negras” entre otras poblaciones que aún se sitúan al margen de donde se práctica el arte, y al margen de donde llega la cultura institucional. ¿Qué nos puedes comentar del espíritu del doctor Francia?

-Aldo sube a las cumbres con su cine. Así  es. De ahí te puedo contar un recuerdo maravilloso que tengo de él. Estábamos filmando justamente  en las cumbres en pleno invierno y hacia un frio espantoso, un viento espantoso, en las casas de las poblaciones se colaba el aire por las rendijas hacia adentro, un aire frio tremendo, entonces mientras filmábamos una película prácticamente financiada por el mismo, con su esfuerzo como médico reunía la plata que destinaba para hacer esa película. Estábamos filmando y a cada rato aparecían señoras y le decían “doctor, doctor, mi guagua está muy mal” entonces el Doctor Francia exclamaba, ¡se para el rodaje! y partía… Eso le significaba a él muchos recursos, detener un rodaje para ir atender a la gente con menos recursos habla de una persona espiritualmente muy bondadosa.