Control de estrenos: «Río Abajo»
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Película chilena, realizada en 1949. Distribuye Alvarez, Giménez y Cia. Ltda. Dirección: Miguel Frank; producción: Tobías Barrios A,;inspirada en “Cuentos del Maule”, de Mariano Latorre; director de fotografía:Andrés Martorell; cámara: Mario Ferer; música: Jorge Peña; compaginación: Luis Bañados; sonido: Eduardo Andersen; intérpretes: Alma Montiel, Carlos Mondaca, Hernán Castro Oliveira, Jaime Amunátegui, Kanda Jaque, Chilote Campos, Meche Calvo, Raúl Gardy, Blanca Sáez y Gabriela Roepke:

Para aquel público que ha irado con pesimismo el progreso del cine nacional, esta película constituirá una gradable sorpresa. Desde el primer momento despunta en ella un trazado de buen gusto que casi nunca abandona, y al que contribuye poderosamente una fotografía excepcional en nuestra pantalla. Inspirada en un cuento de Mariano Latorre, la cinta ha querido mantenerse fiel a la idea del autor, sin imponerle otras alteraciones que aquellas obligadas por el cine.

Su desarrollo entonces, tiene un ritmo cadencioso, lento, que se ajusta al destino fatalista de la protagonista: Rosario se irá “Río Abajo”, igual que las sandías que arrastra la corriente. Y no hay ninguna concesión de espectacularidad que haga más vigorosa la trama ni ponga una nota desgarradora en el desenlace.

Miguel Frank muestra, en “Río Abajo”, que ha ganado como director. Su labor, a menudo vacilante en producciones anteriores, revela ahora mayor seguridad y aplomo. Junto con Tobías Barros Alfonso-productor también del film-adaptó el cuento original y supo situar la acción dentro de un cuadro que destacase la belleza ruda del paisaje chileno. Ese es un mérito digno de señalar. El film, de ambiente por demás sencillo, se rodó casi totalmente en exteriores auténticos, lo que da realidad al asunto prestándole también una belleza natural, que vale mucho más que los fastuosos escenarios de utilería. Siguió con honradez la intención del escritor y, quizás en eso radique lo que para el público constituye un error. El cine exige una nota más recta y efectista que la obra literaria. Durante tres cuartas partes de su desarrollo el film va preparando un clima de expectación. Nadie duda de que Rosario seguirá su fatal destino, pero ¿qué sucederá para que acepte la proposición del peluquero, que la mira apenas como a una mercancía, y rechaza el amor honesto del guapo pescador? ¿Cuál será la tragedia que rubrique, con sangre o con lágrimas, el primer capítulo de la vida de aquella niña ingenua y dulce, antes de torcer el rumbo de su existencia? En realidad todo está sugerido, pero falta el momento recio que, posiblemente, espera la emoción del espectador.

Mérito descollante también de esta película es habernos presentado a Alma Montiel, figura casi desconocida para el cine chileno. Sin tener una belleza física notable, la joven se muestra como una actriz capaz de poner relieve a cualquier momento dramático y a ceñirse con plástica sumisión a las exigencias de su personaje. La interpretación de Alma Montiel-especialmente por algunas escenas-merece nuestro más caluroso aplauso.

No podemos decir lo mismo del resto del elenco. La interpretación es pareja, pero, en general, mediocre. Destacamos en segunda importancia-aunque en un grado, naturalmente, muy inferior al de la protagonista-la actuación de Hernán Castro Oliveira, cuyo físico se presta a su personaje, y que sabe dar calidad a su pequeño papel.

La misma observación cabe para la correcta labor del Chilote Campos. Querríamos, sinceramente, nombrar a otros, pero aunque todos, cuál más, cuál menos, tienen situaciones acertadas no descuellan como auténticas revelacioones, o están por debajo de la labor desempeñada anteriormente, fuese en la pantalla o en las tablas. Muy bonita la canción que canta Raúl Gardy. La música, en general, es hermosa y apropiada, aunque suele resultar estridente en ciertos momentos, en que preferiríamos que la dramatización no fuese ahogada por nada.

En resumen: un tema de gran simplicidad; una excelente fotografía y una dirección, por lo general acertada, y que ofrece pinceladas de calidad. El film tiene defectos naturalmente. Pero puede figurar, con la cabeza alta, entre las buenas películas que haya producido hasta ahora nuestra industria.