CONTROL DE ESTRENOS: “El Guapo”
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TENIA todos los elementos para ser una película de calidad. Los decorados figuran, posiblemente, entre los mejores empleados hasta ahora en el cine chileno. Si se analiza separadamente a los actores, se llega a la conclusión de que todos están discretos. El argumento pudo haber sido divertido (en Hollywood se saca partido de tramas parecidas), si se hubiera llevado en otro tono. Hay muchos extras, grandes escenarios y se advierte que no se escatimó el dinero. Pero la suma de los factores buenos, aisladamente considerados, arroja un total mediocre. La película no entretiene, no hace reír ni comunica emoción. Y parece que se hubieran tocado todos los resortes para conseguir éxito, ya que hasta se acude a esos chistes subidos de color, que se justifican en la obra de teatro de cierto calibre, pero que chocan en un film.

¿Qué es ese “algo” que le falta a la película? Posiblemente, el lazo de unión para atar más armoniosamente los factores. “El Guapo” constituye una cinta inconexa, que acusa una dirección débil. Mario Lugones no parece servir para explotar la vena humorística. El ritmo es lento, cortado; hasta el más lego en materias cinematográficas advertirá lagunas entre una escena y otra.

Lucho Córdoba hace un excelente trabajo…, ¡y no mueve, sin embargo, a la risa! Resultó de una comicidad más evidente en películas de menor costo. Parece que se sintiera impotente para imprimir vida, por sí solo, a una película sin alma. Los personajes pronuncian frases y hacen gestos cuya intención no llega hasta el espectador, ya que no arrancan la carcajada ni provocan emoción. Elsa del Campillo, encarna un personaje extraño: no se sabe si es bueno, malo, sincero o mentirosos. Su éxito radica en que muestra mucho las piernas, sin que siempre se justifiquen sus actitudes a “lo Vivianne Romance”. Lucy Lanny aparece fresca, juvenil, simpática. Tito Gómez pasa inadvertido. Su personaje es falso y, en todo caso, aquí aparece despegado el acento cordobés, que constituye un elemento de comicidad en las películas argentinas. A Juan Corona ya le vimos en otro film haciendo el mismo papel. Bohr está discreto.

Hay escenas que recuerdan a “Gilda”; otras parecidas a “El Hombre que se llevaron”, y el final, nos traslada a presenciar el de “Monsieur Beaucaire”. Pero esto último no importa: el film termina en forma estrepitosamente divertida. Es el único momento que justifica llamar a “El Guapo” una película cómica. Por el resto, constituirá otro film chileno, que pase, sin pena ni gloria.