Cinematógrafos: «Nobleza Araucana»
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Ya hemos publicado que la película chilena «Nobleza araucana» se estrenará en los teatros de Aurelio Valenzuela B. y Cía.

Entre los momentos sensacionales que tiene esta cinta, figura una impresionante caída al río Pilmaiquén desde una altura de 20 metros. Hay que tener presente que este río es en partes un verdadero torrente.

Conversando con uno de los artistas que realizan esta hazaña nos explicó cómo pudo él hacerlo.

«El día que filmamos la escena -nos contó- tuvimos que hacer varias otras. Figuraban un paseo en lancha por un río y otras en un barco en Tornagaleones. Pues bien, para dar mayor realce a estas escenas, se invitó a un numeroso grupo de hermosas rubias de Valdivia, quienes tuvieron la gentileza de acompañarnos. Una vez filmadas las escenas mencionadas se procedió a realizar la más difícil de todas, la lanzada al precipicio.

Debo confesar que yo, a pesar de todo  lo que se me ha hablado de esa escena, nunca había pensado en realizarla. Seguramente iba a lanzarme yo de tamaña altura cuando nunca me había arrojado al agua ni de dos metros de altura.

Después de una larga búsqueda que había durado toda la tarde, las lanchas se detuvieron frente a un corte a pique bastante montañoso en el río. Todos subieron a medir la altura y yo por novedad también subí. Pero he aquí que el otro actor que debía también lanzarse encontró espléndido sitio. Para mí, aquello era una barbaridad.

Mi compañero, seguro de sí mismo y sin aspavientos, llegó al borde y preguntó al director, que en una lancha acompañaba al cameraman, si todo estaba listo, y sin decir más, se lanzó. Una salva de aplausos saludó su llegada al agua.

-Señor Simpson, a usted le toca ahora, dijo el director.  Me asomé al abismo y divisé en las manchas que se mecían en el río todos los ojos de las rubias valdivianas fijos en mi persona. En mi vida había sido objeto de tanto interés. Podéis imaginaros lo que pensé en aquel momento. Mi silueta, que temblaba arriba del abismo, había tomado la majestad del héroe. No me quedaba otro camino: el ridículo de la cobardía o la muerte en el fondo del río. Todo listo, oí la voz de mando «láncese». Me asomé al borde aún vacilaente, abajo estaban las rubias, cerré los ojos y me lancé. ¿Cómo caí? No lo sé. Cuando volví a salir a flote me di cuenta que estaba vivo».