La Sagrada Familia se nos revela solo desde la descripción. Intuimos los diálogos, desciframos los gestos. Página a página nos convertimos en personajes y testigos de una historia de quiebre y redención en una familia chilena. Gloria nos muestra con sutileza y sin filtros la vida de una mujer de espíritu atrevido y al mismo tiempo frágil, decidida a encontrar la compañía que necesita. En este guion ninguna palabra está al azar. Las líneas de cada escena nos permiten acompañarla en la incomodidad, la esperanza, el humor y la rabia. Cantamos con ella, nos frustramos con ella, reímos con ella, nos vengamos con ella. Es una lectura que no nos permite dejarla sola hasta que encuentre la vida que merece, porque Gloria es valiente, Gloria es luminosa y queremos asegurarnos de que siga bailando. El interés de Lelio es, por sobre todo, mostrar a Gloria exactamente como es, y eso es hermoso. A.O. Scott sobre Gloria, The New York Times. Una telúrica mirada a los débiles equilibrios que pueden sustentar una familia. (Joel Poblete sobre La Sagrada Familia, Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano)
La fantasía de cualquier guionista es escribir una escena que perdure en la memoria. Han pasado diez años desde que el final de Gloria fue aplaudido de pie en salas, como si su ‘regreso a la pista de baile’ se tratara de una victoria colectiva